Desde @topcatalanrestaurants visitamos Sant Pere de Riudebitlles, un pequeño pueblo del corazón del Penedès, donde se encuentra el restaurante Del Tros Vins i Platets. Hay restaurantes que no son solo restaurantes, sino que son el reflejo de una manera de vivir. Así es Del Tros Vins i Platets, el proyecto vital de Balbina y Toni, dos apasionados que han decidido construir una vida coherente con su pensamiento: ella como cocinera y él como viñero, siempre con un respeto absoluto por la naturaleza y por la sostenibilidad.
Juntos han creado un universo donde la cocina y la viña dialogan en harmonía, con productos que nacen de su huerto y vinos que elaboran en su bodega Vinyes que Atrapen. Todo ello bajo una filosofía clara: sostenibilidad, respeto por la naturaleza y la voluntad de compartir con quien se sienta en la mesa una manera de ver y entender el mundo.
Cuando fuimos, su idea era empezar enseñándonos las viñas de su bodega Vinyes que Atrapen y su huerto, pero la previsión de lluvia lo impidió. Finalmente, arrancamos comiendo en la terraza, y cuando la lluvia descargó nos tuvimos que refugiar dentro. Una imagen que simboliza muy bien su proyecto: sencillo, honesto y adaptado al ritmo de la tierra.
El restaurante es pequeño, acogedor y muy sencillo, pero lo que pasa dentro tiene una fuerza especial. Balbina cocina con sensibilidad, con mucho respeto al producto y con una autenticidad que se nota cuando hablas con ella y te explica los platos.
Del Tros Vins i Platets es un proyecto muy personal de Balbina y Toni donde la cocina y la viña dialogan en harmonía bajo una filosofía clara: sostenibilidad, respeto por la naturaleza
En esta comida disfrutamos al inicio de unos níscalos escabechados, un pan excelente de Jorba y Capellades, anchoas con piparres de Torrelavit, y una increíble crema de níscalos y rebozuelos anaranjados con tocino y vino rancio. Después llegaron platos con productos de temporada como el congrio con higos, flor de uva y un toque de escabeche; la vaca Parda de los Pirineos con mostaza de higos y ketchup de moras; y la gallina regada con el jugo de los membrillos de su huerto y las patatas del trozo.
Los postres, todos hechos por Balbina, son de aquellos que dejan huella: un sorprendente helado de yogur con rebozuelos y nueces verdes, un pastel de queso con espliego salvaje y el clásico pan con chocolate.
Una experiencia que confirma que Balbina y Toni no solo han levantado un restaurante, sino que han creado una ventana a su manera de vivir y entender el territorio.