Cuando se habla de la cocina de los hermanos Roca, es inevitable pensar en el prestigio internacional de El Celler de Can Roca. Pero en la plaza de l'Oli, en el corazón del Barri Vell de Girona, han querido ofrecer una experiencia diferente con el restaurante Normal: un restaurante que reivindica la cocina de cada día, aquello que parece sencillo, pero que esconde la magia de los sabores bien hechos.
En Normal, la propuesta no busca sofisticación ni pirotecnia gastronómica. Se trata de hacer valer la normalidad: platos que conectan con la memoria, con el recetario tradicional y con el producto de temporada. La carta se nutre de elaboraciones honestas y reconocibles, pero siempre con la elegancia y sensibilidad que define los Roca. Los guisos, los arroces, las verduras y los pescados de mercado se presentan con un punto de creatividad sutil, que enriquece el plato sin desvirtuar la esencia. Es una cocina que busca emocionar a partir de la sencillez y de la verdad del producto.

Al frente de los fogones encontramos a la chef Eli Nolla, que ha sabido traducir a la perfección el espíritu de Normal. Con una trayectoria marcada por el oficio y la sensibilidad gastronómica, Nolla imprime personalidad en cada plato, equilibrando la tradición y el toque contemporáneo. Su mirada próxima y respetuosa con el producto es clave para entender el éxito del restaurante.

En la sala, la experiencia se completa con la profesionalidad y la calidez de las hermanas Mireia y Meri Coll, jefes de sala que aportan proximidad y naturalidad al servicio. Su manera de hacer refleja la esencia del proyecto: un restaurante para sentirse cómodo, sin artificios, donde el trato humano es tan importante como la comida. El local respira luz y proximidad. Con un diseño contemporáneo que no olvida la calidez mediterránea, Normal es un restaurante para disfrutar sin prisa. Tanto si es para una comida de trabajo, una cena en pareja o un encuentro con amigos, el ambiente invita a hacer de la normalidad una celebración.

Me siento en la mesa en el Normal y voy directo hacia las croquetas de leche de oveja Mas Mercè y jamón ibérico (3 €/u). Tienen todo aquello que pedimos a una croqueta que cuando las mordemos casi se vuelven líquidas de una cremosidad extrema y una explosión de sabor de esta leche fantástica. Un espectáculo visual y de contrastes de sabores sería la mejor manera para definir la ensalada de tomates, remolacha y salvia (15 €) que precede a uno de los platos estrella del verano por todo el país: la ensaladilla rusa. En este caso, ensaladilla rusa a nuestra manera con encurtidos y bogavante (22 €).
Una apuesta por lo que es esencial, de la mano de Eli Nolla en la cocina, y la hospitalidad de Mireia y Meri en la sala, con el sello de los hermanos Roca en los vinos y los postres para orquestar una experiencia imprescindible en Girona

Prosigo el festival con esta tortilla Sacha, también denominada tortilla vaga, que es una tortilla abierta, en este caso tortilla Sacha de carpaccio de gamba roja y jugo de su cabeza y piparras (25 €). Con un jugo, derramado por encima, que proviene de la cabeza de la misma gamba y las piparras y unas chips crujientes que hacen de todo eso una amalgama de sabores y un matrimonio perfecto. Un imprescindible de este restaurante es que pedís el arroz. Concretamente, apuesto por el arroz meloso de pollo con cigalas (26 €). La cremosidad de este arroz con esta salsa, este jugo del mismo asado del pollo, medallón de pollo y una cigala. Y aparte, sirven la piel bien crujiente del pollo con un tartar de cigalas.

Si queríais saber por qué es mi restaurante preferido, la muestra clarividente es el mejor filete Wellington de toda la provincia de Girona. Bajo el nombre en la carta de filete Wellington de ternera madurada con salsa café París, verduritas glaseadas y puré de patatas (38 €). Una auténtica delicia que deja boquiabierto y sin palabras a cualquier paladar mortal. Como buen disfrutón, no me puedo privar y pido el coulant de chocolate de Casa Cacao con avellanas (12 €), que evidentemente está elaborado con chocolate de Casa Cacao de Jordi Roca y con unas avellanas de Brunyola, para hacer país.

Como era de esperar, la carta de vinos mantiene la exigencia y el cuidado habitual de la familia Roca, con una selección que acompaña a la perfección los platos. Y los postres, con la huella creativa de Jordi Roca, aportan el toque final de una experiencia redonda.
Normal no es un restaurante más: es la declaración de intenciones de los hermanos Roca de dar valor a la cotidianidad. Convertir una comida corriente en un recuerdo especial, poner de relieve la normalidad como categoría extraordinaria. Para todo el mundo quien visite Girona —sea amante de la gastronomía o simplemente alguien que quiere disfrutar de una buena comida— Normal es una parada obligada. Una manera diferente de acercarse al mundo Roca, más próspera y asequible, pero con la misma calidad y sensibilidad que los ha hecho únicos.