Comentan varios empresarios catalanes que almorzaron este viernes en la sede del Foment del Treball con el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que esta visita a Barcelona ha sido la primera en la que el gallego ha gustado al auditorio. Hubo promesas económicas y fiscales de calado, incluida la rebaja del impuesto de patrimonio, mayor protección para los propietarios de pisos y guiños evidentes para contener la inmigración ilegal. Los más cercanos al PP o claramente antisocialistas quisieron ver el porte de un dirigente que ya se ve en la Moncloa. Los más cercanos a Junts, en cambio, valoraron positivamente las medidas económicas y fiscales, pero echaron de menos un poco más de política si quiere tener los votos. Con pedirlos no es suficiente, remarcó uno de ellos.

Aunque Feijóo hizo esfuerzos por no levantar aristas ni en empresarios ni en el partido de Puigdemont, el PP está aún lejos de lo que debería hacer. El guiño de apelar a los asistentes que votan a Junts —específicamente se dirigió a ellos— para que empujen a la formación independentista a sacar a Pedro Sánchez de la Moncloa, queda como un brindis al sol. Eso no va de discursos más o menos agradables. Se trata de alcanzar acuerdos políticos. Tampoco va de sacar de la fachada de la calle Génova de Madrid las referencias que había de las manifestaciones que el PP convocó contra la ley de amnistía —eso se parece a aquel Aznar que decía que hablaba catalán en la intimidad. Si quieren hablar con Junts, más allá de lo que ya hacen en privado, esta misma semana, sin ir más lejos, tendrán que empezar a poner cosas reales e importantes encima de la mesa.

Si quieren hablar con Junts, más allá de lo que ya hacen en privado, esta misma semana, sin ir más lejos, tendrán que empezar a poner cosas reales e importantes encima de la mesa

Si no será imposible escalar los acuerdos ya alcanzados en materia económica, fiscal o energética a temas de mayor calado. El compromiso de Feijóo de convocar elecciones inmediatamente si tiene los votos para ganar una moción de censura es muy poco atractivo para Junts por tres motivos: hoy sus votos tienen un gran valor político, algo que un gobierno del PP no le puede garantizar. Segundo, abrir la puerta a Vox en el Gobierno español es una losa que Junts no puede llevar sobre sus espaldas. Tercero, el PP aún debe la alcaldía de Barcelona a Junts y a Xavier Trias tras ganar las pasadas municipales, que el grupo de Daniel Sirera en el ayuntamiento regaló irresponsablemente al PSC.

Como en política no hay nada seguro y las expectativas electorales hoy son una y mañana otras, Feijóo haría muy bien en no pasar más tiempo del necesario viendo como Pedro Sánchez se precipita a un pozo aparentemente sin fondo. Es probable que los políticos formen parte de una especie que ni rectifica ni reconoce errores. Pero el 2023 tampoco está tan lejos como par haber olvidado en tan solo dos años que esperar a ver pasar el cadáver de su enemigo no fue suficiente. El muerto estaba bien vivo y aunque después los problemas se le han acumulado, con su oposición política no hubiera tenido suficiente la derecha para conquistar la pole position de la que goza en la actualidad. Ha hecho falta mucha soberbia del PSOE y dosis de prepotencia y corrupción a la par. Y algún empujoncito de los tribunales.