El fin de semana es momento de relajarse y desconectar del trabajo, los estudios y olvidar, durante unas horas, la rutina semanal. Son dos días para hacer otros planes, salir de casa u, otra opción muy válida, quedarse en el sofá abrazando la manta y mirando series y películas. Los sábados y domingos, sin embargo, también resultan ser una oportunidad excelente para descubrir aquellos restaurantes que nos llaman más la atención, pero que entre semana es imposible visitarlos por la falta de tiempo. Para que no tengas que perder tiempo pensando a dónde ir, desde La Gourmeteria te recomendamos 5 restaurantes para probar durante el fin de semana y disfrutar de magníficos platos y lugares.

5 restaurantes impresionantes en pueblos de menos de 1.000 habitantes

Si eres de los que piensa que los buenos restaurantes solo se encuentran en las grandes ciudades, tenemos que decirte que te equivocas de lleno. Sí que es cierto que las grandes guías y listados nacionales e internacionales dan más representación y altavoz a capitales como Barcelona, Tarragona o Girona, principalmente, pero también ponen el foco en aquellos lugares más pequeños que esconden grandes restaurantes que elevan la popularidad de una región entera. Catalunya es territorio de la mejor gastronomía del mundo, y esta se extiende más allá de la montaña de Collserola.

Siurana: cocina tradicional que deslumbra en el Priorat

Siurana es un pequeño pueblo de treinta habitantes ubicado en el Priorat, al regazo de la sierra del Montsant, a 740 metros de altura y que pertenece al municipio de Cornudella. Enriscado en un sitio inexpugnable sobre el río, hicieron falta los caballeros de cuatro condes para someterlo y fue el último reducto de la reconquista en Catalunya. Andreu Bartolomé y Maria Casademunt dirigen el restaurante Siurana donde hace más de cincuenta años que se cocinan comidas tradicionales. Él manda en la sala y Maria en la cocina y su hija Jana los ayuda. En Cal Siurana producen su propia carne de cordero y de cabrito, ahora mismo tienen un rebaño con 800 cabezas que cuidan entre Andreu y dos pastores más.

Casa Roca: un festín de montaña desconocido

Escondido en la cara norte del Montsec, junto a la cuenca de Tremp, encontramos el valle de Barcedana, uno de los rincones más desconocidos del Pirineo leridano. Justo en medio del valle hay Casa Roca, una casa de turismo rural y gastronomía tradicional que da alojamiento y de comer a los visitantes que se acercan. Una casa del siglo XV con una historia centenaria que mantiene la tradición de generaciones pasadas con una calidad excelente y un trato cálido, próximo y casero. Con un menú de mediodía que ronda los 30 € y que incluye entrantes, primero, segundo, postres y vino de nueces, la comida de Casa Roca es auténticamente casera. Una comida con producto de primera calidad que se disfruta en el comedor de casa de los propietarios. Comer en casa Roca se parece más a comer en la casa de los vecinos del pueblo que en un restaurante. Una experiencia inmersiva que no se encuentra en muchos lugares.

Ca la Maria: 60 años de cocina ampurdanesa

Hace más de 60 años, desde 1961, que la familia Barris siempre intenta buscar la excelencia en el producto y si es de proximidad todavía mejor. Actualmente, el restaurante Ca la Maria en Mollet de Peralada está regentado por la tercera y cuarta generación de la estirpe. “Sois la cocina de los recuerdos”: esta es una frase que les dijo un cliente hace años y que los define mucho. “A nosotros, la vía hace frita con la xuia nos ha trasladado a la cocina de los abuelos cuando éramos pequeños”, explican.

Un mar y montaña ampurdanés excepcional / Foto: Jordi Àvila

Como emblema de la cocina ampurdanesa, se puede probar el plato de patata y acelga con secas y el tocino que le da un toque crujiente sublime. No pueden faltar, como era de esperar, los caracoles a la llauna, elaborados con la técnica ancestral, sin hervirlos previamente, directamente en crudo a la llauna, con un buen puñado de sal y un poco de tocino. El pollo de campesino con gambas es un mar y montaña que identifica excelentemente la cocina del Empordà. “Un plato para comer con babero”, saliva Jordi.

Brots: una cocina muy singular

Llegamos muy sedientos al restaurante Brots, quizás por culpa de la carretera diabólica de curvas, y, como es de esperar, pedimos un par de botellas de Priorat solo atravesar la puerta. Escogemos el Embruix de Vall Llach 2021, hecho en el pueblo de Porrera, al este del Priorat, con cariñena, garnacha, cabernet, merlot y syrah, notamos olor de roble; está sabroso y estructurado, pero potente. Justo lo estamos probando que nos traen el aperitivo, servido sobre una réplica en porcelana de la mano del chef y también la ensalada de vieiras con aguaturma, chirivía y pedreros ahumados. Los pedreros son de pollo y están confitados por el chef, un plato muy refrescante.

Ravioli de ciervo del restaurante Brots / Foto: Víctor Antich

El chef Pieter Truyts, nacido en Bélgica, abre el restaurante Brots en el 2014. La pasión por la cocina le viene desde bien pequeño, cuando se colaba en la zona de los fogones de sus padres para cocinar durante horas. Pieter ofrece una cocina creativa muy sabrosa y personal que no te deja indiferente, donde los productos locales están muy presentes y la relación calidad-precio es de nota. Su carta de vinos es espectacular. Sin duda, un buen lugar para ir si te acercas al Priorat.

El Celleret: el placer de hacer un 'trou normand' mediterráneo en el Penedès

Justo en medio del Penedès hay muchos restaurantes, pero de finca Mas La Plana solo hay una. Ubicar un restaurante en este icónico emplazamiento de Pacs del Penedès tenía que ser sinónimo, ya de entrada, de singularidad, un valor al que hay que sumar los conceptos de calidad y savoir faire que alcanza El Celleret, el restaurante de la familia Torres. El binomio gastronomía y vino cada vez es más famoso, pero en el Celleret parece coger una nueva dimensión. Acostumbrados a cartas de vinos donde la oferta de vino en copas es más bien escasa o directamente inexistente, disfrutar de una oferta de vinos con más de cincuenta referencias, casi todas disponibles en copas, es un placer: permite descubrir una infinidad de vinos diferentes en la misma comida, cosa completamente inusual. La cocina, de base claramente mediterránea, apuesta por los productos frescos de temporada y de km 0.