Después de unas primeras declaraciones, este martes, del Partido Popular y de Junts per Catalunya dirigiéndose a sus respectivas parroquias, en las que el partido de Carles Puigdemont invitaba a las huestes de Alberto Núñez Feijóo a viajar hasta Waterloo si querían hablar de una moción de censura y el futuro secretario general de los conservadores españoles, Miguel Tellado, respondía que no iban a hacer lo que habían censurado a otros, se puede decir que algo ha empezado a cambiar entre ellos. No hay, ni mucho menos, una pista de aterrizaje para el desencuentro de estos últimos años, que ha acumulado a uno y otro lado del espectro político una alta hostilidad en esta última década. Las noticias sobre la corrupción en el PSOE y, sobre todo, el ingreso en prisión de Santos Cerdán, suponen un cierto punto de inflexión para intentar poner el termómetro a ver cuál es la temperatura para algo más que un diálogo puntual y sobre temas económicos, materia esta en la que ya se han ido encontrando el PP y Junts, en ocasiones, durante estos últimos meses en el Congreso de los Diputados.

El paso dado este miércoles por Núñez Feijóo, en una entrevista televisada, invitando a Puigdemont a poner el contador a cero, da a entender que el presidente del PP entiende que hay agua en la piscina para abrir un diálogo sobre la situación política en España. Muy claro y sin aristas debe tener el congreso, que se celebra en Madrid este fin de semana, el líder del PP, cuando se mete en un jardín que ya sabe de antemano que produce urticaria a más de un dirigente conservador. Desde José María Aznar a Isabel Díaz Ayuso o desde Alejandro Fernández a Cayetana Álvarez de Toledo. El propio Fernández, presidente del PP catalán, ha presentado una enmienda a la ponencia política de los populares en la que quiere que quede escrito que es inviable llegar a acuerdos de gobierno con partidos independentistas, en su línea de tierra quemada a cualquier acuerdo con Junts. Una posición que choca abiertamente con el contador a cero que defiende Feijóo y que se parece mucho a aquella metáfora de Jordi Pujol y el espejo roto que había guardado en un cajón cuando empezaba a hablar con Felipe González.

De alguna manera, eso ya lo hizo Puigdemont con Pedro Sánchez hace ahora casi dos años cuando le facilitó la investidura y razones de peso tenía por su papel en la supresión de la autonomía de Catalunya en 2017 y su alineamiento con Mariano Rajoy contra la persecución judicial de los dirigentes independentistas implicados en el procés. Hay que partir de la base de que nadie confirmará que ha habido contactos previos estas semanas, porque a ninguna de las dos partes le interesa que se especule mucho y menos que se sepa. Pero conversaciones las ha habido y algunas personas han enviado algunos mensajes. ¿De palique? Quizás. ¿Previas a un diálogo? A lo mejor. Pero la palabra no hace el caso. Porque lo que sea, haberlo, haylo. Feijóo ha lanzado un cable orillando la moción de censura, al menos en público, y tanteando una complicidad para unas elecciones con estas palabras: “Puigdemont tendrá que decidir si quiere seguir manteniendo a Sánchez e impulsando a [Salvador] Illa como president de la Generalitat o lo que quiere es abrir un nuevo período, poner el contador a cero y que los españoles y, por lo tanto, los catalanes, hablen”.

Conversaciones entre el PP y Junts las ha habido y algunas personas han enviado algunos mensajes

Vamos a estar atentos a lo que van diciendo cada uno a sus respectivas parroquias, ya que el PP tampoco puede esperar que Junts acelere una situación para la que no tiene aliciente alguno. Sobre todo porque no se trata de sustituir al PSOE por el PP sino el hecho que el recosido que acompaña a Feijóo es nada más y nada menos que el Vox de Santiago Abascal. Además, hay dos factores más: el primero, que el PP no acaba de despegar en las encuestas hasta superar los 160 diputados, una circunstancia que permitiría orillar a Vox y hacer otro tipo de números. Solo tras la entrada en prisión de Santos Cerdán ha habido algunos sondeos que le dan una mínima posibilidad de poder situarse por encima de 150 escaños, una cifra muy alejada de una mayoría sin Vox.

Pero hay otro elemento que irrita enormemente a Junts, que es la posición del PP en la oficialidad del catalán en la Unión Europea. En un contexto de mayoría de gobiernos conservadores, Sánchez no ha sido capaz de sacar esta cuestión adelante. Volverá a ir el 18 de julio a la reunión del Consejo de Asuntos Generales de la UE, que se celebrará en Bruselas, ya que el ministerio de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se lo ha pedido a Dinamarca, que ejerce la presidencia de turno. No es una cuestión ni mucho menos baladí, y aunque tantas veces se ha especulado con su aprobación veremos si esta vez es la buena. De esa votación, al final, acabarán dependiendo muchas cosas.