La Diada nacional de Catalunya de este 2025 es la segunda que afronta Lluís Llach como presidente de la ANC, pero también es la segunda que encara Salvador Illa como president de la Generalitat. Ante la situación actual de una falta de mayoría independentista y con el protagonismo de Junts y Esquerra Republicana como partidos clave para la gobernabilidad del PSOE en el Gobierno, Llach analiza la situación actual del independentismo, sus pactos con los socialistas o el auge de partidos como Aliança Catalana en una entrevista en El Nacional.cat. Llach ha participado de la Diada como un independentista más, pero, este año, encabezará la manfiestación independentista que empieza en el Pla de Palau de Barcelona a las 17:14h al once de septiembre y acaba en la Rambla, 1, de Barcelona. La Diada de este año, que también es descentralizada con Barcelona, Girona o Tortosa como epicentros, tiene como principales argumentos la vivienda, el caos de Rodalies, la cultura o la lengua.

¿Cómo afronta la Diada nacional de Catalunya de este año? ¿Es optimista?
La gente que estamos en la Assemblea somos optimistas porque tenemos fe que el mejor camino que tenemos para hacer es la independencia. Pero es verdad que el independentismo está en horas bajas. Las entidades hemos notado también el desencanto de mucha gente desde el año 2019. Lo cogemos con optimismo, pero creo que hemos tocado fondo después de que el president Illa cogiera el poder. Lo que nos toca es dar una patada a fondo y empezar a subir. Tenemos ganas que llegue y de ver a la gente. Si seremos más o menos, será la gente quien lo decidirá.

La Asamblea se tiene que adaptar a esta nueva situación y prepararse como herramienta. Estamos donde estamos, hay que volver a picar piedra, hay que rehacer las estructuras sociales fuertes... Hay más motivos que nunca. En el momento de más desencanto, las fuerzas autonomistas y del Estado español dan más motivos que nunca. Antes has hecho una lista de nuestros argumentos para la manifestación, pero te has dejado lo más importante: El del espolio, que es la madre de todas las batallas. Es culpa del espolio que la sanidad no funcione o que los trenes descarrilen. Nosotros perdemos cada año 22.000 millones de euros y Alemania, que es el gran poder económico europeo, le da a la Unión Europea cada año 20.000 millones de euros. La comparación es bestial. Y eso no hay ninguna sociedad que lo aguante, ni la catalana, que es la cuarta o quinta región europea con más dinamismo económico. Si tú miras la tendencia de todas las magnitudes micro y macro de Catalunya, ves como esta chupada de cada año del Estado para que viva bien a nosotros nos va empobreciendo.

 

¿Con este año de Govern de Salvador Illa y el PSC a la Generalitat, cree que estas setas están floreciendo?
No se tiene que ahorrar la autocrítica de cuando el independentismo estaba en el Govern. Muchas cosas que hoy están pasando viene de la época en que el independentismo estaba al poder, aunque es un poder relativo con la represión. Una de las cosas que podrían haber hecho es inspeccionar como iban las escuelas con el catalán y, si no te dan suficiente dinero, plantarte. Los partidos independentistas tienen la clave del ejecutivo y, en vez de ejercer eso con un poder determinante, vemos una amnistía que no acaba de llegar, que amnistía a los policías y que cuesta mucho amnistiar a personas del ámbito independentista. El exilio también continúa y otro partido que pide la singularidad de nuestra economía, y se va confirmando que es otra tomadura de pelo.

¿Cree que Junts, ERC y la CUP están haciendo una buena oposición al Govern de Illa?
No, ninguno de los tres. La CUP está siempre muy acomplejada por el aspecto social, y yo lo entiendo, porque es muy importante, pero mira mucho su competencia social españolista. Aunque hay un sector de la CUP que sí que lo entiende, tienen que entender que la liberación nacional tiene que ser prioritaria por encima de todo, porque todo el resto es demagogia. Pensar que sin independencia podemos hacer vida social, leyes, inversiones o invertir es imposible. Nos tienen el dinero, las herramientas y las normativas. El independentismo tiene que hacer confrontación. Cuando los partidos independentistas hacen autonomismo, hacen el ridículo.

