Ciudadanos es Albert Rivera. Ningún compañero del partido habla tras una rueda de prensa del líder, y cuando lo hace, no es para cuestionarlo: su posición genera consenso. Como presidente de C's, Rivera tiene poder formal. Y como político joven con dotes para la oratoria, posee el informal: el carismático, relativo a su persona. Está acostumbrado a que le hagan caso. Antes de dedicarse a la política, trabajaba en un banco y tenía un cargo intermedio. Pero las contingencias de la convulsa investidura han puesto patas arriba a C's, en un momento en que el catalán insiste en mantener el veto al presidente en funciones, Mariano Rajoy. Y por primera vez en la formación naranja, no todos quienes le rodean consideran que está en lo cierto.

La alerta saltó a la luz pública hace unos días. Uno de los fundadores del partido naranja, el catedrático en Derecho Constitucional, Francesc de Carreras, aseguró en un artículo en el diario El País, que Rivera no debe imponer la condición de echar a Rajoy para el pacto de investidura con el Partido Popular (PP). "Meterse en las decisiones de otro partido no parece serio, ni es un buen precedente democrático, más todavía cuando Rivera sostiene, acertadamente, que no es cuestión de sillones sino de programas. ¿Vetar a Rajoy no es hablar de butacas?", aseguraba De Carreras, a quien se suma el periodista Arcadi Espada o el escritor Félix Ovejero.

Con 32 escaños y la pérdida de 8 respecto del 20 de diciembre, Rivera ha pinchado en las elecciones generales españolas. Sin embargo, ha mantenido el poder de negociación para hacer prevalecer la máxima de acabar con la corrupción política. Ese mantra les ha permitido marcar perfil en el tablero político. Una de las condiciones que el partido naranja pone cuando favorece pactos de gobierno es que se eche a los imputados de las listas y los cargos. Lo hicieron en la Comunidad de Madrid con el PP de Cristina Cifuentes y lo hicieron también en Andalucía, con el PSOE de Susana Díaz.

Rivera no quiere que los casos en el PP de Valencia o Madrid queden impunes políticamente y considera que alguien tiene que asumir responsabilidades al respecto. Es lo mismo que piensan las voces que sí están de acuerdo con él, muchas de las cuales están dentro del Comité Ejecutivo. El órgano validó la estrategia del partido el lunes sin enmienda, también cuanto al veto a Rajoy. Pero el texto de De Carreras no es significativo. El catedrático fue profesor del catalán e ideólogo de C's, aunque sus opiniones no tienen poder formal en la organización. La disidencia apareció hace unas semanas entre algunos climas de opinión del partido.

Después de haberse producido el pacto de El Abrazo con el PSOE, algunas voces consideraron que enarbolar la bandera de echar a Rajoy sería contraproducente. C's recibió el 20-D un grueso de votantes procedentes de las filas jóvenes liberales del PP. Tras el acuerdo con los socialistas, la ofensiva de echar al líder popular podría disgustar a quienes estaban descontentos con C's, por el lado de la derecha. El gallego es cuestionado entre algunos votantes azules, pero no parece que en Génova vayan a renunciar a su líder, quien se impuso en las elecciones hace unos días y hace más de medio año. Con 14 escaños más, la permanencia del presidente en funciones parece una cuestión de legitimidad.

Otras voces, como la del miembro de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), Félix de Azúa, serían partidarios de que C 's levantara los vetos a cambio de reformas y medidas programáticas. El PP no se cierra a la reforma de la ley electoral.

Contradicciones

Rivera está poco acostumbrado a que le lleven la contraria y en los últimos días ha incurrido en varias contradicciones. Primero dijo que él nunca colocó la salida de Rajoy como un veto y pocas horas más tarde lo reiteró. Ante ese escenario, ha extremado las condiciones del pacto con el PP. Durante la visita a Bruselas añadió la dimisión del ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, y en el de Interior, Jorge Fernández Díaz. El primero, por incumplimiento del déficit, y el segundo, por las presuntas conversaciones con el Director del OAC, Daniel de Alfonso.

En medio de la confusión, el catalán ha basculado entre apartarse del escenario de negociaciones y tomar el lugar protagonista en el mismo. A opinión de Rivera, es el PSOE quien tiene que dar apoyo a los populares. Según el portavoz, Juan Carlos Girauta, con la abstención de C's tampoco bastaría para que el PP se mantuviera en el poder. Sin embargo, Rivera llamó a Rajoy y al secretario general socialista, Pedro Sánchez, para que se reunieran en una mesa de negociación. Sánchez pidió que no lo incluyeran en la misma y el gallego, con el orgullo fortalecido, reivindicó que la iniciativa de formar gobierno le pertenece a él.

Y así, mientras pasan los días, el PP ha demostrado que su línea de actuación es pragmática y lo podría volver a ser. Si no obtiene los avales para la investidura, Rajoy no se presentará a la sesión. Y si España camina hacia nuevas elecciones, quizás C's podría perder más escaños, como ha recordado Albert Boadella, director de los Teatros del Canal. El contexto y la organización a veces se imponen a las decisiones de los individuos.