El aguacate se ha convertido en uno de los alimentos más deseados en nuestro país, tanto por su sabor como por sus propiedades. Rico en ácidos grasos insaturados, potasio y vitaminas, esta fruta es perfecta para elaborar desde un guacamole hasta acompañar tostadas, ensaladas o fajitas. Sin embargo, a pesar de su creciente popularidad, el aguacate esconde un problema recurrente: su punto de maduración es difícil de calcular y, muchas veces, terminamos con ejemplares duros o demasiado pasados. Frente a esto, internet se ha llenado de supuestos trucos para acelerar el proceso, como introducirlo en el microondas o hervirlo en agua, métodos que prometen resultados rápidos, pero que en realidad estropean tanto la textura como el sabor.
Por qué no deberías meter el aguacate en agua si está demasiado duro
Según el divulgador científico y cocinero Heinz Wuth, creador del canal Ciencia y Cocina, estas técnicas no funcionan. Es cierto que, al aplicar calor, el fruto se ablanda de manera inmediata, pero ese efecto es engañoso. El aguacate no madura, simplemente pierde consistencia y adquiere un gusto desagradable, con matices de pasto y toques amargos. Además, su carne se vuelve arenosa, alejándose de la untuosidad característica que lo hace tan atractivo.

La clave de la maduración no está en el calor, sino en el etileno, un gas natural que el propio aguacate libera a medida que avanza el proceso. Este compuesto es el que debilita las fibras de celulosa presentes en el interior del fruto, permitiendo que se desarrollen los compuestos responsables de su aroma y de ese sabor tan característico. Sin este proceso lento y natural, el aguacate no alcanza su plenitud gastronómica. Tratar de acelerarlo con métodos artificiales solo destruye las fibras sin dar tiempo a que aparezcan los compuestos aromáticos.

Por eso, colocar el aguacate en agua hirviendo o calentarlo en un microondas no es más que un atajo fallido. El resultado puede engañar a la vista o incluso a la presión de los dedos, pero nunca al paladar. La fruta se ablandará, sí, pero carecerá de la riqueza sensorial que buscamos en ella. En el fondo, es como disfrazar de maduro algo que sigue verde, y la experiencia final siempre acaba siendo decepcionante. Al final, lo rápido se convierte en un enemigo de la buena mesa.
La fruta se ablandará, pero carecerá de su sabor tan característico
Si te encuentras con un aguacate todavía verde, la mejor opción es tener paciencia y dejar que madure a su ritmo, ya sea a temperatura ambiente o junto a otras frutas que también desprenden etileno, como las manzanas o los plátanos. Solo así conseguirás disfrutar de su cremosidad natural y de todo el abanico de sabores que lo han convertido en un imprescindible de la cocina contemporánea. Forzar el proceso no solo es inútil: es un auténtico desperdicio de un fruto tan apreciado como delicado.