Cuando se habla de tartar, casi todo el mundo imagina automáticamente un plato de carne cruda finamente picada, aliñada con mimo y servida con ese toque elegante que lo hace inconfundible. Pero los Hermanos Torres, siempre dispuestos a retar nuestras ideas preconcebidas, han demostrado en un reciente vídeo de Instagram que un tartar puede ser igual de sofisticado, igual de sabroso y muchísimo más fácil de preparar sin necesidad de utilizar ni un solo gramo de carne. Su propuesta, un tartar de tomate en conserva y aceitunas muertas, es una auténtica lección de creatividad gastronómica: ingredientes sencillos, sabores intensos y una elaboración tan accesible que cualquiera puede llevarla a su mesa sin complicaciones. Lo mejor de todo es que el resultado final tiene una textura sorprendentemente parecida a la de un tartar tradicional, pero con un punto mediterráneo, fresco y lleno de matices.
La receta de tartar más deliciosa y fácil
El secreto de esta receta empieza con un detalle que marca la diferencia: el aceite picante. Los chefs confitan unas cuantas guindillas en aceite de oliva suave durante unos minutos, consiguiendo un aroma profundo y un picante amable que no domina, sino que eleva el sabor del conjunto. Una vez frío, este aceite se convierte en la guinda perfecta para coronar el plato.
El corazón del tartar, sin embargo, reside en los tomates secos, bien escurridos y cortados a dados pequeños, que aportan esa mezcla de dulzor y acidez característica. A ellos se suman una chalota finamente picada, las inconfundibles aceitunas “muertas” de Aragón con su toque terroso, un poco de tomillo, una yema de huevo para dar cremosidad y un dúo infalible de mostaza Dijon y mostaza a la antigua. El zumo de lima, la sal en escamas y la pimienta negra recién molida terminan de redondear un aliño que lo equilibra absolutamente todo.
Una vez mezclado con suavidad, el tartar ya tiene su identidad propia: intenso, aromático, con una textura jugosa que engancha desde el primer bocado. Para presentarlo como mandan los cánones, los Hermanos Torres lo moldean con un aro en el centro del plato, consiguiendo ese aspecto ordenado y brillante tan característico de la alta cocina.
Esta receta empieza con un detalle que marca la diferencia: el aceite picante
La decoración aporta frescor y contraste: un poco de pepinillo encurtido, unas cebolletas picadas, unos brotes y un hilo del aceite picante reservado. El toque final llega con unas escamas de sal y, cómo no, unas buenas tostas crujientes para acompañar.
El resultado es un plato vegetariano, potentísimo en sabor y absolutamente perfecto para sorprender en una cena. Una prueba más de que la creatividad bien aplicada puede convertir lo sencillo en extraordinario. Bon profit.
