Hay frutas que sorprenden por su color, otras por su textura y algunas por su sabor, pero pocas causan tanta fascinación como la guama, también llamada guaba, una fruta tropical alargada que parece una vaina gigantesca y que esconde en su interior un secreto inesperado: una pulpa blanca, suave y aterciopelada que sabe a algodón de azúcar. Este contraste tan llamativo es lo que la convierte en uno de los frutos más curiosos y desconocidos de América Latina, donde crece de forma natural y forma parte de la cultura gastronómica de regiones enteras. Lo más sorprendente es que, aunque su aspecto pueda intimidar, al abrirla revela una carne dulcísima, delicada y tremendamente adictiva que parece creada para sorprender tanto a niños como a adultos, una golosina natural que no necesita azúcar añadido y que lleva siglos fascinando a quienes la prueban por primera vez.
La fruta que parece una vaina y que sabe a algodón de azúcar
La guama pertenece a la familia de las leguminosas, lo que explica su forma característica, similar a una judía gigante, pero su contenido no se parece en nada a lo que imaginamos cuando pensamos en una vaina. Por dentro, la pulpa se presenta en forma de pequeños cojines blancos que envuelven semillas grandes y oscuras. Esta estructura tan particular es parte de su encanto, porque cada bocado es como descubrir una nube dulce, húmeda y sorprendentemente aromática. En algunos países es conocida como la fruta del “guabo” o incluso como el “ice cream bean”, un apodo que deja muy claro lo que puedes esperar de su sabor: un dulzor fresco y limpio que recuerda tanto al algodón de azúcar como a un helado de vainilla extremadamente suave. Es una fruta de temporada corta y, por su fragilidad, no suele viajar bien, motivo por el cual es tan poco conocida fuera de sus zonas de origen.
Esta fruta de temporada corta no suele viajar bien, de ahí que sea tan desconocida
Además de su sabor único, la guama tiene un papel importante en la gastronomía local, especialmente en países como Colombia, Ecuador, Perú o Brasil, donde se consume fresca, directamente de la vaina, como un tentempié natural y refrescante. Su pulpa es rica en fibra, antioxidantes y pequeñas cantidades de vitamina C, lo que la convierte en una alternativa dulce, pero nutritiva, ideal para quienes buscan algo diferente sin recurrir a postres ultraprocesados. Incluso las semillas, aunque no se comen crudas, pueden cocinarse y aprovecharse en algunas recetas tradicionales.
Lo más bello de la guama es que, a pesar de su apariencia extraña, es una fruta profundamente ligada al paisaje, a los mercados rurales y a la memoria de quienes crecieron comiéndola bajo la sombra de los árboles. Es una de esas joyas naturales que nos recuerdan que el mundo vegetal es inmenso y sorprendente, y que todavía quedan sabores por descubrir, dulces como un caramelo y tan inesperados como esta vaina mágica que sabe a algodón de azúcar.
Este artículo ha sido elaborado con la ayuda de ChatGPT y supervisado por un periodista de Elnacional.cat.
