Querido Xavier, hoy que es San Esteban —festivo en Catalunya y no en España— te escribo para desearte una Navidad de reflexión. No sé si vives estas fiestas desde la fe cristiana o simplemente como una tradición cultural arraigada en nuestro país. No sé si fuiste a la misa del gallo o a la de la mañana del día 25. Si fue así, permíteme señalarte que en los textos, las oraciones, las canciones y los sermones no se dice que a los pobres y desamparados los sacaremos de donde malviven para enviarlos a dormir bajo un puente.
En el caso de que tu Navidad sea más tradición que religión, también quiero subrayar que la Navidad pone en el centro el encuentro, el tiempo compartido, la familia y los vínculos. El cuidado de los demás, la generosidad, la paz, la pausa. La luz, la esperanza. Es una tradición que conlleva una cierta ética civil de calles iluminadas y rituales compartidos. Su vertiente comercial debería ser solo una parte de todo ello, no la única. Querer tener el árbol más grande de todos te obliga más que a los demás. Ver a vecinos de Badalona oponerse a que una parroquia acoja a dormir a personas que lo necesitan ha sido desgarrador. Y debo decirte, querido Xavier, que tu reacción no ha estado a la altura. Tampoco tus acciones ni tus palabras.
Catalunya es un pueblo solidario que no puede sentirse orgulloso de cómo has actuado en el Instituto B9
Ante una cuestión que preocupa a muchísima gente de nuestro país, conviene subrayarlo, has optado por convertirte en el sheriff de Badalona y no en su alcalde. Puede que te dé votos, pero no está bien. Nada que vaya contra la dignidad humana está bien. De hecho, quien más votos te da es la mala oposición que tienes; no hace falta que te adentres en terrenos pantanosos por miedo al crecimiento de VOX o AC en las encuestas. Porque, por mucha preocupación y mucho temor que haya entre los catalanes, no nos gusta provocar sufrimiento. Catalunya es un pueblo solidario que no puede sentirse orgulloso de cómo has actuado en el Instituto B9. Algunos políticos te han apoyado, es cierto, por intereses espurios. Pero las soluciones que queremos los catalanes no pasan por enviar a la gente bajo los puentes.
Querido Xavier, te escribo este villancico de reflexión muy lejos de la superioridad moral de cierta izquierda. La considero asfixiante y nefasta para identificar entre todos el camino de futuro de nuestro país. Te escribo muy lejos del “papeles para todos”. Lejos de quienes justifican la delincuencia como un mal menor para quienes se encuentran en situación de pobreza, y totalmente opuesto a quienes menosprecian el derecho a la propiedad privada y defienden la ocupación como solución a la falta de vivienda. Te escribo consciente de la injusticia que supone para los alcaldes tener que asumir las consecuencias de las malas decisiones y la mala gestión de administraciones superiores, ya sea la Generalitat o el Estado. Pero nada justifica la deshumanización.
Garantizar la convivencia puede llegar a significar tener que deportar inmigrantes ilegales; detener y encarcelar delincuentes; desalojar okupas. Es así. Pero hay que hacerlo bien. Porque garantizar la convivencia también significa respetar la dignidad humana. Por eso es tan difícil ser un buen alcalde. El equilibrio es muy fino y las situaciones son cada día más complicadas. Por adecuada que pueda parecer una decisión, si se ejecuta con crueldad, sin medidas que ayuden a garantizar la dignidad humana, está mal.
La pausa de la Navidad debería ayudarnos a entender que no hay decisiones sencillas para problemas complejos. Deseo que nos anime a actuar con determinación y con humanidad. Todo a la vez. Nuestro modelo de convivencia así lo exige. Romperlo sería un grave error. Tengo la esperanza de que eso no ocurrirá, de que saldremos adelante como siempre, a nuestra manera de hacer y de ser. Por eso te he escrito un villancico de reflexión. Feliz Navidad y buena reflexión.