En el barrio de Sant Antoni hay de todo. Fíjate que, frente a Can Vilaró, el conocido templo de cocina catalana en nuestra tierra y uno de mis favoritos, y justo al lado de la Bodega d’en Rafael, encontramos el restaurante Maleducat, abierto hace ahora cinco años por tres jóvenes amigos que querían jugar en la liga de los grandes y, mira por dónde, la han ganado, porque hace pocos días que han entrado como restaurante recomendado en la Guía Michelin. De todas formas, no es nada extraño, vista la trayectoria del cocinero Víctor Ródenas —que ha pasado por cocinas como la del Via Veneto o el Diverxo, entre otras, hasta convertirse en el jefe de cocina del restaurante Caelis, del prestigioso Romain Fornell— y la de sus otros socios: Marc Garcia como jefe de sala e Ignasi, que les ayuda en todo

Pues bien, este restaurante casual y nada pretencioso en sus formas —no así en la calidad de la comida— funciona solo, me decía el otro día un compañero de trabajo. Quizás por eso, coincide que hace pocos meses han abierto su primo hermano, el restaurante Casa Fiero, en la calle Londres, con la idea de hacer una cocina más tradicional y un poco más económica. Pero de este pariente cercano hablaremos en otro momento.
Aparco justo en la puerta del Maleducat, al lado de la terraza, respetando el espacio de los peatones —como debe ser—, no sin antes recibir la información de una señora que no conocía de nada y que me ha alertado de que la guardia urbana multa muy a menudo en esta acera, incluso a veces se llevan las motos con la grúa mientras entra en su negocio (me imagino), una clínica veterinaria situada al lado del restaurante. Agradeciéndole de todo corazón la información recibida a la Madre Teresa de Calcuta de turno, dejo la moto aparcada en la acera y entro en el restaurante, que no estoy para hostias y voy al grano

El local está a reventar. Aun así, tengo suerte, porque me sientan en el comedor principal, desde donde disfruto por proximidad de las conversaciones de los vecinos de al lado, que siempre son entretenidas en caso de ir solo, y de las vistas del ajetreo de la cocina, también mientras saboreo una copa de vino del Priorat, no sea dicho. El comedor, como digo, está que hierve. Frente a mí tengo una madre con su hijo y su hija, que deduzco que deben de ser clientes habituales del local por la familiaridad con la que tratan al personal, porque van a lo suyo sin charlar mucho. En cambio, la pareja de ancianos de la mesa de al lado llevan quince minutos bien buenos intentando ponerse de acuerdo para escoger qué pedir. No sé si lo conseguirán sin arrancarse los ojos. Los reyes de la fiesta, sin embargo, están en la mesa central, extranjeros que parecen estar de celebración, porque van bien arreglados y los brindis se suceden durante toda la comida.

Por mi parte, como tengo claro que comeré bien, acabo rápidamente con la carta y en pocos minutos me llega para picar una croqueta de jamón ibérico —pero de las de verdad—, una tostadita de tartar de gamba blanca, emulsión de sus cabezas, salicornia y vinagre tosazu —que está sensacional— y un rollito crujiente de asado a la catalana con ciruelas y piñones resultado de un largo proceso de muchas horas de fuego lento, con sus verduras y un buen vino.

Continúo con unos porros tibios con vinagreta de avellana, mató, tomates secos y limón que ya sorprenden antes de probarlos por su presentación, muy tiernos y curiosos, con un toque cítrico.

Dejadme que diga que no soy nada de arroces secos, me dan mucha pereza y en general me gustan más los arroces caldosos o melosos, pero hoy me tiro a la piscina y pido el arroz seco con tartar de gamba roja de Palamós, emulsión de sus cabezas y carpaccio de manitas de cerdo. El arroz está en su punto, y la calidad de la gamba cruda y la textura de las manitas de cerdo mezcladas por el medio lo hacen bastante interesante.
En el caso del Maleducat, el nombre no hace la cosa, porque el servicio es excepcionalmente educado y predispuesto, aunque refleja el ambiente informal y alegre que se respira
Preguntando al amigo Xavier Miró, patrón del Estrella del Sur III, pesquero de arrastre de Palamós, si todavía les dejan pescar gamba en Palamós ahora que estamos a finales de año, me responde que en Palamós hay barcas que han acabado la cuota de gamba roja que se puede pescar a lo largo del año y barcas que no. Añade que les quedan unos 20 días de pesca de los 28 laborables que quedarán a partir del 17 de noviembre, que es cuando finaliza la veda y podrán pescar gamba, todavía. Pues ya lo sabemos.

Es importante estar al tanto de las elaboraciones que Maleducat ofrece fuera de carta y que cambian mensualmente, porque vale la pena probarlas. Hoy, por ejemplo, tienen las setas salteadas con huevo frito o ventresca —si se prefiere—, el corderito glaseado de Cal Tomàs y los fideos a la marinera con rape, gambas y mejillones, que son una maravilla.
Finalmente, cierro la comida con un bol de chocolate, caramelo salado, café y Baileys mientras pienso que, en el caso de El Maleducat, el nombre no hace la cosa, porque el servicio es excepcionalmente educado y predispuesto, aunque refleja el ambiente informal y alegre que se respira. Sin duda, un buen lugar para hacer una parada y disfrutar con la familia o con los amigos de su cocina catalana en un barrio lleno de ofertas de todo tipo, pero no todas buenas, para tener en cuenta.