Los encuentros, llamadas y videoconferencias entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, han estado marcados en los últimos meses por episodios de desconfianza, enfrentamientos inéditos y momentos puntuales de cooperación. Menos de 24 horas después de la cumbre de Alaska entre Trump y Vladímir Putin —que se cerró sin ningún acuerdo—, Zelenski ha confirmado que viajará este lunes a Washington con el objetivo de "hablar de todos los detalles sobre cómo poner fin a la matanza y la guerra". El líder ucraniano también ha dado apoyo a la propuesta del magnate de celebrar una cumbre trilateral con Putin y ha recordado la "larga y sustancial" conversación mantenida este sábado con el presidente norteamericano, que se extendió durante una hora antes de incorporar a varios dirigentes europeos en una videollamada adicional. La pregunta ahora es cómo ha evolucionado realmente la relación entre Trump y Zelenski desde el retorno del republicano a la Casa Blanca.
La relación, hasta entonces cordial, sufrió un punto de inflexión el 28 de febrero, cuando Trump y Zelenski protagonizaron una escena insólita en el Despacho Oval. Lo que tenía que ser un encuentro de guion previsible —con la firma de un acuerdo para que Estados Unidos participara en la explotación de los valiosos minerales ucranianos, a cambio del apoyo militar y financiero prestado desde 2022— acabó derivando en un choque diplomático sin precedentes. Delante de las cámaras, Trump, acompañado por el vicepresidente JD Vance, interrumpió el protocolo y reprochó a Zelenski la falta de agradecimiento explícito hacia Washington por su papel clave en la defensa de Ucrania. El tono de la reprimenda, pública e inesperada, sorprendió a los asistentes y fue retransmitido en directo a escala mundial. La tensión escaló hasta el punto en que el líder de Kyiv, visiblemente molesto, decidió abandonar la Casa Blanca antes incluso de la comida oficial que tenía que sellar la jornada, dejando en suspense la firma del acuerdo mineral que se presentaba como pieza central del encuentro.
Con el paso de las semanas, la situación empezó a destensarse. El 19 de marzo, Trump mantuvo una conversación telefónica de una hora con Zelenski, a cuyo final aseguró en su red Truth Social que "vamos por el buen camino", un mensaje que quería transmitir la idea de un acercamiento después del choque diplomático de febrero. Pocos días más tarde, los dos mandatarios se reencontraron en persona en un escenario inesperado: el 26 de abril, en el funeral del papa Francisco. Según Kyiv, la reunión fue privada y breve, pero la Casa Blanca la calificó posteriormente de "muy productiva". El encuentro duró unos 15 minutos y dejó una imagen icónica: Trump y Zelenski sentados cara a cara en dos sillas sobre el suelo de mármol de la basílica, con expresiones graves y concentradas, inclinándose ligeramente el uno hacia el otro en señal de atención y respeto mutuo.
El 25 de junio, la relación ya se podía considerar plenamente normalizada. Aquel día, los dos líderes se reunieron en La Haya, en el marco de una cumbre de la OTAN, y el presidente ucraniano describió el encuentro como "largo y sustancial", subrayando que había servido para hablar de "cómo conseguir un alto el fuego y una paz real". Zelenski remarcó que se habían puesto sobre la mesa "todas las cuestiones realmente significativas" para el futuro de Ucrania, mientras que Trump transmitió un mensaje de optimismo, ya que, según su opinión, la reunión "no podía haber ido mejor" y reafirmaba su determinación para conseguir poner punto final a la guerra.
Foco sobre Alaska
Durante la última semana, Trump y Zelenski han mantenido hasta dos conversaciones clave que han acabado de marcar el tono previo a su encuentro en Washington. El 13 de agosto, el presidente ucraniano participó en una serie de reuniones virtuales con Trump y varios líderes europeos, en una iniciativa impulsada por el canciller alemán, Friedrich Merz, que aquel mismo día había recibido a Zelenski en Berlín en una visita sorpresa. En el encuentro telemático tomaron parte también la presidenta de la Comisión Europea, el presidente del Consejo Europeo y el secretario general de la OTAN, entre otros. Tres días después, el 16 de agosto, Zelenski volvió a hablar con Trump en una videollamada de aproximadamente una hora, ya después de la cumbre de Alaska. El mandatario ucraniano calificó aquella conversación de "larga y sustancial", una expresión que ha utilizado reiteradamente para remarcar cuándo percibe que los avances con Washington son tangibles.
A pesar de la aparente distensión de los últimos días, Trump ha dejado claro después de su cumbre con Putin que el peso de cualquier acuerdo recae ahora en Zelenski. "Realmente ahora depende del presidente Zelenski conseguirlo (un acuerdo de paz). También diría que los países europeos tienen que implicarse un poco, pero depende del presidente Zelenski", declaró el presidente norteamericano, antes de recomendar a su homólogo ucraniano que "llegue a un pacto" con Moscú, recordando que "Rusia es una gran potencia, y ellos no lo son". Zelenski, por su parte, ha rechazado cualquier presión en este sentido y ha reiterado que, ante las "traiciones" recurrentes de Rusia y los esfuerzos diplomáticos en curso, lo más previsible es que el Ejército ruso intensifique en los próximos días sus ataques contra objetivos ucranianos para reforzar la posición política de Putin de cara a futuras negociaciones.