Quizás te sorprenda, pero el calzado que utilizas cada día puede estar jugando en contra de la salud de tus pies, los tobillos, las rodillas… e incluso tu espalda. Según el Dr. Héctor Alonso, podólogo y divulgador, hay tres tipos de zapatos que nunca deberías utilizar si quieres mantener la salud y la estabilidad de tu cuerpo a largo plazo.

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Los 3 tipos de zapatos menos recomendables

A través de un vídeo viral en Instagram, el Dr. Alonso expone los tres modelos de calzado más problemáticos para los pies. Y avisa: por muy cómodos o modernos que parezcan, pueden estar causándote lesiones silenciosas.

1. Calzado tipo Crocs y zapatos de goma blanda

"Quizás esta es una opinión impopular", empieza diciendo el doctor, "pero las Crocs son demasiado blandas e inestables". Según explica, este tipo de zapatos no ofrecen soporte estructural y se comprimen fácilmente cuando caminamos, haciendo que pisemos como si estuviéramos sobre un cojín.

A corto plazo puede parecer que son cómodas, pero la realidad es que "los músculos, tendones y ligamentos se fatigan más rápido". La prueba que él propone es clara: "Ponte una Crocs en un pie y deja el otro descalzo. Intenta mantenerte en equilibrio sobre una pierna: verás cómo la Crocs es mucho más inestable".

 

2. Sandalias sin sujeción

Este tipo de calzado "que no se une al pie" obliga a los dedos a hacer esfuerzos para agarrarse a la suela, provocando lo que los especialistas llaman "dedos en garra". El movimiento constante de aferrarse hace que el pie se mantenga en tensión y afecta a la forma de caminar: se deja de levantar el pie correctamente y aumenta el riesgo de tropezar o caer.

3. Zapatos flexibles sin cordones

El tercer modelo que Alonso desaconseja son los zapatos demasiado flexibles y sin cordones. Son especialmente peligrosos en personas mayores, ya que no proporcionan una sujeción correcta del tobillo y el pie "va rodando de lado a lado" a cada paso. Esto puede derivar en inestabilidad crónica, caídas y, en casos graves, fracturas.

Por qué es importante escoger bien los zapatos

Los pies no solo sirven para caminar. Nos dan equilibrio, absorben el impacto del paso, nos impulsan, estabilizan todo el cuerpo y son una fuente directa de salud postural. Según los expertos, hasta el 90% de las patologías del pie están relacionadas con el uso de un calzado inadecuado.

Estas pueden ir desde deformaciones irreversibles como el hallux valgus (el popular "juanete"), dedos en martillo, hiperqueratosis, dolor en los metatarsianos (metatarsalgias), tendinitis de Aquiles o dolor crónico en las rodillas, gemelos y caderas.

Además, hay perfiles que necesitan un calzado especializado, como personas con diabetes, artritis, neuropatías, pacientes con deformidades congénitas o fracturas previas, y personas mayores. En estos casos, el calzado puede ser directamente parte del tratamiento.

¿Cómo escoger un calzado saludable?

Los expertos en podología recomiendan seguir estas pautas básicas:

  • Comprar zapatos al final del día, cuando el pie está más dilatado.

  • Dejar un dedo de espacio ante los dedos.

  • Asegurarse de que el talón queda estable pero no oprimido.

  • Escoger zapatos con subjeción mediante cordones o velcro, especialmente para personas grandes.

  • Escoger una altura media de talón (ni completamente planos ni demasiado elevados).

  • Tener en cuenta el tipo de peu: egipcio, grieg o quadrado, ya que cada morfología distribuye las cargas de forma diferente.

"Escoge los zapatos con el pie, no con la vista". Esta es una de las frases más repetidas por los podólogos. Escoger el calzado por su diseño y no por cómo s’adapta al pie es un error habitual que puede tener consecuencias a largo plazo.

¿La clave? Buscar comodidad, estabilidad y sujeción real. Así nos ahorraremos lesiones, dolor y operaciones.