La victoria de Rob Jetten, candidato del Partido Liberal D66, en las elecciones celebradas este miércoles en Países Bajos, aunque sea por la mínima y con una serie de obstáculos por delante para llegarse a convertir en primer ministro, es una muy buena noticia por Europa. En primer lugar, porque detiene la ola de extrema derecha y reaccionaria en Europa, que está penetrando por doquier en todos los estados. Pero también porque se pone una vez más de manifiesto la incapacidad de muchos de estos proyectos a la hora de gobernar. De hecho, el Partido de la Libertad (PVV) del ultraderechista Geert Wilders, que estaba al frente del gobierno de coalición desde las elecciones de 2023, cuando consiguió un resultado sorprendente de 37 escaños y más de 23% de los votos, comandaba el ejecutivo, pero su líder fue vetado para encabezar el gobierno.

La coalición derechista de tres partidos naufragó después de once meses y Wilders forzó nuevas elecciones, confiando en mejorar posiciones. Sin embargo, todo le ha salido mal: Jetten, de 38 años, un político de una nueva generación, liberal progresista, defensor de los derechos LGTBI —se casará con un jugador argentino de hockey hierba—, ha arrebatado la posición a Wilders con una campaña basada en el optimismo, la igualdad y la sostenibilidad, ante el populismo y la política del odio. Mensajes muy básicos, depende de como se mire, pero los ciudadanos de Países Bajos no han necesitado ni un año para votar diferente y reorientar sus prioridades hacia posiciones más centristas y menos escoradas.

Los ciudadanos de Países Bajos no han necesitado ni un año para votar diferente y reorientar sus prioridades hacia posiciones más centristas y menos escoradas

Habrá quien defienda que es exagerado extrapolar el importante retroceso de Wilders —de 37 a 26 escaños y del 23% de los votos al 16,7%— a otras situaciones en Europa, porque ahí está la primera ministra Giorgi Meloni encabezando el gobierno de Italia y con las encuestas que se vienen publicando sonriéndole. El primer está encuadrado en el movimiento Patriotas por Europa, en el que también están Matteo Salvini, Santiago Abascal, Marine Le Pen, Herbert Kickl o Viktor Orbán, mientras Meloni pertenece a otra familia derechista, como es la de Conservadores y Reformistas Europeos. En su caso, además, se ha alejado de polémicas estériles con Bruselas y la capital comunitaria la considera una socia leal.

En España, Vox solo ha tenido presencia en gobiernos autonómicos, y en algunas ciudades importantes también ha sido decisiva. Su posición se ha basado más en tumbar gobierno o hacerles la vida imposible desde dentro que a realizar una acción política seria. Ahí está el caso de Extremadura, donde la presidenta del PP ha tenido que convocar elecciones ante la imposibilidad de aprobar unos presupuestos con Vox. Confirmándose que detrás de una política populista, centrada más en la crítica que en las propuestas, acaba no habiendo nada y se desmorona rápidamente la ilusión. El Partido Liberal D66 no lo va a tener fácil y su líder tampoco. Pero es una muy buena noticia que los neerlandeses hayan apostado preferentemente por un partido de centro y europeísta.