Kristin Cabot, la mujer de 53 años que protagonizó el escándalo viral de la kiss cam en el concierto de Coldplay en Boston el pasado 16 de julio, asegura que no ha vuelto a encontrar trabajo desde entonces y que aquel momento ha arruinado su vida personal y profesional. En declaraciones al diario británico The Times, Cabot —que trabajaba como directora de Recursos Humanos hasta que fue despedida días después del incidente— explica que ha sido rechazada en diversos procesos de selección por el simple hecho de ser quien es y que, según le han comunicado, ahora mismo “no es contratable”. Cabot fue grabada por las cámaras del estadio mientras abrazaba a un hombre que no era su pareja, hecho que desencadenó una avalancha de comentarios y una exposición masiva en las redes sociales. Asegura que ha perdido amistades, el respeto de familiares y cualquier oportunidad laboral.
Cabot ha revelado que “el acoso no acaba nunca” y que todavía hoy sufre las consecuencias de aquel momento viral. Comenta que a menudo se siente observada cuando camina por la calle, ve personas que susurran a su paso o ha oído insultos proferidos por desconocidos desde dentro de vehículos. La presión social ha llegado hasta el punto de que sus propios hijos le han pedido que no vaya a buscarlos ni a la escuela ni a las actividades extraescolares. “Están furiosos conmigo. Y quizás lo estarán el resto de su vida. Tengo que aceptarlo”, confiesa. También se declara “triste” por el hecho de que nadie del grupo Coldplay —ni siquiera su cantante, Chris Martin— se haya puesto en contacto con ella o haya hecho ningún gesto público de apoyo. Al contrario, recuerda que la única referencia de Martin al suceso fue una respuesta en tono ligero: “Cuando la vida te da limones, no queda más remedio que hacer limonada”.
Coldplay puts CEO of Astronomer and Head of HR on jumbotron looking cozy during their concert. pic.twitter.com/yuy2R5FAEc
— Buzzing Pop (@BuzzingPop) July 17, 2025
Cabot afirma sin rodeos que ha sido ella quien ha pagado el precio más alto de todo aquel escándalo, mucho más que su examante, con quien ya no mantiene ningún contacto. “Creo que como mujer, como nos pasa siempre a las mujeres, siempre nos llevamos lo peor del abuso”, sentencia. Recuerda con amargura cómo fue presentada públicamente como una oportunista que mantenía una relación con el CEO de su empresa por interés, y cómo eso invalidó toda su trayectoria profesional. “Con la cantidad de sacrificios que yo he tenido que hacer en mi carrera, la cantidad de manos que tuve que quitarme de detrás a lo largo de los años y los comentarios que tuve que aguantar de los hombres!”, lamenta. Todo ello ha desembocado en una etiqueta que le pesa como una losa: “Me convertí en un meme, la más maléfica directora de Recursos Humanos de la historia de los Recursos Humanos”.