Astenia es un concepto clínico que significa «cansancio». No es una enfermedad, sino un síntoma que puede deberse a enfermedades orgánicas o psicológicas, pero también a otras causas como el estrés o el exceso de trabajo.

Aproximadamente un 2% de la población puede sufrir «cansancio » o astenia coincidiendo con el paso del invierno a la primavera. Esta sensación puede aparecer junto a otras manifestaciones.

Dos causas principales de la astenia primaveral

En cualquier caso, esta sintomatología es siempre de carácter leve y pasajero. Este cuadro clínico sin causa aparente que lo justifique, y coincidiendo con el cambio estacional ya comentado, es conocido comúnmente con el nombre de astenia primaveral

¿Por que se produce?

No existe una teoría concreta al respecto de las causas, pero estos factores parecen tener una relación importante:

  • Las horas de luz solar
  • Los ciclos hormonales

El origen de todo está en el hipotálamo, que es una glándula localizada en el cerebro encargada de regular, entre otras cosas, la temperatura, la sed, el apetito, el sueño y la vigilia, y que segrega hormonas y neurotransmisores como las feniletilaminas, que son una especie de «anfetaminas» encargadas de provocar euforia; las beta-endorfinas, responsables del optimismo vital, y las serotoninas u hormonas de la felicidad.

Astenia primaveral

¿Qué síntomas tiene las astenia primaveral?

  • Apatía o pérdida de apetito
  • Tristeza sin causa aparente
  • Pérdida del apetito
  • Pérdida de la líbido o deseo sexual
  • Disminución de la concentración o pérdida de memoria
  • Irritabilidad o cambios en el estado de ánimo
  • Malestar general, dolor de cabeza
  • Hipotensión arterial

¿Cómo prevenirla?

Llevar una vida saludable y ordenada con una dieta equilibrada es la base para fortalecer nuestro organismo y sus defensas, evitando que los factores exógenos disminuyan nuestra energía y nos afecten mucho.

Podríamos destacar seis puntos básicos para prevenir la astenia primaveral:

  • La dieta debe ser equilibrada y variada, enriquecida en vitaminas y minerales. Hay que resaltar en este sentido la ingesta de verduras, frutas, hortalizas combinadas con farináceos (arroz, pasta, legumbres, patatas…), sin olvidar los alimentos de origen animal (carne, pescado y huevos). Específicamente hay alimentos que favorecen la producción de serotonina, como son los cereales integrales, el aceite de oliva, el pescado azul, las nueces, las semillas de girasol y los quesos frescos.
  • Mantener el cuerpo hidratado ingiriendo unos dos litros de agua al día; esto puede ser complementado con infusiones y con zumos.
  • Intentar dormir ocho horas diarias, o las que sean necesarias para sentirnos descansados.
  • No fumar, no tomar bebidas alcohólicas, no abusar del café ni de las bebidas excitantes.
  • Realizar un ejercicio moderado al menos durante 30 minutos al día. A nivel físico y mental sabemos que es algo fundamental.
  • Llevar un ritmo de vida ordenado, manteniendo unos horarios fijos para acostarse y levantarse, y también para comer.