Quitarle el rabito a la fresa antes de lavarla puede parecer un paso casi intuitivo. Incluso se puede creer que, retirando la parte verde, se limpia más a fondo la fruta, ya que es en esa zona donde podría quedarse más tierra o incluso bichitos. Pues resulta que no. Que quitarle la parte verde antes de lavarla es un error y no solo estás perdiendo tiempo, también sabor. Algo de lo que las frutas de hoy en día no van muy sobradas.
Cómo lavar las fresas correctamente
Las fresas son una fruta delicada, ya que es fácil que se aplasten o que se dañen. Su piel fina y porosa deja que los compuestos del agua penetren con facilidad cuando la frotamos o la sumergimos. Si antes de lavar arrancas el pedúnculo, creas un acceso directo al corazón de la fresa, y cada gota que entra arrastra nutrientes y zumos, empobreciendo su sabor y provocando una pulpa más aguada. Además, esa humedad extra en el interior es una invitación a que se desarrollen más rápido mohos y bacterias, acortando la vida útil de la fruta, que ya de por sí es corta.
Mantén el rabito intacto. Será tu “asa” natural para manipular la fresa sin dañar la pulpa. Con la fresa entera, enjuaga bajo un chorro suave de agua fría. Basta con 10 o 15 segundos por fresa, girándola para eliminar restos de tierra y posibles restos químicos. Evita el remojo prolongado, es decir, llenar un recipiente y dejar las fresas como si estuviesen en una piscina. Sumergir las fresas varios minutos favorece la absorción de agua y, como ya hemos dicho, al ser una fruta porosa, absorbe más agua del que nos gusta. Secado inmediato y suave. Colócalas en un colador o extiéndelas sobre papel absorbente sin amontonarlas. Sécalas con pequeños toques de papel de cocina, nunca frotes, para no romper la piel.
Beneficios de este método
Sabor más concentrado. Al impedir la entrada de agua, preservas los azúcares y los ácidos naturales que dan a la fresa su carácter dulce y ligeramente ácido. Textura firme. Sin exceso de humedad interna, la pulpa se mantiene tersa y muy jugosa al morder, en lugar de convertirse en un puré acuoso. Vida útil más larga. Al no “empapar” las cavidades internas, reduces el riesgo de mohos superficiales y fermentaciones indeseadas, ganando un par de días más de frescura.
¿Cómo las guardo?
Después de lavarlas y secarlas, guarda tus fresas en la nevera dentro de un recipiente con un poco de papel de cocina para que absorba la humedad. No las apiles, mejor en una sola capa, con el rabito hacia arriba, para que el aire circule y la condensación quede al mínimo. Aunque también es aconsejable lavar las fresas justo en el momento en el que la vas a comer. Así no añades humedad y no te la juegas.