Cuando pensamos en frutas tradicionales del otoño, el membrillo suele ocupar un lugar especial. Su forma similar a una pera, su piel rugosa y su característico color amarillo lo hacen fácilmente reconocible. Aunque hoy en día es menos común en las fruterías que otras frutas más comerciales, sigue teniendo un lugar en muchas cocinas, especialmente en forma de dulce de membrillo o acompañado de queso. Pero lo que muchos no saben es que el árbol que da este fruto no se llama simplemente “árbol del membrillo”. Tiene un nombre propio, casi desconocido para la mayoría, y con una sonoridad que recuerda a tiempos antiguos: membrillero o, en su forma más botánica y curiosa, Cydonia oblonga.

¿Cómo se llama el árbol del membrillo?

Este nombre científico, Cydonia oblonga, proviene del latín y, a su vez, de la antigua ciudad de Cidonia, situada en la isla de Creta, de donde se cree que esta fruta fue exportada al resto del Mediterráneo. Según diversos estudios históricos y botánicos, el membrillero fue uno de los primeros árboles frutales cultivados por el ser humano, mucho antes incluso que el manzano. En algunas culturas antiguas, el membrillo tenía incluso un simbolismo especial, relacionado con el amor y la fertilidad, y se cree que era el verdadero fruto que Paris ofreció a Afrodita en el famoso mito griego, no una manzana como se suele representar.

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Membrillo en rama / Foto: Unsplash

El membrillero es un árbol de tamaño medio, muy resistente, de hojas verdes brillantes y flores de un color rosado o blanco que aparecen en primavera. Aunque su aspecto puede parecerse al del manzano o el peral, sus frutos no se consumen crudos debido a su textura dura y su sabor astringente. Para disfrutarlo, es necesario cocerlo o prepararlo en forma de mermeladas, compotas o pastas, como el popular dulce de membrillo que tantas familias preparan todavía hoy de forma artesanal.

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Membrillo / Foto: Unsplash

Lo curioso es que a pesar de su nombre tan musical, el membrillero ha pasado desapercibido para muchos. La mayoría de personas conocen el fruto, pero no sabrían decir cómo se llama el árbol que lo produce. Quizás porque ha ido perdiendo protagonismo en la agricultura moderna, o porque no es una fruta que se consuma directamente, su árbol ha caído en un cierto olvido lingüístico, aunque sigue presente en muchos huertos tradicionales de la península ibérica, sobre todo en zonas rurales.

Redescubrir el nombre de este árbol es también redescubrir una parte de la historia agrícola y cultural del Mediterráneo. En un mundo donde estamos rodeados de frutas exóticas, con nombres llamativos, vale la pena recordar que también tenemos frutas y árboles con una identidad singular, con raíces profundas y nombres tan bonitos como membrillero, que nos conectan con nuestro pasado.

Este artículo ha sido elaborado con la ayuda de ChatGPT y supervisado por un periodista de Elnacional.cat.