Es casi imposible imaginar una cocina sin cebollas. Están ahí desde siempre, en la base de sofritos, guisos y caldos, aportando dulzor, cuerpo y ese aroma que abre el apetito incluso antes de que sepas qué plato va a salir de la olla. Nos hacen llorar, eso sí. Y siempre que se pone una pocha en la despensa, huele fatal. Pero, a su favor, diremos que son baratas, accesibles y tan versátiles que pocas veces nos detenemos a pensar en ellas como protagonistas. Hasta que llega alguien como Arnau París, ganador de MasterChef y apasionado de la cocina sencilla, y propone darle el papel principal. En su cuenta de Instagram, donde acumula más de cien mil seguidores, suele compartir recetas de todo tipo. Pero esta me ha llamado la atención por fácil, original y rápida.

La mejor receta que puedes hacer con una cebolla

Lo que plantea no es nada complicado, pero sí sorprendente, una receta a medio camino entre lo tradicional y lo innovador, con un toque asiático que convierte una simple cebolla en un plato para recordar. Y todo con apenas cuatro ingredientes. Y uno es agua, ¡qué casi no cuenta! Esta es la receta que cambiará tu forma de ver una cebolla. A continuación, la lista con los ingredientes para 4 personas. Es muy simple, puesto que solo requiere de 4 cebollas grandes, cortadas en gajos, 50 g de mantequilla, 1 cucharada de miso (blanco o rojo, según lo que tengas a mano) y 50 ml de agua.

Una cesta con muchas cebollas / Foto: Pixabay

Vamos ahora con la preparación. Corta la cebolla en gajos no muy grandes. Intenta que sean todos del mismo tamaño. Derrite la mantequilla en una sartén amplia y añade la cebolla. Coloca con paciencia la cebolla como si se tratase de una tarta de manzana, con un poco de orden. En un bol aparte, mezcla el miso con un poco más de mantequilla y el agua. Bate hasta obtener una crema ligera y homogénea. Puedes ayudarte de la batidora como hace el chef. Incorpora esta mezcla a la sartén y deja que se cocine todo a fuego bajo, sin prisas, hasta que la cebolla quede tierna y caramelizada. El resultado es una guarnición jugosa, de sabor profundo y textura melosa, perfecta para acompañar carnes, pescados, arroces o incluso para coronar una tostada con queso.

¿Por qué funciona tan bien? Un ingrediente de moda

La cebolla ya es de por sí un ingrediente con magia, al cocinarla despacio, sus azúcares naturales se transforman en dulzor y se redondean los sabores. Si a eso le sumas la mantequilla, que aporta untuosidad, y el miso, con su carácter salado y umami, tienes la fórmula perfecta para convertir un básico en un plato con alma de alta cocina. Arnau París insiste en que el secreto está en la paciencia, el dejar que la cebolla se cocine a fuego lento.


El miso es cada vez más habitual en supermercados, pero sigue siendo un gran desconocido para muchos. De origen japonés, se elabora a partir de soja fermentada y tiene un sabor intenso, salino y muy concentrado, por lo que se usa en pequeñas cantidades. Lo más típico es encontrarlo en la sopa de miso, pero su potencial va mucho más allá: marinados para carnes y pescados, salsas, aderezos para ensaladas y, como en este caso, para elevar una simple cebolla a otro nivel. Lo bueno es que aguanta meses en la nevera, por lo que basta con comprar un bote y animarse a probarlo en distintas recetas.

¿Con qué acompañar esta cebolla?

Lo mejor de este plato es su versatilidad. Funciona como guarnición para un filete, como base para un arroz cremoso, como relleno de un bocadillo gourmet o incluso como aperitivo, servido sobre pan crujiente con un poco de queso de cabra. Es ese tipo de receta que se guarda en la memoria porque resuelve cenas improvisadas, viste un menú sin esfuerzo y, sobre todo, sorprende al comensal que nunca imaginaría que una cebolla pudiera saber así. La próxima vez que tengas una cebolla un poco pocha en casa ya sabes.