¿Qué opina de la reunión entre el president Puigdemont y el president Illa?
El president Illa no ha ido a ver al president en el exilio, sino al presidente de Junts per Catalunya, porque lo que le interesa son sus votos. No hay en el gesto del Illa ningún tipo de reconocimiento institucional que permita incluso que un defensor del independentismo sea valorado de otra manera. No se le visitó como president en el exilio, porque Illa es incapaz de hacerlo. No le sale del corazón. Lo visitó por cuestiones de Sánchez, por eso festejaron juntos en Lanzarote y hubo instrucciones.

¿Es un error tal como se planteó la reunión?
No, no es un error, supongo, dentro el que se podría llamar política posibilista de autonomismo. Pero eso no favorece nada a lo que podrían llamarse actitudes independentistas y que el Gobierno y el gobierno catalán se sientan mínimamente amenazados. Con todos los respetos para el president en el exilio, pero es que eso son errores que obligan al hecho de hacer autonomismo. Una vez un partido es independentista, hacer autonomismo es ridículo.

¿Pero como el independentismo tiene que tratar a los socialistas? ¿No se tiene que pactar en ningún caso?
Se tiene que tratar con mano de hierro, como ellos hacen.

¿Es decir, no pactando en ningún caso?
No, o pactando y ganando. Lo que no puedes hacer, continuamente, y desde hace dos o tres años, es pactar para perder. Y si tú ves que en algún momento hayamos ganado, avísame. En cambio, hacer autonomismo para pactar y perder, pues no. Después tendríamos que hablar si conviene estabilizar o desestabilizar el Estado, pero que tú pidas unas condiciones y que tengas el poder del ejecutivo en tus manos y que no lo hagas bien, y que te tomen el pelo, pues yo lo siento mucho... Es posible que el president en el exilio tenga que hacer lo que hace. No lo discuto. Ahora, desde un punto de vista independentista, todos sabemos que el president en el exilio no ha sido requerido ni recibido como president en el exilio. Estos gestos, aunque quizás son convenientes desde no sé qué punto de vista político, acaban blanqueando unos partidos políticos que se han demostrado muy efectivos a la hora de escarnecer, perseguir y castigar el independentismo. Cuando el poder judicial nos perseguía a nosotros, ellos eran con una sonrisa, felices. El señor Illa hacía unas declaraciones que se tendría que esconder.

Entrevista a Lluis Llach, presidente de la ANC / Foto: Carlos Baglietto
Entrevista a Lluís Llach, presidente de la ANC / Foto: Carlos Baglietto

¿Cómo está la relación de la ANC con Junts, ERC y la CUP?
Nosotros con los partidos tenemos conversaciones, porque los conozco. Nosotros a los partidos, de momento, no les tenemos que decir nada, porque lo que hacen en el contexto actual no nos interesa demasiado, porque no vemos política independentista. Quizás ellos piensan que dentro de veinte o diez años podrán hacer independentismo... pero la Assemblea no está por eso. La ANC está para recoger toda la fuerza independentista del país, que es inmensa, más en un 40%. Por eso el Estado nos trata así, y somos burros de no utilizar eso. Nosotros nos dirigimos mucho más a lo que es la masa social independentista para decirle: escuchad, organicémonos, estructurémonos, mirémonos, cojámonos de las manos otra vez y pongámonos protagonistas del independentismo porque, o lo hacemos nosotros, o no nos lo hará nadie. Cuando hablemos con los partidos es cuando tengamos realmente una sociedad nuevamente cohesionada. Cuando la ANC hace años pidió al president que pusiera las urnas estaba porque tenía bastante en la calle y hacía que el presidente dijera: quizás sí. Ahora, nosotros lo que tenemos que hacer es picar piedra, convencer este más de 40% de independentistas que la ANC es la herramienta actualmente disponible. También hay otras entidades independentistas, como la AMI, la gente que quiera trabajar en cultura, el Consell de la República.... Pero o nos despertamos o la desnacionalización será impresionante.

