Cuándo el pimiento se deja abrazar por el calor, su piel se tiñe de carbón y el interior se endulza como si fuera fruto maduro. La escalivada es un ritual antiguo, un diálogo entre fuego y paciencia. Pero no siempre hace falta el horno para conseguir esta magia: hay caminos alternativos, más directos e intensos, que transforman un simple pimiento en un bocado lleno de aromas y recuerdos. Escalivar pimientos es una de aquellas técnicas que parece sencilla, pero que esconde un mundo de matices. El método tradicional al horno mujer buenos resultados, pero no siempre es la opción más sabrosa. Hay otras maneras que pueden transformar completamente el sabor y la textura, dándoles un punto fumado, más dulce e incluso más jugoso.
El truco para hacer pimiento escalivado más bueno que al horno
Uno de los secretos mejor guardados es cocinarlos directamente a la llama. Si tienes cocina de gas —o incluso un hornillo portátil—, puedes poner los pimientos enteros directamente sobre el fuego, girándolos hasta que toda la piel quede bien quemada y la pulpa blanda. Después, un reposo de diez minutos tapados o envueltos en papel de aluminio permite que la piel salga sola. El resultado es intenso, con aquel toque de brasa tan difícil de conseguir al horno.
Si no tienes llama, la plancha de hierro es tu aliada. Calentada al máximo, sin aceite, escaliva los pimientos girándoles con paciencia. Este método concentra los sabores y deja una textura carnosa, con puntos tostados muy agradables. Y si puedes hacerlos a la barbacoa, todavía mejor: el humo de la leña o el carbón aportará aromas profundos que recuerdan las cocinas de pueblo y los encuentros al aire libre.
Hacer pimiento escalivado sin horno es posible y puede ser mejor. Flama, plancha, brasa u olla: cada método aporta un toque único que transforma el resultado final
Incluso en una olla pesada con tapa, como una Dutch oven, puedes escalivar sin horno. El calor retenido y el vapor natural del pimiento lo cocinan lentamente, manteniendo toda su dulzura. No tiene el toque fumado, pero sí una textura sorprendentemente tierna y melosa. Y una vez cocinados, no tengas prisa: déjalos reponer un par de horas con su propio jugo, un chorrito de aceite de oliva virgen extra y un pellizco de sal. Este descanso hace milagros, unificando aromas y potenciando el sabor natural.
En definitiva, la escalivada no es patrimonio exclusivo del horno. Sea a la llama, a la plancha, a la brasa o a la olla, cada método tiene su personalidad y puede dar resultados incluso mejores. Lo importante es no tener miedo de quemar la piel, tratar el pimiento con paciencia y darle el tiempo de reposo necesario. Entonces, y solo entonces, descubrirás que la escalivada perfecta es más cerca de lo que pensabas.