En el corazón del Baix Empordà, en la pequeña plaza de la Iglesia de Colomers, late desde noviembre del 2023 un proyecto que respira autenticidad y memoria. Se trata de una iniciativa nacida de la mano de una pareja con raíces hondas en este pueblo ampurdanés: Eva Gilabert y Marc Dolçat. Los dos, que de pequeños ya jugaban por las calles y rincones de este lugar, han decidido volver a los orígenes y recuperar el espíritu de los abuelos y padres, compartiendo aquello que más les apasiona: el vino, la cocina y la cultura del encuentro con el restaurante Toc de Vi.


Toc de Vi: una cocina para reivindicar el Empordà

El espacio, íntimo y próximo, es al mismo tiempo un homenaje al pasado y una apuesta por un futuro que reivindica el valor del territorio. Eva, sumiller, es quien guía la experiencia enológica con una mirada ancha, pero arraigada. Su selección de vinos defiende con firmeza las producciones catalanas, poniéndolas de relieve como parte esencial del paisaje y de la cultura del país. Al mismo tiempo, la carta de vinos se abre a referencias foráneas que enriquecen la propuesta e invitan a descubrir nuevos matices y maridajes.

El brioche de butifarra de huevo / Foto: Jordi Àvila

Marc, que se mueve entre la sala y la cocina, despliega una filosofía culinaria clara: producto de proximidad, recetas con raíz catalana y platos pensados para ser compartidos. La carta de otoño-invierno refleja esta esencia con guisos sabrosos, platos de cuchara que reconfortan y elaboraciones que mantienen vivo el legado gastronómico catalán. No faltan tampoco los detalles pensados para todo el mundo: el surtido de quesos, con más de diez tablas variadas, incluye opciones especialmente cuidadas para las personas intolerantes a la lactosa, demostrando sensibilidad y voluntad de inclusión.

El surtido de quesos catalanes Ginesta / Foto: Jordi Àvila

Este proyecto no es solo un restaurante, sino un punto de encuentro donde confluyen los recuerdos, la conversación y el placer de comer y beber bien. Es un espacio que invita a sentarse sin prisas, a disfrutar del tiempo compartido y a redescubrir la riqueza de un pueblo que sabe acoger con calidez. Con su filosofía, Eva y Marc han creado un lugar donde la memoria se transforma en experiencia y donde la proximidad se convierte en el valor más preciado.

Un espacio íntimo y con raíces profundas en el Baix Empordà donde compartir vinos y cocina catalana en plena plaza de Colomers

Albóndigas y pulpitos con su tinta / Foto: Jordi Àvila

Adentrémonos en los platos que pruebo durante mi visita. Para abrir hambre, claro está, las bravas del Toc de Vi llegan crujientes, dados dorados que se rompen bajo el tenedor y dejan paso a una salsa con carácter, equilibrada entre el picante y la suavidad. El brioche de butifarra de huevo es un bocado sorprendente: la dulzura de la masa acaricia la potencia salada del relleno y crea un juego de contrastes que funciona. El surtido de quesos Ginesta completa el recorrido inicial con un viaje por el territorio, desde la cremosidad más amable hasta el aroma punzante de los madurados.

El plato fuerte llega con las albóndigas y pulpitos a la tinta, un guiso profundo que combina la melosidad de la carne con la intensidad del mar, un plato que pide pan para acompañar. El final es de fiesta: unos xuixos caramelizados que revisitan el clásico gerundense con una corteza crujiente y un interior delicadamente cremoso, perfecto como recuerdo dulce de la comida.

Xuixo caramelizado / Foto: Jordi Àvila

Esta propuesta que combina pasión, tradición y sensibilidad contemporánea hace del Baix Empordà un escenario todavía más atractivo para aquellos que buscan auténticas experiencias gastronómicas.