El primer ministro de Francia, François Bayrou, ha perdido este martes la votación de la cuestión de confianza, que él mismo había convocado lanzando un órdago a los diputados a finales de agosto, con 364 votos en contra y 194 votos a favor. Con contundencia, los diputados franceses han rechazado apoyar en el plan de presupuestos del primer ministro, que incluía recortes de unos 44.000 millones de euros y la eliminación de dos festivos, entre otras medidas, que François Bayrou había justificado con el crecimiento de la deuda y el déficit presupuestario públicos los últimos años. La derrota obliga el primer ministro a presentar su dimisión y la de todo el gobierno ante el presidente de la república, cosa que hará mañana martes a las 8 de la mañana. El futuro de Francia está ahora en manos del presidente de la república, Emmanuel Macron, que tiene que decidir entre el nombramiento de un nuevo primer ministro, que tendrá que batallar cada medida con el parlamento más fragmentado de las últimas décadas en Francia, o la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas, como pide el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. El discurso de François Bayrou, que ha durado 43 minutos, se ha centrado en la defensa de su plan de recortes y de sus razones principales: la lucha contra la deuda y el déficit público creciente, que ha descrito como "una hemorragia silenciosa, insoportable".

Como ya habían anunciado anteriormente, todos los partidos de la oposición, a derecha e izquierda del gobierno, han votado en contra de la confianza del gobierno y, por lo tanto, han hecho caer el cuarto gobierno del segundo mandato de Emmanuel Macron como presidente, el tercero en un año. Los 364 votos de la oposición han sido muy superiores a los 194 que han dado confianza al gobierno y, por lo tanto, Bayrou tendrá que presentar su dimisión delante de Macron. El discurso del primer ministro ha tocado temas diferentes como la educación, la inmigración o el poder de las instituciones, pero se ha centrado en la situación financiera del estado francés, y ha advertido que el "riesgo mayor" que recorre Francia es seguir sin cambiar nada", subrayando que "el destino de Francia está amenazado" por una deuda "que nos sumerge" y cuya financiación ya absorbe todo el crecimiento económico del país. El primer ministro ha justificado la convocatoria de esta cuestión de confianza, que muchos han calificado de suicidio político, teniendo en cuenta su debilidad parlamentaria, porque "quería" esta "prueba de la verdad". Dirigiéndose a los diputados a modo de desafío, sabiendo que su suerte estaba echada, les ha dicho que "pueden tumbar un gobierno, pero no pueden borrar la realidad", añadiendo un tono de dramatismo al discurso que ha rematado incidiendo en la importancia histórica del momento.

Una cuestión histórica y generacional

Durante su discurso, el todavía primer ministro Bayrou, ha querido dar importancia a un argumento que ha repetido en las últimas semanas para defender su proyecto de presupuestos y su plan de recortes, definiendo la cuestión de dirigir el déficit y el crecimiento de la deuda sobre el PIB como una cuestión de importancia histórica y de justicia generacional. De hecho, el primer ministro ha tenido que rebajar en algunas intervenciones las últimas semanas su tono contra la generación de los boomers y el pago de sus pensiones, que dice que tensionarán todavía más un presupuesto que ya de por sí se ve apretado por el pago de los intereses de la deuda. Bayrou ha llegado a decir que el crecimiento de la deuda es un lastre para las generaciones que vienen, y que los diputados tienen que tomar una decisión sobre el peso que pesará en las generaciones futuras. Se ha referido, también, al hecho de que la deuda y el déficit condenan las generaciones futuras, así como el trabajo y la creatividad de los franceses, y al hecho de que "hemos roto el pacto generacional" que, según su opinión, representa la base del pacto social.

