Tumbar una ficha y que el resto vayan cayendo por la presión de la inercia hasta atrapar al PSOE. Mariano Rajoy hace 18 días decidió empezar una partida hasta la investidura que calculó culminaría a finales de julio o principios de agosto. El objetivo último era llegar a la reunión de este miércoles a las 11h en el Congreso, dar la mano a Pedro Sánchez y repetir la consigna que habría difundido previamente el aparato del partido: "No a Rajoy es Sí a elecciones". Albert Rivera no es su socio preferente pero han visto en él la forma de tumbar la negativa socialista. Si Rivera cede, parece más cerca la permanencia en Moncloa. Ferraz puede caer detrás. Ha llevado su tiempo llegar hasta los socialistas.

Un inesperado optimismo reinó en Génova y en el Consejo de Ministros desde el mismo 27-J. Supieron por la prensa que el PSOE no accedería de entrada a la gran coalición y le dieron tiempo para demostrarle que tarde o temprano "debería rectificar" y facilitar al menos un acuerdo de mínimos que dé estabilidad a la legislatura. El techo de déficit y gasto, las multas de la Unión Europea y los presupuestos generales del Estado eran cuestiones que "la oposición responsable" debía atajar. Eso, o "quedaría claro quiénes son los culpables de las terceras elecciones" y del caos: Pedro Sánchez y Albert Rivera, murmuraban los genoveses.

Comenzaron a colocar boca arriba las fichas. Cuando todos los periodistas asumían que la primera llamada sería a la calle Ferraz, los populares dieron un giro inesperado y se reunieron con Coalición Canaria: "tal vez" fue el veredicto a la investidura. Después quedaron con los independentistas catalanes de ERC y CDC y nacionalistas vascos del PNV: "ni hablar" dijeron. Los primeros estaban indignados por el caso Fernández Díaz y los segundos, por los cuatro años de "rodillo" del PP. Con Podemos llegaron a la conclusión que "Gibraltar español" e incluso, esperaron a que pasara el comité federal del PSOE para redoblar la presión tras un veredicto esperado: "No y a liderar la oposición".

Las voces de algunos barones que querían que Sánchez se presentara candidato cuando fracasara Rajoy no despistaron al PP. Este repetía por activa y por pasiva que no había una aritmética alternativa. C's terminó de controlar el fuego sin ser consciente de ello, indicando a Pablo Iglesias que en ningún caso dejaría pasar un tándem PSOE- Podemos, que prescindiría de los independentistas. "Sería absurdo, nunca favoreceremos un ejecutivo de dieciocho partidos" afirmó el presidente de la formación naranja. Con 32 escaños, Rivera no quería volver a intentar "el gobierno del cambio" a tres que le costó la pérdida de 8 diputados. La posibilidad de disolverse ha marcado la agenda de los naranjas y su inercia siguiente.

En Moncloa miraban -en un silencio "marca Rajoy" - como las piezas iban cayendo solas según las leyes de una dinámica que ellos habían soñado. C's cedió ante el portazo del comité federal socialista. Para evitar terceras elecciones y "en pro de los intereses de España" este miércoles Rivera convocó a su ejecutiva para decidir la abstiención y facilitar el gobierno en minoría de Rajoy. La formación naranja se ha tenido que desdecir de los vetos al gallego y la regeneración del ejecutivo popular. No podrá sentar a PP y PSOE en una mesa a tres, el plan A, pero podrá conseguir algunas reformas y leyes puntuales de legislatura, a cambio de dejar pasar al PP, el Plan B.

No es la única tarea que hizo Rivera para dejar la vía libre a Rajoy antes de la reunión con Sánchez. Según supo El Nacional, el político catalán tenía intención de llamar al secretario general socialista para tantear el terreno.

Si C's dejase pasar al PP, el PSOE también se podría abrir a hacerlo por la presión y la "decantación", piensan los genoveses. Podemos ya advertido de que si eso ocurre, ellos serán los líderes morales de la oposición y Sánchez "poco más que un socio del PP". Y mientras todas las fichas llaman a la puerta de Ferraz, este ve cuestionada su autonomía y primero aseguró que "de entrada" No al PP y a su líder y después, que "a día de hoy", no.

Dieciocho días después, el desenlace no se producirá durante la reunión, sino en la segunda vuelta de la investidura. Entonces Rajoy sabrá si culmina la teoría del dominó, o si en realidad los rivales estaban jugando a las cartas y la realidad le hunde el castillo de naipes.