Montserrat Dameson

Opinión

Una monarquía para legitimarlas a todas

Montserrat Dameson
Opinión

Liz Truss y las mujeres de derechas

Montserrat Dameson
Opinión

Tenemos razón

Montserrat Dameson
Opinión

Hedor a cerrado

Montserrat Dameson
Opinión

Junts, muñeco de paja

Montserrat Dameson
Opinión

De fiesta con Sanna Marin

Montserrat Dameson
Opinión

Para romper el desencanto

Montserrat Dameson
Opinión

No te disculpes, Paula

Montserrat Dameson
Opinión

La Diada y el monopolio de la esperanza

Montserrat Dameson
Opinión

El papa y el perdón

Montserrat Dameson
Opinión

No lo volveremos a hacer

Montserrat Dameson
Opinión

Las 'tietes' y Núria Feliu

Montserrat Dameson
Opinión

De Joans, Joseps y Dalmases

Montserrat Dameson
Opinión

El diálogo y el amor

Montserrat Dameson
Opinión

La Catalunya plural y alegre

Montserrat Dameson
Opinión

Pujol y las gallinitas distraídas

Montserrat Dameson
Opinión

Torres a Turner

Montserrat Dameson
Opinión

Aborto

Montserrat Dameson
Opinión

Díaz de autocrítica

Montserrat Dameson
Opinión

Parches

Montserrat Dameson
Opinión

Todo este ruido

Montserrat Dameson
Opinión

Las sábanas de Gemma Geis

Montserrat Dameson
Opinión

Birgitte Nyborg y la esperanza

Montserrat Dameson
Opinión

Sus vergüenzas son las nuestras

Montserrat Dameson
Opinión

Cobardones

Montserrat Dameson
Opinión

La sonrisa de Marta Rosique

Montserrat Dameson
Opinión

Eurovisión: España gana dos veces

Montserrat Dameson
Opinión

El síndrome Madrid

Montserrat Dameson
Opinión

Josep Pla en Alcarràs

Montserrat Dameson
Opinión

Dios no existe, la Moreneta sí

Montserrat Dameson
Opinión

El espionaje y las renuncias

Montserrat Dameson
Opinión

¿Quién es el president de la Generalitat?

Montserrat Dameson
Opinión

Joan Laporta, nuestro presidente

Montserrat Dameson
Opinión

Salir de este desierto

Montserrat Dameson
Opinión

Nos alimentan migas, Rosalía

Montserrat Dameson
Opinión

Un nuevo corsé

Montserrat Dameson