Un estudio del hospital Vall d'Hebron demuestra la utilidad del olaparib para evitar recaídas en pacientes con cáncer de mama y una alteración genética hereditaria. El olaparib es un fármaco que inhibe la proteína PARP, clave en la reparación del ADN, el uso del cual actualmente está aprobado en el cáncer de mama metastático, de ovario, de próstata y de páncreas y una alteración en los genes BRCA1 o BRCA2. El estudio OlympiA amplía el uso de este fármaco al cáncer de mama precoz y reduce más de un 40% el riesgo de recaída en estas pacientes. Estos resultados abren la puerta a un cambio en la práctica clínica por la oportunidad que ofrecen de alcanzar la curación en pacientes con una alteración hereditaria en los genes BRCA1 o BRCA2.

Los resultados se publican en The New England Journal of Medicine y se presentarán en la sesión plenaria del congreso de ASCO 2021. En el tratamiento del cáncer, cada vez tienen más protagonismo las terapias dirigidas, enfocadas a una característica molecular específica del tumor, que es clave para su invasión o división continua. "Estos datos suponen un gran avance clínico, porque indican que las pacientes con una alteración genética hereditaria en BRCA1 o BRCA2 pueden recibir un tratamiento dirigido con un elevado impacto en la posibilidad de cuidarse, ya que estamos hablando de fases iniciales de la enfermedad", explica Judith Balmaña, responsable del Grupo de Genética del Cáncer del Hospital Vall d'Hebron.

En el estudio OlympiA participaron un total de 1.836 pacientes portadoras de una mutación germinal en BRCA1 o BRCA2 con un cáncer de mama precoz y HER2 negativo. En el estudio se evaluó la eficacia de olaparib después del tratamiento convencional de quimioterapia (neoadyuvante o adyuvante), cirugía y radioterapia para evitar la recaída de la enfermedad. "No tenemos que olvidar que estas alteraciones genéticas en BRCA1 o BRCA2 suelen predisponer a la diagnosis de tumores potencialmente agresivos y a una edad joven", recalca Balmaña.

El estudio aleatorizó a las pacientes en dos grupos, uno que recibió olaparib y otro al cual se administró placebo. A los dos grupos se les suministró un tratamiento hormonal si el tumor era receptor hormonal positivo, todo eso después de acabar el tratamiento quirúrgico, de quimioterapia y radioterapia convencional. El tratamiento se administró durante un año y se pudo comprobar que, efectivamente, el olaparib era capaz de reducir de manera significativa el riesgo de recaída.

Analizando los datos obtenidos después de tres años y medio de seguimiento, se pudo ver que la reducción absoluta del riesgo de recaída a distancia en el grupo de olaparib era del 7% con respecto al grupo control. "Con respecto a recaída de enfermedad invasiva, eso significa que después de tres años en el grupo con placebo un 77% de las pacientes no tenía ninguna recaída, y este beneficio se amplió hasta el 86% en las pacientes tratadas con olaparib. Eso supone una oportunidad importante de curación y, sin duda, supondrá un cambio en la práctica clínica en un grupo de pacientes en las que evitar el riesgo de recaída implica una alta probabilidad de curación", añade Balmaña, que, además, recalca que la toxicidad de este fármaco es baja y que se administra oralmente, cosa que permite mantener una buena calidad de vida.

Mutaciones en BRCA1 o BRCA2

Los genes BRCA1 y BRCA2 producen proteínas supresoras de tumores, ayudando a reparar el ADN dañado y asegurando, por lo tanto, la estabilidad del material genético de cada una de las células. Sin embargo, cuando se produce una mutación en alguno de estos genes, la proteína correspondiente deja de funcionar y hay más probabilidad de presentar alteraciones genéticas adicionales que puedan resultar en un cáncer. El riesgo de que una mujer pueda desarrollar un cáncer de mama o de ovario aumenta de manera considerable si hereda una mutación perjudicial en el gen BRCA1 o en el gen BRCA2. Algunos estudios señalan que las mujeres que heredan alguna de estas mutaciones tienen hasta un 70% de posibilidad de presentar un cáncer de mama delante del 12% de la población no portadora.

Aunque una mutación en los genes BRCA1 o BRCA2 supone un riesgo mayor de desarrollar cáncer, también hace que los tumores sean especialmente sensibles al tratamiento con olaparib.

El trabajo ha sido posible gracias a una alianza para sacar adelante un estudio clínico entre la academia y la industria farmacéutica en el ámbito mundial. En el español, el grupo cooperativo SUELTE y el grupo cooperativo GEICAM de investigación nen cáncer de mama han participado como grupos académicos que pertenecen a BIG (Breast International Group) y conjuntamente han reclutado casi a 122 pacientes, que representan cerca de un 10% del total.

 

Foto principal: Fachada del hospital Vall d'Hebron / EFE