Francisco Franco Bahamonde murió el 20 de noviembre de 1975, este jueves hace cincuenta años. Pero hubo un anarquista menorquín que lo intentó asesinar en hasta tres ocasiones, a pesar de que los intentos de matar al dictador fueron numerosos durante el franquismo. Hablamos de Octavio Alberola Suriñach nacido en 1928 en Alaior y que falleció este mismo 2025 en Perpinyà. Su familia no estaba ligada a la isla, sino que sus padres (él un anarquista aragonés, ella de Olot) se habían trasladado a este pueblo para hacerse cargo de la dirección de su escuela laica. En 1939, la familia se exilió a México, y fue en este país donde Alberola se formó, hasta convertirse en ingeniero especializado en hidrología. También entró en diversas corrientes anarquistas antes de pasar, de regreso a Europa y en la clandestinidad, a formar parte de la dirección del grupo conocido como Defensa Interior. Este fue creado en 1960 y surgió en el denominado Movimiento Libertario Español: su gran objetivo, aunque no el único, estaba claro: matar a Franco. Una hazaña que Alberola nunca pudo conseguir a pesar de intentarlo en hasta tres veces: la primera, en Santillana del Mar; la segunda, en Donostia, y la tercera, en Madrid.

El primer intento, más tímido, tuvo lugar años antes de que se conformara Defensa Interior. En 1957, cuando Alberola aún no había cumplido 30 años, viajó a Europa desde México y consiguió entrar en el Estado desde Francia. Recorrió, con una compañera, España y Portugal en coche con el objetivo de hacer entrevistas y reportajes para un diario mexicano, y también visitó Santillana del Mar, municipio de la costa de Cantabria, hoy muy turístico. Franco también estaba allí. Así que decidió intentar acabar con su vida. Según relató años más tarde, incluso le llegaron a enseñar la habitación donde dormía el dictador y tenía pensado colocarle un explosivo antes de que Franco llegara. Concretamente, lo quería poner en el techo. Pero ante la gran cantidad de seguridad que había en este municipio de Cantabria, donde Franco iba a pescar salmones, lo acabó descartando. 

Intento frustrado en pleno verano 

En 1960 se creó Defensa Interior (DI) y Alberola formaba parte de su dirección como representante de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL). El menorquín y sus compañeros querían asesinar al dictador, ya que consideraban que su desaparición abriría la puerta a un tiempo de inestabilidad dentro del régimen y propiciaría el final de la dictadura. En 1962 comenzaron con lo que bautizaron como "acciones de hostigamiento" para denunciar la represión del régimen (con bombas en espacios como el ahora Valle de Cuelgamuros, pero más conocido como Valle de los Caídos, en la residencia de la Falange en Barcelona...) que reivindicaba la FIJL. El 15 de julio de aquel año hicieron estallar una bomba en el Ayuntamiento de València al día siguiente de que estuviera allí el dictador. "Te seguimos los pasos", escribieron en la reivindicación de los hechos. 

El primer intento de DI (el segundo de Alberola, teniendo en cuenta la ocasión en Santillana del Mar) tuvo lugar en 1962. La idea era ejecutarlo en Donostia, donde veraneaba, concretamente en su residencia durante las vacaciones, el Palacio de Ayete, y muy cerca de la frontera con Francia. Con Alberola al mando, acompañado de otros compañeros como el histórico anarquista Cipriano Mera, colocaron 20 kilos de explosivos en la carretera de acceso al palacio, un lugar en el que no había casas cerca. Cuando les llegó que Franco ya había abandonado el Pazo de Meirás en Galicia para dirigirse hacia el País Vasco en barco, pusieron el detonador para hacerlo volar todo por los aires. Aunque se esperaba su llegada, la única que entró en el edificio fue su mujer, Carmen Polo, mientras que Franco se había ido a pescar y no pisó el palacete. "Empezó a correr el rumor de que Franco aquel año no vendría a San Sebastián", explicó años después Alberola en una entrevista. Ante esa situación y muy limitados por el hecho de que los detonadores tenían solo una semana de margen, decidieron activar los explosivos y se marcharon hacia París sin conseguir hacer realidad su gran objetivo. No los detuvieron. Franco llegó al palacete poco después: había vuelto a escapar. No sería la última vez, pero sí la que estuvieron más cerca.

¿La última oportunidad? 

"Tras el fallido atentado contra el dictador en agosto de 1962 en San Sebastián, el DI decidió asesinarlo en Madrid, cuando acudiera al Palacio de Oriente a recibir las cartas credenciales de los nuevos embajadores". Así explicaba el propio Alberola el segundo intento de asesinar al dictador de Defensa Interior, que no tuvo lugar hasta el año siguiente, 1963. En esta ocasión, Alberola planteó colocar un artefacto explosivo bajo el puente de los Franceses de Madrid, a pocos kilómetros del palacio, y hacerlo volar por los aires cuando pasara el vehículo que transportara al dictador desde su residencia. Pidió la colaboración de dos jóvenes anarquistas, Francisco Granados (a quien propuso que recogiera una maleta con los explosivos) y Joaquín Delgado (encargado de ir desde Francia a Madrid para informar a Granados de que debía dejar la maleta en un lugar concreto y que regresara a Francia). El atentado ideado por Alberola en el puente de los Franceses acabó siendo abortado, ya que no había previsión de que el dictador lo cruzara. Sin embargo, estos dos jóvenes fueron detenidos por la policía española, acusados de una acción que había llevado a cabo otro comando y que no tenía nada que ver con ellos: una bomba en el sindicato vertical y otra en la Dirección General de Seguridad que provocaron heridos. Ambos fueron ejecutados a garrote vil en la prisión de Carabanchel, solo dos semanas después de ser detenidos. Años después se confirmó su inocencia y Alberola, desde Perpinyà, luchó por la revisión de aquel juicio. 

Detenciones en Bélgica y Francia

La vida de Defensa Interior, con la que el menorquín que creció en México intentó matar a Franco, fue intensa pero corta. En 1965, en un congreso de la CNT en el exilio, en Montpellier, se disolvió. Alberola volvió a vivir a Francia, pero durante muchos años lo hizo sin la condición de refugiado. Sufrió más de una detención, como la de 1968, en Bélgica, acusado por las autoridades franquistas de intentar secuestrar a un diplomático español, o la de 1974, en Francia, como cerebro del secuestro del director del Banco de Bilbao en la capital francesa, Baltasar Suárez.

Este secuestro fue en respuesta a la ejecución de Salvador Puig Antich ordenada por el régimen en la cárcel de la Model de Barcelona. Suárez fue liberado después de que se pagara el rescate, que recogió el mismo Alberola y que repartió, en parte. Al día siguiente de la liberación, fue detenido con más compañeros y todavía poseía parte del dinero. "Fui el que más tiempo pasé detenido, nueve meses", rememoró años más tarde en una entrevista, recordando también que quedaron en libertad provisional y en 1981 se los absolvió. Poco después, consiguió que se anulara el decreto de expulsión de Francia que lo amenazaba y así pudo entrar y salir del país, pero decidió no volver al Estado, aunque sí que empezó a viajar. En estos viajes visitó en más de una ocasión Menorca y su pueblo. Alberola pasó los últimos años de su vida en la Catalunya del Nord, en Perpinyà, donde murió el 23 de julio de este 2025, casi cincuenta años después de que el dictador falleciera en su cama. 

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En la imagen principal, Octavio Alberola, en 1970, en París / Foto: Cedida