¿Usted fue muy crítico con la investidura del president Illa? ¿Cómo valora un año después el grado de cumplimientos, o no cumplimientos, del pacto?
Me reafirmo en todo lo que dije. Es un señor que yo pienso que su actividad política no tiene méritos especiales y tiene unos cuantos escándalos económicos detrás suyo. Era muy aficionado a ir a las manifestaciones de Sociedad Civil Catalana cuando ningún socialista iba. Es ideal por el trabajo que quiere hacer, que es la españolización de Catalunya. Si yo fuera un ministro, es el mejor president que se puede imaginar. Si me preguntas como una persona independentista, este señor yo creo que contradice todos los principios fundacionales de lo que era el Partido Socialista de Catalunya. El PSC no se fundó por eso, ni se hizo el acuerdo con el PSOE por eso. Y a mí, como soy viejo, me sabe mal.

Una de las cuestiones que ha impulsado este gobierno es el Pacte Nacional per la Llengua. ¿A ustedes no les llamaron, no?
Nosotros no fuimos. Si nos hubieran llamado, no habríamos ido. Yo he dicho a todos los compañeros de las entidades que estuvieron, algunos muy amigos, que eso es lavar la cara a un president que solo quiere lavársela, pero que no quiere que la lengua prospere por ningún lado. Solo se tienen que escuchar sus discursos. A mí me pareció un error.

¿No tiene ninguna esperanza?
No, ni una. Todo lo que hacemos nosotros no nos lo hará nadie. Yo creo mucho más en campañas como Mantinc el Català, lo que pueda hacer la conjuminación de la AMI con Plataforma per la Llengua, lo que hacemos nosotros y, sobre todo, la gente en la calle. Tenemos que defender lo que yo digo los parámetros nacionales de convivencia, que es aquello que define una nación. Se dice que es una nación cuando tiene unos parámetros nacionales de convivencia que son clarísimos. Y aquí viene desde una historia hasta una lengua una cultura, una manera de organizarse la sociedad, que va desde los castellers hasta los centros excursionistas. Somos una sociedad totalmente diferente de la española y de la francesa. Tenemos unos parámetros nacionales y esta gente lo que quiere es que desaparezcan, porque si desaparecen estos parámetros nacionales desaparece la nación. Es una obsesión que tienen desde hace más de trescientos años y no se detienen. Empezaron en 1714 expoliándonos, prohibiéndonos las instituciones y prohibiendo la lengua. Somos una colonia.

 

Próximamente, habrá la sentencia sobre la inmersión lingüística en el Tribunal Constitucional. ¿Cómo se tiene que reaccionar?
Ya vamos muy tarde. ¿Cómo es que en gobiernos independentistas no se hizo el cuerpo de inspectores para hacer que las escuelas funcionen? La gente se piensa que solo es un 25% de castellano en las aulas, pero es que actualmente es mucho más. ¿Pero de qué cojones estamos hablando? Tenemos que luchar como personas, hablando catalán y vigilando y denunciando aquellas escuelas que no cumplan las leyes. También grupos de abogados que defiendan estas denuncias porque, si no, se detienen a la primera queja que llegan. La AMI también puede hacer un trabajo desde los ayuntamientos importantísimo. Todo eso es lo que tiene que hacer el independentismo.

Gran parte de la política catalana está centrada en Madrid. ¿Cómo ve eso y cómo ve que los partidos independentistas, Junts y ERC estén aguantando al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez?
Si tienen este poder lo tienen que rentabilizar, pero no lo hacen. Si es que hacen posibilismo autonomista no lo hacen bien, es clarísimo. Las ganancias las podríamos cuantificar y son, no escasos, sino paupérrimos.

¿Cree que habrá elecciones de aquí poco?
Sí. Creo que hay un profundo golpe de estado institucional del poder judicial. Siempre se dice que el PP utiliza el poder judicial, pero a mí eso me parece una inocentada. El poder judicial, que es un poder de estado muy determinado y representa la podredumbre, es quien realmente utiliza al PP. Su finalidad es desbancar lo que ellos consideran que son los que les cogen el poder, que es el PSOE. El PSOE, cuando nos reprimían a nosotros, giraban la espalda e, incluso, colaboraban. Ahora resulta que nos viene a pedir ayuda. No quiero decir con eso que sea más conveniente una cosa o la otra, pero lo que sí que claro está es que este Estado, en la actualidad, los independentistas tienen el poder legislativo en sus manos. Lo pueden descomponer y, por lo tanto, pueden llevar una crisis de ejecutivo. Si realmente quieren negociar autonomismo, que lo hagan bien. Y si realmente se llaman independentistas, yo creo que tendrían que ir en otra dirección.

