Esta ha estado una semana especialmente tensa y cargada de informaciones diversas relacionadas con la guerra en Gaza, la ayuda humanitaria, la situación en Cisjordania, el tiroteo en Washington y los rehenes retenidos por Hamás. El conflicto, cada vez más complejo, parece más atascado que nunca, con escasas perspectivas de solución a corto plazo.
Las negociaciones entre el grupo islamista palestino Hamás e Israel por un posible intercambio de prisioneros han vuelto a quedar paralizadas por falta de acuerdo. Esta situación ha provocado que la delegación israelí, formada por miembros del Ejército, el servicio de inteligencia Shin Bet y la oficina del primer ministro Benjamin Netanyahu, abandonara repentinamente la mesa de diálogo a Doha, según ha informado a Efe una fuente egipcia próxima a las conversaciones.
Esta fuente, que ha querido mantener el anonimato por motivos de seguridad, ha explicado que los israelíes justificaron su salida por el bloqueo de las negociaciones, dejando solo personal técnico en Qatar. La distancia entre las dos partes sigue siendo muy grande: Hamás exige el final de la guerra, la retirada del Ejército israelí de Gaza y la liberación de los prisioneros palestinos como condición para la liberación de los rehenes israelíes. Israel, por el contrario, rechaza estas demandas y reclama el mantenimiento de la ocupación de Gaza, el desarme de las facciones palestinas y la salida de los líderes de Hamás del territorio, unas condiciones inaceptables para el grupo islamista.
Desplazar masivamente la población de Gaza
Este bloqueo en las negociaciones se ha agravado a raíz de las declaraciones de Netanyahu sobre su plan para desplazar masivamente la población de Gaza. Según Hamás, este anuncio demuestra que el primer ministro israelí quiere reanudar la guerra una vez finalice cualquier alto el fuego temporal y aplicar el "plan Trump", que implicaría el desplazamiento forzado de la población de Gaza hacia otros países árabes. Hamás considera estas propuestas como una muestra de la naturaleza criminal del mandatario israelí, a quien acusan de fomentar el genocidio para obtener réditos políticos.
Netanyahu, por su parte, sostiene que este plan solo se aplicará una vez Hamás haya sido expulsado del territorio y se pueda garantizar la seguridad de Israel. También ha defendido la creación de una "zona libre de Hamás" en el sur de Gaza donde se distribuirá ayuda humanitaria. A pesar de eso, el ministro de Sanidad palestino ha denunciado la muerte por hambre de al menos 29 niños y ancianos en solo dos días a causa del bloqueo impuesto por Israel.
"Palestina libre" vs. "Heil Hitler"
En paralelo, Netanyahu ha aprovechado un mensaje en vídeo para condenar el asesinato de dos trabajadores de la embajada israelí en Washington. El atacante, que llamó "A Palestina libre" después del tiroteo, ha sido vinculado por Netanyahu con el nazismo, asegurando que este lema es el equivalente moderno de "Heil Hitler" para ciertos grupos antisemitas.
El primer ministro israelí también ha atacado duramente Francia, el Reino Unido y el Canadá, que han amenazado con imponer sanciones si Israel no detiene la ofensiva en Gaza y han expresado apoyo al reconocimiento de un estado palestino. Netanyahu los ha acusado de reforzar Hamás y les ha advertido que están "al lado equivocado de la justicia" si reciben la aprobación de grupos que él considera responsables de actos terroristas.
Finalmente, Netanyahu ha negado cualquier intención de impedir la llegada de ayuda humanitaria, asegurando que el objetivo es alimentar la población civil y no los militantes de Hamás, unas afirmaciones que contrastan con las denuncias de las autoridades sanitarias palestinas.
La paz: ¿más lejos o más cerca?
Las negociaciones entre Israel y Hamás continúan en punto muerto, con las dos partes manteniendo posiciones irreconciliables y exigencias difíciles de conciliar. Mientras Hamás reclama el final de la guerra, la retirada israelí y la liberación de prisioneros como condiciones para avanzar, Israel insiste en la necesidad de garantizar su seguridad a través del desarme del grupo y el control del territorio. Este bloqueo se ve agravado por declaraciones incendiarias y planes unilaterales que generan todavía más desconfianza.
A pesar de los intentos de mediación internacional y la presión creciente de varios gobiernos para que se ponga fin a las hostilidades y se encuentre una salida política, la falta de voluntad mutua para hacer concesiones reales dificulta cualquier progreso. En este contexto, la crisis humanitaria en Gaza empeora día a día, y la ausencia de acuerdos concretos condena a la población civil a sufrir las consecuencias de un conflicto que, de momento, parece lejos de resolverse. La situación reclama responsabilidad por parte de todos los actores implicados y un compromiso sincero con una salida negociada. La continuidad del conflicto solo perpetúa el sufrimiento y aleja cualquier esperanza de paz duradera.