Tal día como hoy del año 1414, hace 611 años, en Barcelona, el Dietari de la Generalitat consignaba la celebración de la Asunción. Decía “Dimecres, a XV d’agost, en Barchinona, Assumpció Beate Marie” y era la primera vez que se mencionaba documentalmente en este registro. Según la investigación historiográfica, esta fiesta se celebraba desde el siglo IV en los territorios de prédica de la Iglesia ortodoxa (básicamente, Imperio Romano de Oriente y reinos eslavos). Pero, en cambio, no estaba instituida en el calendario litúrgico católico, muy probablemente, desde la Renovatio carolingia (siglo VIII).
Cuando el Dietari consigna esta fiesta por primera vez (1414), todavía no se celebraba en todo el orbe católico. Hasta bien entrado el siglo XVI, no sería de celebración general en toda Catalunya, y hasta la promulgación de la Ascensión de María como dogma de fe (1850), no sería una fecha señalada en el calendario católico universal. La misma investigación historiográfica sostiene que Barcelona sería la primera ciudad de Catalunya y, muy probablemente, de la Corona catalanoaragonesa en instituir el 15 de agosto como jornada festiva. Lo haría, incluso, antes que Tarragona, capital eclesiástica del edificio político catalanoaragonés.
La investigación antropológica sostiene que la Iglesia católica colocó esta festividad sobre una celebración pagana relacionada con el fin de la tarea de la siega, la trilla y el ensilaje del grano. En esta fiesta pagana, que se remontaría al primer milenio a.C., el ensilaje del grano —la culminación de la tarea— simbolizaba la garantía de alimento hasta el próximo ciclo vital, posterior al otoño-invierno-primavera. Se agradecía a la "madre-tierra" el esfuerzo para transformar las pequeñas semillas en espigas de grano y se la acompañaba en el proceso de reposo para encarar con éxito un próximo ciclo productivo.