El queso es uno de esos alimentos universales que despierta pasiones y rivalidades. Cada país presume del suyo: Francia con sus cremosos brie y camembert, Suiza con el emmental o el gruyer, Holanda con su inconfundible gouda y, por supuesto, España, con joyas como el manchego o el cabrales. Pero entre tantas variedades, hay uno que destaca no solo por su sabor, sino por su precio desorbitado: más de 1.000 euros el kilo. Se llama Pule, y viene de Serbia, concretamente de la reserva natural Zasavica, en la región de Sremska Mitrovica, cerca de Belgrado. Su rareza no es casual: este queso se elabora con leche de burra de los Balcanes, una raza autóctona de la que apenas quedan 120 ejemplares en el mundo.

El queso que cuesta a más de 1.000 euros el kilo

El Pule es, literalmente, un producto de lujo. Su precio se explica por varios factores, empezando por la escasísima producción de leche de las burras. Mientras una vaca puede producir entre 20 y 40 litros diarios, una burra apenas llega a 300 mililitros o, con suerte, 1 litro al día. Esto significa que para obtener un solo litro de leche son necesarias más de 15 burras, y para hacer un kilo de queso, se requieren 25 litros. La comparación con la leche de vaca es abrumadora: para un kilo de queso tradicional, se necesitan solo unos 10 litros.

Variedad de quesos / Foto: Unsplash

A ello se suma que la leche de burra tiene un bajo contenido en caseína, la proteína que permite la coagulación y da estructura al queso. Este detalle técnico hace que el proceso sea más lento, laborioso y, sobre todo, poco rentable. Además, el ordeño se realiza a mano, tres veces al día, lo que multiplica el esfuerzo y los costes. Todo esto convierte al Pule en un queso casi imposible de producir a gran escala, lo que explica su exclusividad y su valor astronómico.

Pero más allá de su precio, el Pule tiene un valor cultural y ecológico importante. Su producción ayuda a mantener viva una especie autóctona en peligro de desaparición y a conservar un método artesanal único. La reserva Zasavica no solo vende queso, sino que protege un pedazo de historia rural de los Balcanes.

Quesos de distintas intensidades / Foto: Unsplash

Curiosamente, aunque Serbia tiene el monopolio de este manjar, España también ha hecho su propio intento. En Castilla y León, la Hacienda Zorita, en colaboración con la cooperativa Buleza, elabora un queso a base de leche de burra zamorano-leonesa, una raza también amenazada. En este caso, el precio es más “asequible”: unos 100 euros el kilo, o unos 20 por cuña. Una cifra elevada, sí, pero muy inferior al lujo serbio.

España también ha hecho su propio intento de queso de lujo

Al final, el Pule no es solo un queso: es el símbolo de cómo la escasez, la tradición y la paciencia pueden transformar un producto cotidiano en un objeto de culto gastronómico. Una joya comestible que, por su rareza y complejidad, solo unos pocos afortunados podrán llegar a probar alguna vez.