“El cielo bien será, vuelve el mar más azul, de un azul que enamora al mediodía claro: entre los pinos me lo miro... Dos cosas hay que al mirarlas juntas me hace el corazón más grande: el verdor de los pinos, el azul del mar”. Pienso en estos versos del poema Vistas al mar que escribió Joan Maragall mientras me siento en la terraza del restaurante Miramar Beach Club. Este chiringuito, con nombre clásico y pensado para los turistas, es así porque la familia que ha heredado este espacio no podía mantener el anterior y quería darle un canon de transformación, pero manteniendo la esencia del Miramar que conquistó a Vilanova i la Geltrú durante más de cuatro décadas.

Miramar Beach Club: una reapertura mediterránea elaborada

El pasado mes de enero publicábamos el cierre de esta icónica barraca de playa regentada por la familia de Xavier Sánchez, persona de referencia al establecimiento y que murió tristemente. La muerte de Sánchez fue un golpe muy duro para la familia y el entorno del Miramar, que una semana anunciaba el cierre definitivo. Pero solo unas semanas después, una familia adquiría el negocio para hacer las delicias del público local y reabrir con mucha pasión por mantener el legado de un restaurante relevante en la zona y para seguir dando de comer a los comensales en un salto cualitativo de los platos que elabora el cocinero Lluís Gómez.

Ensalada de habas confitadas con jamón ibérico / Foto: Jordi Tubella

Así pues, en pleno calor veraniego cojo el coche enterado de esta reapertura deliciosa y agradecida y me planto al nuevo Miramar Beach Club, de Vilanova i la Geltrú. A primera línea de mar, junto a un ancho y breve paseo asfaltado, la terraza permite contemplar las idílicas vistas azules y la continua efervescencia de las olas. Comer con este paisaje ya es fantástico, pero todavía mejora la experiencia a medida que Lluís va sacando platos de los fogones que ha ideado para estos meses de verano.

Mejillones a la brasa / Foto: Jordi Tubella

Una muy buena amistad con los actuales propietarios es lo que ha conducido a Gómez a aterrizar en un restaurante de playa. “El hecho de encontrarnos delante de la playa lo cambia todo”, dice Lluís sobre un público que siempre busca arroces, pescados y recetas frescas, principalmente. “Queremos dar al Miramar un punto más modernillo de lo que era antes; ir un paso más allá de los típicos arroces y diseñar una cocina mediterránea elaborada”, añade. Ahora bien, el arroz meloso de zamburiñas y berberechos ahumados es impresionante y una oda a los mejores arroces de playa de toda la Costa Daurada. El arroz del señorito; el de gambas y trufa; el de langostinos y setas o el de bogavante son otras apuestas seguras que anoto para la próxima ocasión.

Flor de alcachofa con tocino ibérico y huevo poché / Foto: Jordi Tubella

Sin embargo, tal y como insiste Gómez, en este establecimiento se preparan muchos otros platos maravillosos que me animo a probar como la ensalada de habas confitadas con jamón ibérico, un juego de contrastes textiles entre la dulzura suave de las habas confitadas y la salinidad elegante del jamón cuidado, todo ello con una calidez que sorprende con respecto a la idea clásica de ensalada fría. También hago un bocado de la flor de alcachofa con tocino ibérico y huevo poché, un plato que se despliega como una flor terrenal, con la alcachofa como base firme y el huevo poché coronándola con una cremosidad que lo envuelve todo.

El arroz meloso de zamburiñas y berberechos ahumados / Foto: Jordi Tubella

Pero uno de los platos que me convence para volver, y no solo hacer un chapuzón en la playa de Sant Gervasi, sino hacer una segunda visita a Lluís son, los arroces, por descontado, pero también los increíbles mejillones a la brasa. Un clásico del mar revisitado con ingenio: la cocción a la brasa añade un toque inédito, que se ve reforzado por un suquet tan concentrado y sabroso que invita a mojar pan sin ningún tipo de vergüenza.

Torrija flameada con helado de vainilla / Foto: Jordi Tubella

En los postres, me dejo sorprender por la estrella de Lluís, una torrija flameada con helado de vainilla que pone la guinda al pastel de esta comida espléndida a pie de playa. “Yendo adentro tuyo, dulce mar, penetro la piel delicia de tu azul denso, fascinante, la más grande, profunda caricia”. Citando a la poeta Carme Cabús, os aventuro a acercaros a la delicatessen del color azul mágico del mar mientras devoráis platos de mucho nivel que ingenia Lluís. Este restaurante ha reabierto para tener la persiana subida durante todo el año. Sí que reconocen que harán una pausa en los meses de invierno, pero hasta bien entrado el otoño les podremos disfrutar y nada más empezar la primavera ya podremos volver. Así que solo me queda decir: ¡larga vida a Miramar!