¿Qué esperamos de un restaurante de tres estrellas Michelin? Me lo planteo mientras como en el restaurante Cocina Hermanos Torres, de Sergio y Javier Torres, y en la mesa aterrizan platos de factura fina y bien ejecutada, el menú transcurre sin sobresaltos, la sala va como un reloj que Pablo Sacerdote ajusta como si fuera un maestro suizo y Patricio Zárate hace entender los vinos que sirve con un talante próximo y experto.

Cocina Hermanos Torres: así es una comida en un tres estrellas Michelin

Y la respuesta es que a veces pensamos que un tres estrellas tiene que ser una caja de sorpresas, una bolsa de discoteca que refleja mil trocitos de luz, un piromusical. Yo soy de la opinión que tiene que haber de todo, y que ya va bien que unos apuesten por la vanguardia más rompedora, otros sean los garantes de la tradición y todavía otros no sean ni una cosa ni la otra.

Múltiples ingredientes y colores vivos que acompañan el gazpachuelo de dêndé / Foto: Cedida

Cocina Hermanos Torres, donde me han invitado a comer, es un restaurante placentero, pensado en el disfrute directo, donde todo es bueno y todo sale bien, y eso parece poco, pero es mucho, y muy necesario. Porque si es fundamental tener la vista puesta en la innovación, el futuro y la utopía, también lo es hacer que un restaurante funcione al máximo nivel y cumpla a la perfección la esencia y el objetivo principal de su ser: ofrecer una comida que sea deliciosa.

Tartar de calamar con caldo de ave y caviar / Foto: Rosa Molinero Trias

Y así lo hacen los gemelos Torres en esta antigua nave industrial del barrio de Les Corts, donde dominan una tipología de cocina de base y producto español en su gran mayoría, con influencias de países donde han trabajado, como el Brasil. Podríamos decir que Cocina Hermanos Torres es un gran exponente de la cocina española actual en el menú Revolución (310 €, maridaje 195 €), que mira hacia atrás, busca producto de raza, como el cordero de Dehesa de Extremadura, actualiza cuando hace falta y hace aportaciones para ponerle el toque personal, como en el gazpachuelo de dêndé que acompaña el plato de caballa, mejillones, navajas, algas y caviar de kálix, o al ya icónico tartar de calamar con caldo de ave y caviar.

Arroz de tordos / Foto: Rosa Molinero Trias
Un comedor con la cocina integrada que es un espectáculo / Foto: Cedida

Es importante destacar, en más, un fabuloso arroz de tordos que una semana antes del inicio del otoño hace antesala de los mejores platos de caza que ya empiezan a llegar a nuestros tenedores.

Cigala / Foto: Rosa Molinero Trias
Las edades del cacao / Foto: Rosa Molinero Trias

El restaurante está pensado como una cocina con mesas alrededor. La cocina en sí tiene la importancia más grande (ya lo vemos en el mismo nombre del restaurante) y cobra protagonismo justo en medio de la sala que, a pesar de eso, no es nada ruidosa ni se contamina de los olores de ollas y sartenes. El espacio diáfano asegura una sensación de generosa amplitud entre mesas en la sala, que disfruta de un espacio privado, una bodega contundente y ahora, también, una cava de cigarros.