Con los medios de comunicación sincronizada señalando que Pedro Sánchez ha tenido su peor semana de legislatura y que, pese a todo, su voluntad es sortear los escándalos y mantenerse en la Moncloa, el secretario general del PSOE ha visto, seguramente, la llegada del fin de semana como aquel boxeador noqueado que lo único que espera es que el árbitro pite el final del asalto para sentarse en su silla en la esquina del ring. Allí se encuentra desde las 14 horas de este viernes, cuando cerraron los juzgados, y ya se sabe que, a partir de esta hora, la actividad policial y judicial, sobre la que ha gravitado estos días el desplome socialista y el temblor de cuerpo, baja varios escalones. Y eso que este sábado será un fin de semana especial en este aspecto, ya que hay previstas declaraciones en los juzgados de Madrid de los detenidos estos últimos días, relacionadas con el caso cloacas, con Leire Díaz y el empresario Antxon Alonso a la cabeza, y el caso Plus Ultra, donde están detenidos el expresidente de la SEPI Vicente Fernández y el propietario y director general de la aeronáutica.

Veremos que declaran, qué medidas adoptan los juzgados de Madrid y también, en los próximos días, qué guardan los teléfonos móviles incautados y los numerosos registros que se han practicado. Simultáneamente a estos casos de enorme recorrido judicial que lo atrapan, al PSOE se le ha abierto una vía de agua que, sin adquirir la trascendencia judicial de los casos de corrupción, está emponzoñando la imagen de partido feminista de los socialistas, atrapados en un sin fin de casos de denuncias de acosos sexual que salen a puñados de diferentes organizaciones. Sorprende que, en este caso, la respuesta que se esté dando por parte del PSOE sea tan blanda y que haya tenido durante tanto tiempo los casos en un cajón sin haber actuado. El más grave continúa siendo el de Francisco Javier Salazar, que fue diputado por Sevilla y ayudó a Sánchez en 2017 a conquistar nuevamente la secretaría general del partido. Fue premiado con el cargo de director de Análisis y Estudios del Gabinete de la Presidencia del Gobierno. Aunque estaba previsto que el pasado mes de julio fuera nombrado secretario de Análisis y Acción Electoral del PSOE, renunció al cargo tras ser denunciado por diversas mujeres socialistas por acoso sexual y abuso de poder cuando Salazar era su jefe en la Moncloa.

Cuesta ver otro momento en la vida política española, nunca, sin duda, en este siglo, en que la onda expansiva de los casos de corrupción alcanzaran el volumen y la dimensión actuales

Salazar pasa por ser la persona que lo sabe todo de aquellas primarias y, por eso, la pregunta es fácil: ¿Qué sabe Salazar de Sánchez? Solo una cosa grave explicaría la aparente ineptitud del PSOE gestionando este caso, que ellos mismos lo definen como de enorme gravedad su conducta y tan solo le apartan como militante. Cuando había un enorme clamor en el PSOE y sobre todo entre las mujeres del partido en que el caso acabara en manos de la Fiscalía. La gestión de caso Salazar y del expresidente de la SEPI, ambos andaluces, ha tenido un daño colateral: la vicepresidenta María Jesús Montero, ya que las dos carpetas han estado encima de la mesa. Vicente Fernández era, además, una persona de enorme confianza suya, aunque ahora parezca que casi no lo conozca. Los casos de acoso sexual se han ido extendiendo por Córdoba, Lugo (la secretaria de Igualdad del PSOE gallego y el presidente de la Diputación han dimitido) y el último en Valencia, salpicando al número dos del partido en un pozo sin que aparentemente se haya tocado fondo.

Cuesta ver otro momento en la vida política española, nunca, sin duda, en este siglo, en que la onda expansiva de los casos de corrupción alcanzaran el volumen y la dimensión actuales. Incluso la siempre timorata Yolanda Díaz ha hecho un amago de querer alzar la voz, como líder de Sumar y vicepresidenta del gobierno, y ha pedido una remodelación del gobierno, ya que, según sus palabras, así no se puede seguir. Ha sido un brindis al sol, al que Sánchez no le ha hecho el más mínimo caso. Pero es un ejemplo del temor de los socios del PSOE a quedar atrapados en la bola de corrupción que se está conformando. A lo mejor, tan solo Podemos ha sabido tomar distancia suficiente para que la explosión le coja a una cierta distancia. El Partido Popular ha pedido una convocatoria urgente del pleno del Congreso la semana que viene, una decisión que debe adoptar la Diputación Permanente al estar formalmente la Cámara en período de vacaciones. Es evidente que el pleno parece obligado, y lo extraño es que por ahora solo lo haya pedido Alberto Núñez Feijóo y no el resto de los grupos parlamentarios. Porque es obvio que Sánchez debe una explicación.