El universo de la repostería está lleno de trucos, detalles y gestos que marcan la diferencia, y pocos lo saben tan bien como Christian Escribà, heredero de una de las sagas pasteleras más emblemáticas de Barcelona. En su cuenta de Instagram, @escriba1906, ha decidido compartir con sus seguidores el secreto de una de sus pastas más vendidas, un dulce que enamora por su aspecto dorado, su textura ligera y su sabor inconfundible. En el vídeo, Escribà no solo muestra el resultado final, sino que también explica con detalle cómo se consigue este pequeño milagro de la repostería, dejando claro que detrás de lo que parece una pieza sencilla se esconde una técnica precisa y cuidada al milímetro.
Christian Escribà revela el secreto de una de sus pastas más vendidas
El proceso comienza con un gesto fundamental: espolvorear harina sobre la encimera de trabajo para evitar que la masa se pegue. A continuación, se utiliza masa de croissant, que se estira con mimo hasta alcanzar un grosor de unos tres milímetros. Es en este punto donde aparece la primera clave del secreto: una mezcla en proporciones exactas de mantequilla y azúcar, que se extiende por toda la superficie de la masa, excepto en el extremo final. Este detalle no es casual, ya que esa parte libre permitirá cerrar correctamente el enrollado sin que el relleno se derrame.
El siguiente paso es enrollar con cuidado la masa desde el extremo cubierto de la mezcla de azúcar y mantequilla, logrando un cilindro perfecto y uniforme. Una vez formado, se congela, un truco imprescindible para poder cortarlo con facilidad más adelante. Al sacarlo del congelador, se realizan cortes con precisión, asegurándose de que todas las porciones sean iguales, ya que de esta regularidad depende tanto la presentación como la cocción final.
La pasta enrollada se congela para conseguir unas porciones perfectas y equilibradas de tamaño
Las rodajas resultantes se colocan en moldes de silicona, donde comienza la etapa de fermentación. Durante tres o cuatro horas, la masa adquiere volumen y desarrolla su carácter esponjoso, preparándose para el momento decisivo: el horneado. Con el horno a 180 grados, las piezas se cuecen durante 26 minutos exactos, un tiempo calculado para que queden doradas por fuera y tiernas por dentro, con ese equilibrio que distingue a una buena pasta de una obra maestra.

Una vez fuera del horno, basta con dejar enfriar y desmoldar para descubrir esta auténtica maravilla. El resultado es una pasta que brilla por su textura crujiente y su interior suave, donde el contraste de la mantequilla y el azúcar caramelizados aporta un sabor y una textura únicos. Con esta receta, Christian Escribà demuestra una vez más que la repostería no es solo técnica, sino también pasión por los detalles que convierten lo cotidiano en algo extraordinario.