Las reseñas de los restaurantes siempre han estado rodeadas de cierta polémica, sobre todo las del público general. Y es que, una mala reseña puede hundir un restaurante que acaba de abrir. Y no hablamos de una reseña de un crítico profesional con una formación y una experiencia destacada; aquí vale igual la de un señor que se enfada porque no le dejan comer de carta un martes a las 5 de la tarde o no le dejan entrar con un perro que es más grande que el local o dice que el baño no estaba tan limpio como el de su casa. Porque reseñas sin sentido hemos leído todos y, aunque a veces no les damos importancia, sí cuentan en la valoración final. Un 3 sobre 5 en Google hace que muchos descarten un sitio casi de inmediato.
Cada vez menos peso
El movimiento de Google no es un golpe de timón radical, pero sí cambia el tablero. La plataforma ha decidido adelgazar su capa social dentro de Maps y eliminar la posibilidad de seguir a Local Guides (quienes de forma gratuita subían sus reseñas casi de forma profesional y continua). En la práctica significa que ya no podrás “seguir” a tu opinador favorito ni ver cuántos seguidores tiene, y que los datos de seguidores y seguidos se borrarán. Las reseñas, las fotos y las valoraciones seguirán ahí, visibles en las fichas, pero desaparece la idea de construir una audiencia personal dentro de Google. El foco se desplaza del perfil al contenido: menos fama de usuario, más peso para la utilidad real de cada reseña. Lo que aparece primero tenderá a ser lo que el algoritmo considere más útil o más reciente, no lo que publica alguien con muchos seguidores.
¿Qué motivación les queda ahora a aquellos que se esforzaban por escribir críticas constructivas?

Cero motivación
Esto, a los restaurantes, no les aporta ni les quita nada. Es decir, si tú pones una reseña nefasta y una puntuación baja (aunque sea totalmente inmerecida) eso seguirá ahí, contando igual. La diferencia es que la única recompensa que obtenían los Local Guides era algo de presencia, el saber que tenían seguidores y el reconocimiento de una comunidad. Y eso es justo lo que Google ha borrado. ¿Qué motivación les queda ahora a aquellos que se esforzaban por escribir críticas constructivas?
Lo que nos deja claro este cambio es que no hay que casarse con una sola fuente, aunque bien es cierto que era la más rápida y sencilla. Tripadvisor sigue teniendo un volumen enorme y permite filtrar por fecha o por tipo de viajero, útil para confirmar impresiones. TheFork aporta un dato interesante: muchas reseñas se vinculan a reservas efectivas, lo que reduce ruido y ayuda a entender turnos, tiempos y promociones reales. A eso se suman las guías y los críticos locales, que aportan contexto (producto, temporada, sala), y los creadores gastronómicos en redes, que con vídeo muestran ruta, ticket y platos sin filtros. Su transparencia es clave: cuando explican si hay invitación o colaboración y mantienen criterios coherentes, suman. Lo razonable es cruzar fuentes y quedarse con lo que coincide: si Google y TheFork señalan los mismos puntos fuertes y las mismas sombras, probablemente estés muy cerca de la realidad. Y, por lo tanto, de comer bien.