Vivimos en un eterno scroll de productos saludables. Que si las semillas de chía, que si el kéfir, que si el aceite de coco. Pero a veces la respuesta a lo que buscamos (más proteína vegetal, más grasas buenas, más sabor) ya está en nuestra cocina. Solo que no le estamos haciendo ni caso. Es el caso del tahini, que llegó a nuestras casas como un secundario del hummus. Lo compramos para esa receta estrella de Instagram, lo usamos dos veces y después quedó arrinconado en el fondo de la despensa porque vimos que era más fácil comprarlo hecho que manchar más trastos en nuestras cocinas. Pero esta pasta espesa, cremosa y con sabor a fruto seco tostado tiene muchas más cosas que decir. Y no solo para esa cena de picoteo.

La pasta proteica secreta ideal para todas las comidas

El tahini se elabora a partir de semillas de sésamo molidas hasta formar una pasta espesa. Se usa desde hace siglos en la cocina de Oriente Medio, el Magreb, el Cáucaso y parte de Asia. Tiene un sabor intenso, ligeramente amargo, y una textura densa parecida a la mantequilla de cacahuete. Lo más interesante, sin duda, es que está cargado de grasas saludables (mono y poliinsaturadas), proteínas vegetales, calcio, hierro, zinc y antioxidantes. Todo eso en una sola cucharada. Es saciante, energético y bastante más digestivo que otras fuentes de proteína o grasa. Además, es ideal para quienes no toman lácteos o siguen dietas vegetales, porque aporta calcio y proteína sin necesidad de recurrir a origen animal.

Pasta tahini / Foto: Pixabay
Una pasta proteica secreta ideal para todas las comidas / Foto: Pixabay

Desde el desayuno hasta la cena. Sí, de verdad. Puede sonar raro desayunar tahini, pero una vez que lo pruebas, cuesta volver atrás. Va bien con cosas dulces, saladas o mixtas. ¿Cómo lo puedes integrar en tu menú? Empezamos por la mañana. Untado en pan integral con plátano o dátiles, mezclado con yogur vegetal o añadido a un porridge o batido. Si optamos por el mediodía, sirve como base de salsas, aliños o aderezos para ensaladas, bowls o verduras asadas. Pero también es útil por la tarde: en una tostada con tomate rallado o con aguacate. Finalmente, por la noche, como toque final en un plato de legumbres, una crema de verduras, tofu o pescado. Incluso en postres, como por ejemplo, en algunas recetas veganas de galletas o bizcochos lo usan como sustituto de mantequilla o como ingrediente secreto para dar sabor a frutos secos.

Tahini / Foto: Pixabay
Tiene un sabor intenso y ligeramente amargo / Foto: Pixabay

Ejemplos más concretos

Puedes probar con un aliño exprés: mezcla tahini con zumo de limón, un chorrito de agua, ajo rallado, sal y una pizca de comino. Es la salsa perfecta para ensaladas, verduras o arroz. Puré con truco: añade una cucharada a tu puré de calabaza o zanahoria. Gana cremosidad y profundidad de sabor. Tostada sorpresa: pon tahini en pan y encima miel o mermelada sin azúcar. O tomate rallado con un toque de sal. Funciona. Dulce saludable: mezcla tahini con cacao puro, un poco de sirope de dátil o miel, y tienes una crema tipo nocilla con mucho más valor nutritivo. Por último, si tienes un bote en la nevera, puedes darle uso en cualquier comida del día. Y no necesitas usar grandes cantidades, con una cucharadita basta para cambiarle el perfil nutricional y de sabor a un plato. Ideas ya no te faltan.