Le tenemos cariño porque está rica, es barata y pega con todo, pero lo cierto es que abusamos un poco de la patata. Está en todo: en la tortilla, en cualquier guarnición rápida, en los guisos, en el puré, en la ensaladilla rusa y un largo etcétera. Y claro, por muy rica que esté, acaba dominando el menú sin darnos cuenta. Por eso quitarla de alguna receta clásica no solo es posible, puede ser incluso una buena idea. Y si hay un sitio donde la patata parece intocable, es en la ensaladilla rusa.

Adiós a la ensaladilla rusa clásica: una nueva versión increíble

Hasta hoy. Porque esta versión con garbanzos no es un apaño raro ni una opción triste para quien dice que la patata engorda mucho. Es una alternativa ligera, sabrosa, con más proteína vegetal y más fibra. Y lo mejor es que sigue sabiendo a “ensaladilla”, pero con un plus de frescura y un poco más de cuerpo.

Ensaladilla rusa de garbanzos / Foto: Pixabay
Ensaladilla rusa de garbanzos / Foto: Pixabay

Seguro que los garbanzos no eran la primera opción al intentar sustituir la patata, pero en esta receta pegan mucho más de lo que imaginas. Para empezar, los garbanzos aportan mucha más proteína que la patata, lo que hace que esta versión sea más saciante y más completa nutricionalmente. Tienen también fibra, hierro, potasio, y una textura firme que aguanta bien en frío sin deshacerse. Si los usas cocidos de bote (bien enjuagados, eso sí), tienes medio camino hecho en cinco minutos.

Los clásicos merecen un respeto, pero también dales una vuelta con la que sorprender y crear platos mucho más ricos nutricionalmente

Además, los garbanzos tienen ese punto mantecoso cuando los machacas ligeramente que recuerda al de la patata cocida, pero sin quedar tan pesada ni tan dulce. Es decir, no echas de menos la patata, y el cuerpo te lo agradece.

Ensaladilla rusa de garbanzos / Foto: Pixabay
Ensaladilla rusa de garbanzos / Foto: Pixabay

No tiene más misterio que la clásica. Se trata de aplastar los garbanzos ligeramente con un tenedor, solo lo justo para que se mezclen mejor con el resto de ingredientes, pero sin convertirlos en hummus. Luego se le añaden verduras al gusto como la zanahoria rallada, pepinillos en vinagre, pimiento rojo, huevo, atún, maíz y lo que tengas por la nevera. Aquí vale improvisar. Para ligar la mezcla, puedes usar yogur (natural o vegetal), un poco de mostaza, aceite de oliva, zumo de limón y sal. O, por qué no, la clásica mayonesa, que tampoco queremos cambiar la receta de forma radical. Al final, se trata de darle una vuelta a lo de siempre sin renunciar al sabor. Y de paso, quitarle un poco de protagonismo a la patata, que bastante trabaja ya entre semana.