Pocas salsas han causado tanta confusión histórica y, a la vez, se han vuelto tan universales como la mayonesa. Su textura cremosa, su versatilidad y su sabor suave han hecho que esté presente en millones de mesas de todo el mundo, pero ¿sabías que en realidad nació por un malentendido? Aunque para muchos es una salsa francesa, lo cierto es que su origen está profundamente ligado a Menorca, y todo apunta a que fue el resultado de un intento, fallido pero brillante, de imitar el tradicional alioli mediterráneo.
La salsa que surgió cuando los franceses copiaron mal el alioli
Corría el año 1756, en plena Guerra de los Siete Años, cuando el ejército francés, al mando del Duque de Richelieu, conquistó la fortaleza británica de Sant Felip en el puerto de Maó, capital de Menorca. Como gesto de celebración tras la victoria, el duque organizó un banquete memorable. En esa comida, el cocinero del noble quiso preparar una salsa elaborada con crema y huevo, como era común en la gastronomía francesa. Sin embargo, al no disponer de crema, optó por sustituirla por aceite de oliva, creando así una emulsión nueva a base de huevo y aceite que sorprendió a todos los comensales. El resultado fue tan aclamado que decidieron bautizar la salsa con el nombre de mahonesa, en honor al puerto conquistado.

Con el paso del tiempo, la receta cruzó el mar y llegó a Francia, donde empezaron a modificarla, quitándole cualquier rastro de ajo, por considerarlo vulgar o de campesinos, y transformándola poco a poco en la versión que hoy todos conocemos. Según muchos historiadores, lo que Richelieu y su entorno habían probado originalmente era una versión local del alioli, elaborada tradicionalmente en las Islas Baleares a base de ajo y aceite. Pero esa receta resultaba demasiado fuerte para los gustos refinados de la aristocracia francesa, así que eliminaron el ajo y mantuvieron el aceite, pero añadiéndole huevo para suavizar el sabor y facilitar la emulsión.

Lo curioso es que, una vez en Francia, el nombre “mahonesa” se fue deformando, y algunos comenzaron a llamarla “mayonesa” o incluso “bayonesa”, tratando de atribuirle un origen vinculado a la ciudad francesa de Bayona. Años después, cuando la salsa llegó a América a través de Estados Unidos, fue difundida como “mayonnaise” y su nombre fue castellanizado en América Latina sin saber que ya existía la forma “mahonesa” en castellano desde hacía tiempo. Hoy en día, la RAE acepta ambas formas, aunque pocos conocen esta historia de apropiación y transformación. De origen menorquín, adaptada en Francia y universalizada por el mundo, la mahonesa demuestra que hasta un error culinario puede convertirse en un éxito global y que la cocina no entiende de fronteras.