Al otro lado del Atlántico, decenas de apellidos de origen catalán circulan desde hace generaciones. Están en las placas de las calles, en bibliotecas, en nombres de políticos y artistas, e incluso en gobiernos enteros. Pero, claro, en Latinoamérica a menudo se pronuncian de una manera que haría fruncir el ceño a cualquier filólogo de la Universitat de Barcelona.
❓ El misterio de los apellidos catalanes acabados en -as
📖 Este es el apellido catalán con más historia
Eso es justamente lo que muestra un vídeo que ha arrasado en TikTok. La usuaria puertorriqueña @ratonadebibliotecapr juega con su amiga Cristina (catalana de pura cepa) a comparar cómo se pronuncian realmente algunos apellidos catalanes y cómo han quedado adaptados, deformados o directamente “españolizados” en los países latinoamericanos. El resultado es un festival fonético.
Los apellidos catalanes mal pronunciados
Un caso habitual es quizá el de Puig. En Puerto Rico todo el mundo conoce a la tenista olímpica Mónica Puig…, pero allí su apellido se convierte en Puch. Cristina se apresura a corregirlo con el sonido particular catalán que combina una u con una i y termina con una tx suave. Algo parecido ocurre con Pujols, convertido en Pujols a la española, con la j fuerte, cuando en catalán suena con una j suave y una l final clara.
Algunos apellidos, además, esconden significados cotidianos en catalán, que en América se pierden por completo. Domènech, reducido a Domenac, es un nombre de origen cristiano ligado al domingo. Alemany (que al otro lado del mundo suena como Alemani) en catalán significa, literalmente, 'alemán'. Fuster se transforma en Fuste, perdiendo la r final y, con ella, la conexión directa con la madera (fusta en catalán) y con el oficio de carpintero.
Ferrer sufre una metamorfosis parecida: allí se convierte en Farré, cuando en catalán proviene del hierro (ferro) y significa 'herrero'.
@ratonadebibliotecapr Pratt, Pratts, Dalmau, Barceló y Bacardí también son apellidos catalanes.
♬ original sound - Ratona de biblioteca 📚💻
Colores, lugares y dificultades
El vídeo sigue con Roig, que en Puerto Rico se convierte en Roch, aunque en catalán quiere decir simplemente 'rojo'. Rosselló, en boca latinoamericana, se convierte en Rosello, pronunciado tal como se lee en castellano, mientras que Martorell les resulta difícil por el reto de la ll final.
Otros apellidos como Coll se pronuncian casi igual, pero sin la sutileza de la ll, de modo que se convierte en Col. Reixach se convierte en Resach y Bosch pierde el aire duro del sonido sc catalán a final de palabra y se queda en un Bosch más plano.
Una herencia viva
La lista no termina aquí: Ripoll, Font, Pont, Serra o Malaret son apellidos catalanes habituales en Puerto Rico, Cuba o República Dominicana. Son vestigios de una emigración catalana intensa en el siglo XIX y principios del XX, que dejó huella en la política, la cultura e incluso en la toponimia.
El juego lingüístico del vídeo no es solo una curiosidad simpática: revela hasta qué punto los apellidos viajan, se adaptan y cambian con la lengua del país que los acoge. Y, al mismo tiempo, cómo todavía hoy mantienen un hilo invisible con sus raíces catalanas.
Quizá no haga falta enfadarse si en San Juan alguien dice Puch en lugar de Puig. Al fin y al cabo, lo que importa es que estos nombres siguen vivos, reconocidos y presentes en la vida pública latinoamericana. Aunque sea con acento caribeño.