La revelación de una trama de presunta corrupción a gran escala dentro del sector energético ucraniano ha desencadenado una nueva oleada de comentarios de celebración en los medios y despachos oficiales de Moscú. El caso, valorado en cerca de 100 millones de dólares –92 millones de euros– y destapado por la agencia anticorrupción ucraniana en pleno contexto de cortes eléctricos en el país, implica a un empresario vinculado al círculo cercano del presidente del país, Volodímir Zelenski. La noticia ha sido recibida por el Kremlin como un regalo que refuerza su relato sobre un gobierno ucraniano débil, corrupto y totalmente dependiente del apoyo occidental.
La prensa afín al gobierno ruso, no ha tardado en aprovechar la situación. Diarios como Moskovski Komsomolets han calificado el escándalo como “el más grande de la era Zelenski”, describiendo al presidente ucraniano como un líder “ilegítimo” sostenido únicamente por la ayuda militar de Occidente y por la movilización forzada de soldados. Este tipo de discursos refuerzan un mensaje que Rusia repite desde el inicio de la invasión: que Ucrania es un estado fallido que malgasta el apoyo europeo y norteamericano.
En las televisiones estatales, figuras como Olga Skabeeva –una de las presentadoras más influyentes del panorama ruso– han ido aún más allá. Skabeeva ha planteado que la filtración del caso podría no ser casual y que podría estar relacionada con un supuesto intento de Washington de presionar a Zelenski para que se acerque a una negociación de paz. Según esta lectura, el momento coincide con informaciones sobre una nueva propuesta diplomática del presidente estadounidense Donald Trump, lo que alimenta la idea de que el caso podría estar siendo instrumentalizado.
La repercusión del caso: ¿Zelenski, tocado?
Otras voces en antena han especulado sobre posibles consecuencias políticas internas. En particular, la hipotética destitución de Andriy Yermak, jefe de gabinete de Zelenski y figura clave de su gobierno, se describe como un escenario que dejaría al presidente en una posición de extrema vulnerabilidad. Para los analistas cercanos al Kremlin, cualquier signo de debilidad interna podría desencadenar un efecto dominó que erosionara aún más el liderazgo ucraniano.
Diversos medios rusos han presentado el caso como una prueba definitiva de que el dinero enviado por Europa y Estados Unidos acaba desviado. El presidente de la Duma Estatal, Viacheslav Volodin, ha afirmado que “ahora es evidente para todos” que los contribuyentes occidentales están financiando un gobierno corrupto. Este relato busca alimentar el escepticismo en Occidente y debilitar el apoyo a Kyiv en un momento en que Ucrania depende de la financiación internacional para sostener su defensa.
Manipulación estratégica del Kremlin
La televisión estatal rusa también ha aprovechado el viaje reciente de Zelenski a Turquía para insinuar que el presidente ucraniano quería “huir” del problema más que abordar posibles vías de paz. Los presentadores han tildado de “absurda” la justificación del desplazamiento por motivos diplomáticos, recordando que la semana anterior el Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano había descartado cualquier negociación con Moscú a corto plazo.
En paralelo, los corresponsales de Canal 1 han acusado a la prensa europea de minimizar el escándalo. Según la cadena, varios medios de influencia internacional habrían optado por publicar solo breves o bien por dar prioridad a otras historias. Este relato sirve al discurso ruso que denuncia una supuesta protección mediática de Ucrania por parte de Occidente, una afirmación que contrasta con el hecho de que numerosas cabeceras internacionales han informado ampliamente del caso.
Con este escándalo, Moscú encuentra nueva munición para alimentar la narrativa de que Ucrania no es un socio fiable y que Occidente sale perjudicado. En plena guerra y con Zelenski bajo una presión creciente, el Kremlin ve en la brecha interna ucraniana una oportunidad para reforzar su propia narrativa, desgastar el apoyo internacional a Kyiv y presentarse como la parte “estable” en un conflicto que continúa marcando la agenda global.