Elvis está vivo. Nos lo había advertido la noche del viernes Andrés Calamaro en su concierto en el festival de Cap Roig. Decía el argentino que se lo había dicho un amigo. Y como si de una premonición se tratara, el recuerdo del rey del rock se ha personificado en el mismo escenario de Palafrugell a través de la figura de Chris Isaak. El cantante y compositor estadounidense, con ese porte elegante que ya exhibió hace un año en Barcelona, ha hecho un repaso a sus grandes éxitos en el festival estival de la Costa Brava, demostrando por qué lleva cuatro décadas cautivando audiencias de todo el mundo con su carisma, su suave voz y su romanticismo roquero.
El momento que todo el mundo esperaba
Puntualmente, a las 22.15 horas han sonado las notas de American Boy ante un público que llenaba la platea de Cap Roig. El californiano, de 68 años, pero una presencia magnética que ya querríamos muchos de los que somos más jóvenes, haciendo gala de un gran sentido del humor y con mucha complicidad con los asistentes, ha bajado a la grada y se ha paseado entre una audiencia entregada a la melodía de Here I Stand. Ya de vuelta al escenario, ha sido el turno de Put out your hand, canción en la que, como en el resto del espectáculo, ha dejado claro a base de coreografías, miradas, sonrisas, movimientos y guiños la gran conexión que existe con su banda, la misma casi desde sus inicios: el batería Kenny Dale, el bajista Rowland Salley y, especialmente, el lustroso guitarrista Hershel Yatovitz han sido el complemento idóneo para que Chris Isaak brillase en todo su esplendor.
En todo concierto el público espera un momento concreto. En el de este sábado, los seguidores de Isaak guardaban la hora en que sonasen las notas de Wicked Game, el sencillo que culminaba el repertorio de su álbum más aclamado, Heart Shaped World (1989), éxito amplificado cuando fue incluido en la banda sonora de Wild at Heart del cineasta David Lynch. Una balada melancólica con aroma a Roy Orbison, que explora la complejidad y el dolor inherente al amor y al deseo. El hit no ha tardado en llegar. Todo el mundo satisfecho. La velada, sin embargo, ha ofrecido mucho más. Como las dos versiones que ha ofrecido de sus faros creativos Orbison y Presley. Del primero ha recreado Oh, Pretty Woman, del rey del rock, Can’t help falling in love. Lo dijo Calamaro, Elvis está vivo y ha actuado esta noche en Cap Roig.
Chris Isaak se vuelve loco
Isaak, tupé engominado y seductora sonrisa californiana, lucía para la ocasión un traje rojo con motivos florales brillantes de colores verdes, azules y dorados. Un rockabilly extremadamente elegante que ha seguido seduciendo a los asistentes con esa voz que juega entre tonos suaves, graves y un inconfundible falsete. Entonación sugerente con la que ha seguido recreando lo mejor de su catálogo. Han sonado San Francisco Days y Blue Hotel. El momento acústico e intimista de la velada ha sido para Forever Blue y Blue Spanish sky, preámbulo a un final del show que ha llegado con Big wide wonderful world, momento en el que Isaak ha permitido a sus fans de primera fila hacerse fotos con él mientras tocaba la guitarra.
Era el final falso de todos los conciertos. Minutos después el norteamericano ha vuelto a aparecer en escena, ahora ataviado con un traje chaqueta hecho de pequeños espejos de arriba a abajo, y ha pedido que subiera a bailar gente del público. Invasión de tablas que ha tenido como banda sonora una adaptación del I’ll go crazy de James Brown. El colofón final a más de una veintena de piezas y una hora y media de actuación lo ha puesto The way things really are.