El fin de semana es momento de relajarse y desconectar del trabajo, los estudios y olvidar, durante unas horas, la rutina semanal. Son dos días para hacer otros planes, salir de casa o, otra opción muy válida, quedarse en el sofá abrazando la manta y mirando series y películas. Los sábados y domingos, sin embargo, también resultan ser una oportunidad excelente para descubrir aquellos restaurantes que nos llaman más la atención, pero que entre semana es imposible visitarlos por la falta de tiempo. Para que no tengas que perder tiempo pensando dónde ir, desde La Gourmeteria te recomendamos 5 restaurantes para probar durante el fin de semana y disfrutar de magníficos platos y lugares.
Los mejores restaurantes del Raval: 5 lugares increíbles
Con sus estrechas callejuelas y uno de los espacios más turísticos de Barcelona, el barrio del Raval no solo es un punto para fotografiar y observar fachadas, sino que se esconden auténticas reliquias gastronómicas. Quizás no son tan conocidos por el público local, que por unas razones u otras no pisa tanto los establecimientos de comida de esta zona, pero hoy rompemos este falso mito y descubrimos 5 restaurantes fabulosos del Raval.
Restaurante 78|33: una cocina local extraordinaria
La cocina es personalidad. Carácter. Para llegar a ser un gran cocinero debes tener un talante marcado, una firmeza definida y ser leal a tu manera de entender la gastronomía. Ante un mundo culinario cada vez más corrompido y sin alma en Barcelona, proyectos como el restaurante 78|33 (c/ de Ferlandina, 29) son un tesoro preciado que debemos visitar y alimentar de buenas palabras y críticas. Detrás hay un dueto de chefs muy jóvenes, pero extremadamente viajados, que se toparon con esta aventura y la han sabido tomar perfectamente para parir unos platos monstruosos. Incluso, me atrevería a decir, para concebir una casa de comidas que es de las mejores en el Raval: una cocina local única para un barrio sin fronteras.
Un poco de esto y un poco de aquello son los entrantes de una carta no muy larga que se complementa sensorialmente con un menú de mediodía a 16,90 € impresionante. Dos gildas —una con atún rojo, y otra, la vegana, con apio-nabo y calabacín—; la Rusa de María; las patatas bravas con 3 salsas; la vieira a la carbonara; el trío de croquetas de pescado; la croqueta XL de escalivada con queso suave; los mejillones al pil-pil; los cogollos de lechuga a la plancha, sobrasada vegana y almendra salada; y las anchoas del Cantábrico.
Ca l'Estevet: soñar con tiempos pasados
Entrar a Ca l’Estevet es un retorno al pasado tan pronto como cruzas la puerta. Este local emblemático, situado en la calle Valldonzella de Barcelona, en pleno barrio del Raval, abrió sus puertas en 1890 con el nombre de Fonda Navarro, desde entonces ha cambiado de manos en diferentes ocasiones. En 1940 Esteve Suñé, que entonces era el cocinero de la Fonda, y su mujer Maria Oliveras compraron el local al señor Navarro, y en 2009, y debido a la muerte de Esteve, el local pasó a manos de Pep Cabot Ros y su mujer Bea Puig Bisquert, actuales propietarios y bisnietos (o cuarta generación) del desaparecido Casa Agustí de la calle Bergara, ubicado en el ensanche, y donde durante muchos años iba algún jueves para comer la paella.
Suculent: la cocina más bestial del barrio
Toni Romero, chef del restaurante Suculent, nació en Nules (Castellón). Después de estudiar cocina en diferentes escuelas, trabajó en cocinas tan prestigiosas como la de El Bulli o Arzak antes de abrir su propio restaurante en el Raval. Ha sido nominado y galardonado en diferentes ocasiones por la prestigiosa lista Top 100 The Best Chef Mundial, ha obtenido un Sol Repsol y ha sido recomendado por la guía Michelin y la Macarfi. Debo comentar que me encanta la foto de Toni en la web del restaurante, donde sale vestido de chef con el cuchillo en la mano y una sonrisa canalla al más puro estilo Anthony Bourdain tal cual sale en la portada de su famoso libro, Confesiones de un chef. Uno de los clásicos que prepara el chef es la raya a la mantequilla negra acompañada de puré de patata, cítricos, alcaparras y perejil; así como un cuello de cordero con ras-alhanut, hierbas aromáticas por encima, jugo de cordero con miel y mostaza, quinoa a la menta para simular el tabulé y un poco de sriracha.
Casa Almirall: un bar para tomar copas deliciosas
Casa Almirall, ubicada en la calle Joaquín Costa, en el Raval de Barcelona, fue fundada por Manel Almirall en 1860 y es el segundo bar más antiguo de Barcelona; el primero es el Bar Marsella, ubicado curiosamente también en el Raval, con más de 200 años de historia. El local de Casa Almirall conserva, entre otras piezas, un espectacular aparador de madera y una escultura original de la musa de la Exposición Universal de 1888. Su decoración centenaria evoca tiempos pasados y nos recuerda el ambiente bohemio del siglo XIX con un aire modernista. Originariamente, Casa Almirall ha contado con dos ambientes separados por una mampara: la taberna, donde la parroquia se abrevaba y que ha mantenido su decoración original, y al fondo, la bodega llena de botas, donde antiguamente despachaban el vino a granel. Esta trastienda fue remodelada en 1977 con el fin de hacer un espacio cómodo y funcional con mesas bajas, butacas y cojines, pero siempre manteniendo la esencia.
My Fucking Restaurant: un nombre y unos platos provocadores
El chef italiano Bertozzi no puede negar que disfruta en la cocina del My Fucking Restaurant mientras experimenta con los ingredientes que le llegan diariamente de sus proveedores de confianza. Es lo que le gusta hacer, lo que más le divierte. Una pasión, la de crear e inventar nuevos platos, que lo mantiene aferrado al local del sur del Raval a pesar de las tentaciones de ampliar horizontes que siempre pasan por la cabeza de cualquier cocinero intrépido.
Los nuevos platos de temporada que ha incorporado a su carta reflejan este talante siempre innovador y creativo de un chef que no para quieto, que últimamente camina hacia una cocina más ligera y saludable, alejada de algunas propuestas que le dieron la fama y que, sin embargo, aún se mantienen en la carta: las bravas, las croquetas de ossobuco o el mollete de steak tartar. Platos de siempre, pues, que el chef combina con nuevas propuestas en las que las verduras toman todo el protagonismo. Estas proceden casi íntegramente del Parc Agrari del Baix Llobregat, que brinda joyas como unas mini-kales excelentes con curri rojo tailandés y praliné de cacahuete salado.