Una mujer ha denunciado agresiones sexuales de Adolfo Suárez en los 80 cuando ella era menor, según ha publicado este jueves Diario Red —coordinado por Pablo Iglesias y Pablo Echenique—. Fue la semana pasada, el 9 de diciembre, cuando la mujer registró una denuncia por un delito de agresión sexual continuado en la Unidad policial especializada de Atención a la Familia y Mujer de Madrid contra quien fue el primer presidente del Gobierno tras la dictadura franquista (gobernó bajo las siglas de UCD entre 1976 y 1981), y que falleció en el año 2014.
El escrito detalla una serie de presuntos abusos y agresiones sexuales cometidos por Suárez entre los años 1982 y 1985, que habrían comenzado cuando ella tenía 17 años y él 50. Según la denunciante, los hechos se alargaron durante tres años marcados por una situación de "intimidación ambiental y un abuso de superioridad" en la que el entonces expresidente se sirvió de su posición de poder para someter a la menor.
De un asesoramiento a una filiación
El primer contrato se habría producido el 23 de noviembre de 1982, cuando la joven —que había pedido asesoramiento académico al político— fue citada en el despacho de la calle Antonio Maura de Madrid. La denunciante relata que, entonces, Suárez ya le hizo preguntas de índole personal y sexual —como si tenía pareja o si tomaba anticonceptivos—. Tras varios encuentros de carácter aparentemente profesional o de mentoría, el primer episodio de agresión grave habría sido el 4 de marzo de 1983: el expresidente se lanzó sobre ella en el sofá del despacho y le "robó" su primer beso. "Introdujo su mano por dentro de mi camiseta y debajo del sujetador me manoseó los pechos", añade la mujer. Acto seguido, la denuncia detalla una felación obligada bajo coacción. La chica se quedó "totalmente bloqueada" y no supo "poner nombre a lo que había pasado": "Pensaba que era un hombre con mucho poder y que si me negaba a lo que él quería podría arruinarme más la vida".
La denuncia también describe encuentros en el domicilio particular de Suárez en la urbanización de La Florida de Madrid, en agosto de 1984. Aprovechando que la familia estaba de vacaciones, el expresidente la citó en su casa. La denuncia detalla una escena en el dormitorio de uno de los hijos del político, donde la habría intentado penetrar "por detrás". "Me hacía daño y me giré. Le pedí, por favor, que no lo hiciera", relata. Los presuntos abusos habrían terminado a finales de 1985, cuando la denunciante le pidió por carta que la dejara "en paz". Sin embargo, Suárez le respondió que "no aceptaba la renuncia" y habría llegado a presentarse ante el portal del domicilio de los padres de la joven.
Dos personas más señaladas
Suárez —ya fallecido— no es el único señalado, sino que la denuncia también apunta a su entorno profesional. La denunciante considera que al menos dos personas, un secretario y una secretaria, que tuvieron una participación como "cómplices o encubridores" en tanto que gestionaban las citas y facilitaban los encuentros en el despacho. Ahora bien, el escrito reconoce que es probable que los hechos ya hayan prescrito. En cuanto a las secuelas, el documento detalla un historial médico de décadas que incluye depresión, tricotilomanía y bloqueos emocionales. También ha pasado por diversos programas de ayuda a víctimas. "Hace 43 años que sufro una revictimización que para mí ha sido constante", afirma, haciendo referencia al enaltecimiento público de Suárez en medios de comunicación e, incluso, en series como la recién estrenada Anatomía de un instante —y no olvidemos el cambio de nombre del Aeropuerto de Barajas—.
Con todo, la denunciante solicita que se admita a trámite el escrito y que se practiquen las diligencias necesarias para esclarecer los hechos. Su objetivo es, al final, que se reconozcan. Y si ha tardado tanto en denunciarlos, ha sido por la "trascendencia social" y la "posición de poder del autor principal". Sin embargo, es cierto que los hechos ya habían sido "verbalizados" en fechas próximas a cuando tuvieron lugar. La mujer escribió una carta a Suárez en el año 2003 en la que le recriminaba la violencia cometida veinte años atrás. No obtuvo respuesta, pero días después de enviar la misiva recibió una llamada breve sin voz al otro lado del teléfono.