Seguro que alguna vez lo has escuchado o incluso puesto en práctica: la famosa regla de los 3 segundos. Esa creencia popular que asegura que si la comida cae al suelo y la recoges rápidamente, todavía está limpia y se puede comer sin problema. Suena tentador, sobre todo cuando se trata de algo que no quieres desperdiciar, pero un reciente experimento compartido en Instagram por la creadora de contenido @ladyscienceofficial demuestra que esta regla no es más que un mito. Y lo sorprendente es que el resultado del experimento no deja lugar a dudas: lo que toca el suelo, aunque sea por menos de un segundo, ya se ha contaminado.
¿Funciona la regla de los 3 segundos cuando la comida cae al suelo?
Para comprobarlo, la divulgadora utilizó un método tan sencillo como contundente. Dejó caer un alimento al suelo y lo recogió en menos de tres segundos, replicando lo que tantas veces se ha dicho que “no pasa nada”. Después colocó ese mismo trozo en una placa Petri con agar, y al lado puso otro alimento idéntico que no había caído al suelo. Ambos fueron sometidos a las mismas condiciones de laboratorio, a una temperatura de 37 grados, similar a la del cuerpo humano, lo que permite ver rápidamente cómo se desarrollan las bacterias.

La diferencia fue abrumadora. El alimento que nunca había tocado el suelo apenas mostraba signos de contaminación, mientras que el que estuvo en contacto con la superficie durante tan solo unos instantes comenzó a formar colonias bacterianas visibles en muy poco tiempo. La imagen era tan clara que no hacía falta ser científico para entender el resultado: la suciedad y los microorganismos no necesitan minutos para pasar al alimento, lo hacen en cuestión de segundos, o incluso de manera inmediata.
Este experimento demuestra que la seguridad bacteriana no entiende de atajos
Esto desmonta de manera definitiva esa costumbre tan extendida que se transmite casi como un juego o un truco de abuelos. Comer algo que ha tocado el suelo, aunque sea un instante, significa exponerse a bacterias que podrían provocar desde malestar digestivo hasta intoxicaciones alimentarias serias. El suelo, por muy limpio que lo veamos, está repleto de gérmenes invisibles que pueden transferirse de manera instantánea. Ni siquiera barrer a diario garantiza que no haya microorganismos presentes, y mucho menos cuando se trata de suelos de espacios compartidos. Lo que parece un gesto inocente puede convertirse en un riesgo innecesario para tu salud.
Así que la próxima vez que se te caiga un trozo de pan, una galleta o cualquier otro alimento, quizá lo mejor sea resistir la tentación y dejarlo en el cubo de la basura. Más vale perder un pequeño bocado que arriesgar la salud por confiar en una regla que, aunque suene simpática, no tiene ninguna base científica. Al fin y al cabo, lo que este experimento demuestra es que la seguridad alimentaria no entiende de segundos ni de atajos.