¿Pero, en cambio, se tiene que seguir luchando por cuestiones como la oficialidad del catalán en la Unión Europea o la delegación de las competencias de inmigración?
Sí, claro está.

¿Cómo se hace?
Marchándose del Parlament, si hace falta. Si fracasan, eso es el juego político... Lo que se pretendía con los trenes era lo que ha hecho del Estado. Quiero decir, espero que Esquerra Republicana repase bien el papel. Si no cumplen, demuestra tu fuerza seriamente.

¿Usted cree que lo que hacen es autonomismo?
Los resultados son autonomistas, digámoslo al revés. Y en política no son las palabras, sino que son los resultados y los hechos son lo que cuenta. Hasta ahora, no hay ninguna independencia.

Entrevista Lluis Llach, presidente ANC / Foto: Carlos Baglietto
Entrevista a Lluís Llach, presidente de la ANC / Foto: Carlos Baglietto

Antes mencionaba que la política catalana estaba muy focalizada en Madrid. ¿Usted cree que es un error y que tendría que centrarse mucho más en la política del Parlament de Catalunya?
Lo que pasa es que el independentismo no tiene la capacidad de dominar el Parlament con la composición actual. Tenemos que procurar desde las entidades y fuerzas de la calle que el independentismo vuelva a vehicular la suya bastante hacia las instituciones. Nosotros necesitaremos el Parlament para vehicular el más del 40% de fuerzas independentistas. Están los tres partidos que están desde hace tiempo y los nuevos que vengan hace falta espolearlos para decir: el independentismo en este país puede volver a ser mayoritario, solo es un problema de movilizar a la gente independentista.

Ahora mencionaba los nuevos partidos. Aliança Catalana, que es uno de los nuevos partidos que tiene representación en el Parlament, ha ganado peso. ¿Por qué cree que el independentismo más fastidiado con los partidos políticos y con lo que se ha hecho los últimos años va hacia Aliança Catalana? No se ha sabido vehicular ningún nuevo partido independentista...
Eso creo que se nos ha explicado con experiencias exteriores desde hace yo creo que cuarenta años, sobre todo con el nacimiento del lepenismo en Francia. Cuando la izquierda deja de hacer de izquierda, y la socialdemocracia deja de hacer de socialdemocracia, la defensa de la clase trabajadora y de la pequeña burguesía desaparece del mapa y dejas a toda esta gente indefensa ante un capitalismo desbocado, que es lo que estamos viendo. Cuando van perdiendo derechos económicos y derechos sociales esta gente se asusta. Curiosamente, mucha de esta gente es pobre y busca seguridad en la extrema derecha. Eso pasó con el Partido Comunista francés, que fue el que alimentó el fascismo popular del lepenismo. Aquí todos los partidos demócratas se tienen que hacer críticas, porque si una democracia no la reciclas continuamente y no la perfeccionas, se pervierte. Hago expresamente culpable a la ERC. Las cosas que son problemas sociales evidentes y que tensionan la convivencia, la cohesión o los equilibrios económicos se tienen que tratar y no manipular. Tienes que sustituir la demagogia por la racionalización.
Si no, permites que los discursos simplistas, de ir directamente y a veces con unas connotaciones antiderechos humanos evidentes se vayan imponiendo. En Italia, Berlusconi empezó hace cuarenta años, antes que todo el mundo, y ya tienen sus frutos. Yo no cargo tanto a la derecha, sino a la falta de papel real, no solo de la izquierda-izquierda, sino sobre todo de un invento que funcionó los primeros años después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la gente estaba muy asustada, que era la socialdemocracia. Fue el gran invento de Europa y que la Thatcher se encargó de empezar a destruir con la alianza moral de Juan Pablo II. Fabius, González, Papandréou y Craxi renunciaron explícitamente. La mundialización, que ha tenido algunas ventajas, ha dejado sin poder político a las clases políticas y eso hace que la gente busque soluciones simplistas que no han sido nunca soluciones a través de la historia.

