Ser de Lleida y ver que se ha aceptado la palabra xampú en el diccionario hace ilusión. Bueno, la palabra ya estaba; quiero decir, que se ha incorporado la acepción de la mezcla de cerveza y limonada o gaseosa. Al igual que ya existía el vocablo clara para referirse a la parte que rodea la yema del huevo, pero no a la bebida. El debate de si hay que llamarlo xampú o clara, sin embargo, lo dejaremos para otro día, a pesar de que la distinción parece clara (¡nunca mejor dicho!): xampú predomina en el Camp de Tarragona y las Terres de Ponent, mientras que en Barcelona y Girona esta mezcla se conoce como clara.
Una lengua que sigue la cocina
Ahora bien, ¿qué otras nuevas palabras incorpora el diccionario catalán? El Institut d’Estudis Catalans ha publicado la actualización del DIEC en línea de este año, un documento que, entre muchas otras novedades, incorpora y revisa términos relacionados con la gastronomía. Las nuevas palabras reflejan tanto el arraigo de productos propios como la convivencia con preparaciones de otras culturas que se han vuelto habituales en nuestras mesas. Al fin y al cabo, el diccionario no hace sino poner por escrito lo que ya hace tiempo que decimos y forma parte de nuestro día a día.
La prueba de que la lengua catalana avanza a la misma velocidad que nuestros hábitos es que hoy ya hablamos con toda naturalidad de pedir sushi para cenar, preparar salteados al wok, desayunar un bol de leche con musli, o pedir un caputxino con leche de avena en la cafetería de confianza. También podemos dar una vuelta por el supermercado para entender cómo evoluciona el léxico: los pasillos de precocinados incluyen croquetas de falàfel, frit de calamares y cajas de roibos de todo tipo.
Lo que queda claro es que con esta actualización, el DIEC continúa acercándose a los hablantes; pero también a los mercados, a las cocinas de casa, a los restaurantes y a las redes sociales
Del mismo modo, en las neveras de Catalunya conviven la mozzarella fresca, el búfala o el feta para completar una ensalada rápida. Y si hablamos de sobremesas, no puede faltar el didalet ('chupito') para rematar la comida después del café y encarar la tarde; mientras que en verano, sobre todo en Menorca, muchas mesas se decantan por la pomada, una mezcla refrescante de ginebra y limonada. Y ahora que llegan las Navidades, los polvorons recuperan el protagonismo y marcan el tono más tradicional de estos encuentros. Además, el DIEC también abre la puerta a palabras como sofrit (que convive con sofregit) o safranòria, una variante dialectal de lo que en catalán central se suele decir pastanaga ('zanahoria').
Todas las palabras que se han ido mencionando las recoge el DIEC en un documento aprobado por la Comissió de Lexicografia, junto con muchas otras que no son estrictamente del ámbito gastronómico. ¡Quién sabe si en la próxima revisión del Institut dan también el visto bueno lingüístico a palabras como barista, steak tartar, coulant, durum o brunch!
Lo que queda claro es que con esta actualización, el DIEC continúa acercándose a los hablantes; pero también a los mercados, a las cocinas de casa, a los restaurantes y a las redes sociales, donde las tendencias gastronómicas se esparcen con velocidad. La lengua y la gastronomía avanzan juntas. Y el diccionario, un año más, lo pone por escrito.