En este sentido, el veterano político centrista también ha advertido de que "los jóvenes se sienten "sacrificados" y ha abogado por integrar a los migrantes "a través del trabajo, del idioma y del compromiso de respetar nuestros principios de vida". Y al mismo tiempo, Bayrou ha rechazado las "soluciones fáciles" respecto a "los ricos", "objetivos emblemáticos" de los partidos de izquierda, y ha llamado la atención sobre el riesgo de que se vayan de Francia, donde "el 1% más rico de los contribuyentes asume una gran parte de la inversión privada en el sistema productivo". En este sentido, ha arremetido contra la retórica de que "son los ricos los que deben pagar", convirtiendo al multimillonario Bernard Arnault en "una figura emblemática". "Él y sus semejantes se han convertido en los blancos emblemáticos del pensamiento mágico. Son como muñecos de vudú a los que se les clavan agujas para, imagino, golpear sus bolsillos", ha denunciado.

Le Pen pide elecciones y los insumisos, que se marche Macron

Marine Le Pen, líder del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional, ha exigido en su turno de intervención que el presidente de la república, Emmanuel Macron, convoque elecciones legislativas anticipadas, ya que no espera su dimisión diciendo que "la verdadera reconstrucción sería la dimisión del presidente, pero es una cosa que depende de él y yo no espero nada de él", ha opinado desde la Asamblea Nacional, donde ha defendido las elecciones anticipadas: "No se trata de un capricho y sí de un instrumento institucional (...) La disolución no es una opción, es una obligación", ha mantenido la diputada. Por su parte, la líder parlamentaria de la Francia Insumisa, Mathilde Panot, ha exigido la dimisión de Macron, a quien ha atribuido la situación de parálisis que vive el país y lo ha acusado de aumentar la deuda: "Las arriesgadas especulaciones del 'Mozart de las finanzas' (en alusión a Macron) nos han costado un billón de deuda adicional". Panot también ha advertido que "caerán" todos los primeros ministros que quieran "salvar" el presidente.

Por su lado, el partido del presidente francés Macron ha criticado el voto contra el primer ministro y las reclamaciones de la oposición para unas elecciones anticipadas, y ha pedido a los diputados "un acuerdo de interés general" hasta las presidenciales de aquí a 18 meses. "Hacer caer el Gobierno es dar mayor inestabilidad en Francia", ha subrayado el presidente del grupo Juntos por la República, Gabriel Attal, quien también fue primer ministro antes de las elecciones legislativas de 2024, que se ha quejado que "algunos hacen política de tierra quemada y privilegian sus intereses antes de que los de los franceses". Por otro lado, el Partido Socialista, ha aprovechado su discurso para cargar duramente contra Bayrou y ha pedido al presidente Macron que los convoque para ponerse al frente de un nuevo ejecutivo. El presidente del grupo a la Asamblea Nacional, Boris Vallaud, ha dicho a Macron que "cumpla con su deber" y ha añadido que "estamos listos, que venga a buscarnos" para tomar las riendas del gobierno. Vallaud ha subrayado que desde que Macron llegó al Elíseo el 2017 “la deuda ha aumentado como nunca” y, ante los planes de Bayrou, que a su juicio añadirían “crisis a la crisis”, ha señalado que los socialistas proponen “otro camino” que supone también “reducir el déficit y la deuda” pero con otra sensibilidad social.

La pelota pasa al tejado de Macron

Con la votación perdida, Bayrou tiene que presentar su dimisión ante el presidente de la república y cesar su gobierno, el tercero que nombra Macron en el último año, desde las últimas elecciones. Sobre la mesa de Macron ahora hay una elección entre dos opciones: o bien el nombramiento de un nuevo gobierno, que tendrá que batallar cada ley y cada política con la fragmentada Asamblea Nacional que ya ha provocado la caída de tres gobiernos, o bien la convocatoria de elecciones anticipadas para renovar la cámara baja del parlamento francés y buscar que los ciudadanos escojan una nueva mayoría. Las encuestas, sin embargo, auguran el mantenimiento de la fragmentación y un aumento de la polarización en unas nuevas elecciones. Por una parte, los partidos de la oposición, a izquierda y a la extrema derecha, se han mostrado decididos a tomar la vara de un nuevo gobierno, pero por la otra, piden a Macron unas nuevas elecciones o, incluso, su renuncia al considerarlo al responsable de la crisis política y financiera que vive el país.