Los movimientos diplomáticos se aceleran en torno a un encuentro histórico entre el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y el presidente ruso, Vladímir Putin, que podría tener lugar en las próximas semanas con la mediación de los Estados Unidos. Aunque todavía no hay fecha ni escenario confirmados, la Casa Blanca ha admitido que los preparativos ya han empezado y que Putin ha asegurado personalmente a Donald Trump su disposición a sentarse en la mesa con Zelenski, pero el ejecutivo ruso ha rebajado las expectativas afirmando que esta cumbre “se tiene que preparar minuciosamente”.

Para Trump, conseguir un encuentro con Zelenski y Putin es uno de sus grandes objetivos personales y políticos, aquello que más anhela desde que se ha dado cuenta de que acabar con esta guerra “es más difícil de lo que pensaba” y que no puede acabarla “en 24 horas” como prometió que haría a partir del 20 de enero. El magnate americano se muestra especialmente optimista con la posibilidad de un encuentro trilateral con Putin, asegurando desde hace semanas que eso pasará “pronto” y que, sino, “la guerra no acabará”. “Creo que, si todo sale bien, tendremos una trilateral”, afirmó ante los medios, convencido de que hay una “posibilidad razonable” de detener la guerra. Incluso confesó a Macron, en un cuchicheo en la Sala Este de la Casa Blanca: “Creo que (Putin) quiere llegar a un acuerdo. Creo que quiere llegar por mí, entiendes? Por muy extraño que suene”.

Budapest, la sede más probable, pero incómoda

Según fuentes de la administración norteamericana, Budapest es ahora mismo la ciudad que cuenta con más opciones para acoger la reunión trilateral entre Trump, Putin y Zelenski. La elección tiene una carga simbólica incómoda para Kiev: la capital húngara fue el escenario del Memorándum de Budapest de 1994, en los que EE.UU., el Reino Unido y Rusia prometieron mantener la independencia, la soberanía y el respeto por la frontera de Ucrania a cambio de la renuncia a sus armas nucleares.

Sin embargo, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, aliado de Trump, se ha mostrado dispuesto a ofrecer su país como plataforma de diálogo. Desde la oposición, el líder Péter Magyar también ha instado al gobierno a acoger la reunión para reforzar el papel internacional de Hungría. Otras capitales también se disputan el protagonismo. Francia ha propuesto Ginebra, ciudad con larga tradición diplomática, y Suiza se ha comprometido a garantizar inmunidad a Putin a pesar del orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional. Moscú, por su parte, ha sugerido acoger la reunión en el Kremlin, una opción inasumible para Zelenski.

El frente común europeo presiona para este primer paso

Este lunes, Trump reunió Zelenski y varios líderes europeos en Washington, como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, los presidentes de Francia y Finlandia, Emmanuel Macron y Alexander Stubb, el canciller alemán, Friedrich Merz, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, el primer ministro británico, Keir Starmer, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Según fuentes presentes, todos coincidieron en que un encuentro bilateral Putin-Zelenski sería un primer paso necesario antes de una cumbre más amplia con Trump y otros actores internacionales. El canciller alemán, Friedrich Merz, incluso sugirió que la reunión podría celebrarse en un plazo de dos semanas.

¿Qué hay en juego?

Más allá del escenario, los aliados europeos ya debaten qué marco de seguridad podría emerger de un eventual acuerdo. Entre las ideas planteadas hay garantías militares similares al “Artículo 5” de la OTAN, con fuerzas europeas desplegadas en Ucrania y cobertura aérea norteamericana, pero sin presencia de tropas terrestres de EE.UU. Este artículo de la OTAN establece que un ataque a cualquiera de los países miembros será considerado automáticamente un ataque a todos los aliados, que estarían obligados a intervenir en su defensa. Eso se tendría que hacer de esta manera y con “garantías militares parecidas” a este artículo, ya que, que Ucrania no entre a formar parte de la alianza atlántica es uno de los requisitos de Putin para acabar con la guerra. Además, aparte de que Ucrania no entre en la OTAN, Putin tiene otro sueño: el Dombás, e insiste en su demanda en hacerse con el control de toda esta región en el este de Ucrania, y así poder aceptar congelar la línea del frente tal como está.

A pesar de la insistencia de Trump para que Ucrania entregue el Dombás a Putin, Zelenski se niega rotundamente y reafirma constantemente su negativa: “La Constitución de Ucrania declara imposible tanto la cesión de territorios como su intercambio”. Y, por su parte, los líderes europeos intentan convencer a Trump de que la paz en Ucrania no puede pasar por entregar a Putin el Dombás. En una rueda de prensa el pasado domingo, Ursula von der Leyen señaló que “Ucrania tiene que poder conservar su integridad territorial”, rechazando contundentemente cualquier acuerdo de paz que incluya la entrega de territorios por parte del país invadido hace tres años y medio; en este caso haciendo referencia a la propuesta el cual Kiev entregue a Putin el Dombás. “Las fronteras internacionales no pueden cambiar mediante el uso de la fuerza”, lanzó a la presidenta de la Comisión Europea.