También parece que cada vez más jóvenes utilicen esta vía...
Dicen que hay esta tendencia. A mí me gustaría ver en el futuro qué pasa, porque también hay una contrarreacción. También estamos en un momento en que el efecto Trump lo distorsiona todo. En el caos que ya tenemos en el mundo occidental, el efecto Trump lo acaba de meter todo en el aire. Además, también ves la indefensión de una Europa como posible proyecto democrático y de convivencia, pero es una Europa del egoísmo, del liberalismo más salvaje y rendida a lo que diga el presidente americano. Con este panorama no me extraña que la gente busque soluciones de estas chillonas y simplistas, pero que normalmente han acabado siempre con un caos y un drama.

 

¿Se tiene que cambiar de estrategia con Aliança Catalana?
No lo sé. Yo creo que se tiene que cambiar de estrategia en respeto a la sociedad en general. No se puede ser socialista como es un socialista hoy. No se puede ser de izquierdas como es una persona de izquierdas hoy. Y no se puede ser cristiano como es un cristiano. Todo eso se tiene que cambiar y se tiene que reestructurar todo lo que son las semánticas democráticas que dominan el mundo occidental, que no queda ni una. Mi refugio actualmente son los derechos que durante estos cien años las democracias, con todos sus defectos, han ido constituyendo. Las líneas rojas corresponden a eso. Por lo tanto, si un partido atraviesa líneas rojas por el lado de derechos humanos se tiene que reestructurar toda una alternativa política.
En Europa empieza a haber muchos movimientos filosóficos que empiezan a decir que tenemos que reinventar otra manera de convivir en Europa y como adaptan lo que era la antigua socialdemocracia de los años sesenta en los 2020. Que hoy parezca más racional un dictador déspota como el Xi Jinping, que lo que pasa en la gran democracia del mundo, yo encuentro que hay mucha gente que está en pánico.

Entrevista a Lluís Llach, presidente de la ANC / Foto: Carlos Baglietto
Entrevista a Lluís Llach, presidente de la ANC / Foto: Carlos Baglietto

¿Volviendo al independentismo, cree que el movimiento independentista, sea los partidos o las entidades, tiene problemas para conectar con los jóvenes?
No. Tiene problemas para conectarse con él mismo y, por lo tanto, con jóvenes y viejos. El año pasado fui a enseñar la camiseta, que es lo que estoy haciendo ahora, al Canet Rock. Había 25.000 niños, algunos con una bandera, y cuando salí empezaron a llamar "independencia, independencia, independencia." Este año, un año después, ya no tuvimos que vender banderas, porque los niños las traían de casa. Al Cabró Rock también había un montón de gente llamando independencia y los grupos musicales de jóvenes que cada día estaban con eso. Yo creo que no es un problema de conectar con los jóvenes, sino un problema de conectar el independentismo entre ellos mismos, conectar las generaciones, conectar las necesidades, porque tenemos más motivos que nunca.
Estamos ante una crisis absoluta de valores. El fascismo español es terrífico y ya está aquí y ganará, mientras en Catalunya parece que no pueda ganar. No es una cosa que sea un problema independentista, es un problema de civilización, porque estamos al final de un sistema que ya no se aguanta y que se tiene que reinventar de alguna forma. Y los que dominan el sistema están pretendiendo que se aguante a favor suyo. Y la gente que querría cambiarlo, no sé si tiene suficiente poder para cambiarlo. La única herramienta que tiene la gente para cambiar y mejorar este sistema todavía es la lucha democrática.

La situación actual del independentismo es la que es. ¿Cómo espera que el año que viene esté?
Seguro que estará mejor.. ¿Sabes por qué? Porque peor ya no se puede estar. Las condiciones en las cuales convive el independentismo y esta sociedad son tan perentorias, los disparates económicos que se acercan también son tan fastidiados, la deuda del estado español es tan bestia, que las condiciones de convivencia en Catalunya serán difíciles desde todos los puntos de vista. Sabemos que somos una sociedad que si nos pudiéramos realizar por nuestra cuenta nos podríamos confrontar a los retos que vienen con muchas más posibilidades y no es para volver a recordar los 22.000 millones de déficit fiscal, pero el otro día decía un economista que desde el año 80 ya son 400.000 millones de euros. Mientras tanto, hacemos autonomismo ridículo como lo que estamos haciendo y discutimos si cobremos más que Andalucía o menos. Es la tomadura de pelo continua de un Estado que nos pisa con el pie al cuello militar, con el pie en el cuello económico, y con el pie en el cuello nacional con un gobierno que la desnacionalización hace casi un criterio normativo de conducta.