Prácticamente nadie niega ya la existencia de una burbuja inversora con la inteligencia artificial, como tampoco el riesgo de que la retirada de fondos de los mercados norteamericanos pueda frenar la economía de los Estados Unidos, primero, y generar una reacción en cadena después. Las grandes tecnológicas mundiales han apostado miles de millones en esta tecnología revolucionaria y todavía no recogen beneficios, impulsadas por el FOMO (Fear of Missing Out o miedo a perder la oportunidad) y acaparando la mitad del crecimiento de los Estados Unidos. 

El director ejecutivo de Google, Sundar Pichai, dijo en entrevista con la BBC que hay “elementos de irracionalidad” en el mercado de la IA y que ninguna compañía quedaría exenta de las consecuencias si se desinfla la burbuja. 

Hasta la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) ha reconocido los riesgos en su último análisis de perspectivas económicas. “El impacto en las empresas tecnológicas vinculadas a la IA podría ser especialmente grave si se vieran obligadas a rebajar el valor de sus activos relacionados con la IA debido a un rendimiento inferior al esperado”, dice la organización, que alerta de que “las cotizadas de IA han acumulado una deuda sustancial” por estas inversiones. 

El tamaño de la burbuja, desatada por el furor inversor, no significa que no sea una tecnología revolucionaria. Analistas y expertos coinciden en que debe cambiar el mundo del trabajo y las empresas. Pero es muy difícil que las inversiones multimillonarias generen retornos inmediatos o a medio plazo. 

El experto en finanzas y profesor de la Universitat Pompeu Fabra Barcelona School of Management Xavier Brun dice que hay burbuja porque “hay una inversión en oferta muy elevada y se paga un precio muy elevado por metro cuadrado de beneficio”.

Aun así, cree que el impacto será “relativamente bajo para la economía” y que se dará una situación más parecida a la crisis de las puntocom del año 2000 que no a la burbuja inmobiliaria que desencadenó una crisis mundial. “No es una crisis, aparecerán flores buenísimas que crecerán de una forma espectacular”, dice Brun. 

“Es un barrio muy concreto de la ciudad de los mercados financieros que no tiene por qué afectar a la ciudad de los mercados. Hay otros barrios que están más baratos y están fuertes y la gente irá a invertir allí”, reflexiona. 

Brun pone cifras a la burbuja. “Meta, Alphabet, Microsoft y Amazon se gastarán 2 billones de euros, más que el PIB español, en cinco años en inversiones en IA. Si quieren mantener la rentabilidad actual, del 30%, con estas inversiones, deben sumar beneficios que suman cinco veces el valor de Microsoft. Es un beneficio que no suman hoy en día. No entrarán en pérdidas porque generan mucha caja, pero reducirán beneficios”, reflexiona. “Cada habitante debería gastar 220 euros cada año para cumplir las ventas necesarias para dar rentabilidad”, completa. 

“Todo el mundo ha invertido como si se fuera a acabar el mundo y esto ha disparado también la inversión en data centers, de forma que el precio bajará. Pero no han frenado porque no quieren quedarse fuera”. Brun cree que las grandes tecnológicas sobrevivirán a esta burbuja, pero otras como Oracle u Open AI pueden sufrir. “Habrá una ganadora, de la misma forma que las grandes tecnológicas de hoy nacieron de la crisis de Myspace o Yahoo”, completa. 

El riesgo de contagio

El economista y experto en bolsa Pablo Gil es más pesimista. “Las grandes tecnológicas de Estados Unidos, que han aportado la mitad del crecimiento del PIB, tienen cotizaciones muy elevadas y quizás se han endeudado demasiado por las inversiones en centros de datos. Si esto se enfría porque no hay retornos necesarios en los plazos previstos y los inversores retiran su apoyo, esto podría propiciar una caída en bolsa que frenaría el PIB y si Estados Unidos se enfría esto se contagia, podría generarse una potencial recesión”. 

Las empresas conocían el riesgo de esta burbuja, pero “el efecto FOMO les ha hecho entrar en esta carrera, porque si se quedan fuera pueden salir muy perjudicadas”, dice Gil. 

El efecto en los puestos de trabajo, que ya se expresa con los despidos de 600 ingenieros de Meta o de trabajadores de Amazon, llegará de una forma u otra, según Gil. “Si no es por la burbuja, será por la revolución tecnológica de la IA, que afectará a mercados laborales creativos y cambiará la estructura laboral”, dice. “La burbuja de las puntocom no cambió la importancia de internet en nuestras vidas”, reflexiona Gil. “Si pincha la burbuja, la recesión se contagiará porque no hay crecimientos fuertes y saludables en otras potencias”, completa. 

El eco de la burbuja ya se siente en Barcelona, que es la tercera ciudad del mundo que más inversiones extranjeras ha recibido en IA. “Sí, existe miedo a la burbuja”, sentencia Ricard Garriga, cofundador y director general de Trioteca. Pero cree que justamente “las empresas que han invertido en inteligencia artificial sin tener una base serán las que sufrirán”. Y cree que otras, como la suya, lo han hecho con visión y saldrán reforzadas. 

El furor inversor en inteligencia artificial en el 22@, en definitiva, puede frenarse en los próximos meses, como ya sucedió en general en las startups con las subidas de los tipos de interés. Pero para Garriga, las que hayan invertido con más acierto no verán que este freno les perjudique en las cuentas de resultados.