La sorprendente dimisión del primer ministro, Sébastien Lecornu, este lunes por la mañana ha sacudido la vida política en Francia, un país que atraviesa una grave crisis política que ya ha provocado la dimisión o censura de cinco primeros ministros desde la inauguración del segundo mandato del presidente de la república, Emmanuel Macron, tres en menos de un año. La decisión tomada por Sébastien Lecornu solo 13 horas después de haber anunciado una parte de su equipo de gobierno, aboca al presidente francés, Emmanuel Macron, a optar entre un cada vez más reducido abanico de opciones: el nombramiento de un nuevo primer ministro (quizás socialista, o próximo a los socialistas), la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas (con la extrema derecha al frente de las encuestas), o su (poco probable) dimisión del cargo. Acorralado por sus aliados descontentos en la derecha (Los Republicanos y la UDI), y los cuatro partidos de izquierdas que habían amenazado con la censura en la Asamblea Nacional, donde estaba previsto que mañana martes pronunciara su discurso de política general, a Lecornu solo le quedaba la dimisión. Esta cuestión plantea varias salidas para Macron para intentar atajar la crisis política que atraviesa el país.
Nombrar a un nuevo primer ministro: ¿una cohabitación?
Fuera del ejecutivo liderado por la exsocialista Élisabeth Borne, que ejerció el cargo de primera ministra entre mayo de 2022 y enero de 2024, ya son cuatro jefes del ejecutivo seguidos del segundo mandato de Macron que no llegan siquiera al año en el cargo.: Gabriel Attal (desde enero de 2024 a septiembre de 2024, después de las últimas elecciones legislativas), Michel Barnier (septiembre de 2024 a diciembre de 2024), François Bayrou (diciembre de 2024 a septiembre de 2025) y Sébastien Lecornu (27 días, del 9 de septiembre al 6 de octubre de 2025). Después de Lecornu, considerado como la última carta que le quedaba por jugar a Macron, al jefe de Estado le quedaría la opción de buscar un nombre entre las filas del macronismo en crisis, pero es algo que incluso algunas voces dentro del partido rechazan. “A quienes todavía piensan que podríamos gobernar sin la izquierda, les digo: se equivocan”, ha escrito en las redes sociales Agnès Pannier-Runacher, ministra en diferentes carteras desde 2020 y partidaria del presidente Macron desde el primer día.
Una cohabitación, es decir, la convivencia entre un presidente de la república de centro y un primer ministro de otra ideología política, es precisamente lo que piden desde la izquierda. La coalición de los cuatro principales partidos de izquierdas franceses (insumisos, socialistas, verdes y comunistas) Nuevo Frente Popular, obtuvo el mayor número de escaños en las elecciones legislativas de junio de 2024, pero sin conseguir la mayoría en la Asamblea Nacional más dividida de los últimos años. El líder socialista, Olivier Faure, ya se mostró dispuesto a principios de septiembre pasado a asumir el cargo de primer ministro tras la caída del entonces jefe del ejecutivo, François Bayrou, después de someterse a una moción de confianza para sacar adelante su plan de recortes presupuestarios. En este sentido, el secretario general del Partido Socialista, Pierre Jouvet, ha reclamado a la salida de una reunión del partido este lunes el nombramiento de un gobierno liderado por la izquierda: “nosotros no apelamos ni a la disolución ni a la dimisión del primer ministro, nosotros apelamos a las soluciones”.
Convocatoria de elecciones o dimisión de Macron
Otra salida posible es que Macron provoque una nueva disolución de la Asamblea Nacional, lo que daría paso a la convocatoria de unas elecciones legislativas en los próximos meses, opción que reclaman mayoritariamente desde la oposición. “Hemos llegado al final del camino, no hay otra solución”, afirmó la líder de la ultraderecha, Marine Le Pen, que lidera la Agrupación Nacional, el partido que se presenta como la opción preferida por los franceses, según las últimas encuestas. Por su parte, la oposición de izquierdas se reafirma en la cohabitación como primera opción, pero las reclaman como una última opción y afirma, en este caso, que estará lista para hacer frente a la extrema derecha. Quienes piden un adelanto electoral buscan una nueva aritmética de escaños en la Asamblea Nacional que permita la construcción de una nueva mayoría que permita la gobernabilidad del país, actualmente con un parlamento muy dividido incapaz de alcanzar un acuerdo que haga posible la aprobación de los presupuestos para 2026, ya que la Asamblea está fragmentada en tres bloques que se vetan mutuamente (izquierda, centro y derecha y ultraderecha).
El líder de la Francia Insumisa, uno de los partidos miembros del NFP, Jean-Luc Mélenchon, considera a Macron el principal responsable de la crisis política que vive Francia y, en este sentido, ha reclamado “el examen inmediato” de la moción de censura presentada por su grupo político y que cuenta con el apoyo de 104 de los 577 diputados del parlamento. Macron es “el origen del caos”, afirma el líder insumiso. Por su parte, la líder parlamentaria de LFI, Mathilde Panot, ha afirmado que “el problema está en el Elíseo” y que “para ofrecer un respiro democrático al país, se trata de tener unas elecciones presidenciales anticipadas que permitan al pueblo de Francia elegir entre las grandes ofertas políticas que se han hecho al país”. La idea de la dimisión de Macron gana peso también en la derecha, con el presidente de la Asociación de Alcaldes de Francia y alcalde de Cannes, David Lisnard, de los Republicanos, afirmando que “el interés de Francia pide que Emmanuel Macron programe su dimisión”.
Por ahora, sin embargo, la dimisión de Macron no parece el camino más probable, con el presidente decidido a agotar su segundo mandato, que termina en abril de 2027 y después del cual no puede presentarse a la reelección. Las opciones son cada vez menos para el presidente para poner fin a la crisis política que vive el país. En este sentido, la presidenta de la Asamblea Nacional, la macronista Yaël Braun-Pivet, ha afirmado que “el camino del diálogo aún es posible” y ha pedido un “pacto de estabilidad y responsabilidad” a escala estatal con el fin de satisfacer las expectativas de los ciudadanos.