El Poblenou es un barrio en constante evolución. Cada vez hay más expats que encuentran trabajo, pero también hay rincones que todavía mantienen el alma de barrio auténtico. Entre las calles Roc Boronat y Almogàvers, junto al campus de Poblenou de la UPF, hay un local que cumple 10 años en el barrio y que ha vivido la transformación sin perder la esencia de local auténtico. Un espacio donde las croquetas son un reclamo magnífico para disfrutar de una amplia y deliciosa oferta gastronómica.

Una década en el barrio

Con una terraza fabulosa y un nombre curioso, el restaurante Catacroquet es, inequívocamente, un local especializado en croquetas. Ubicado en el número 211 de la calle Almogàvers, Catacroquet es un espacio magnífico para visitar a cualquier hora del día. Lo primero que llama la atención es la gran terraza que tiene. Cuando hace buen tiempo, es un sitio ideal para tomar algo al sol. Tiene capacidad para unas 60 personas, la misma gente que cabe en el interior. Dentro, lo primero que encontramos es la barra, un espacio amplio ubicado en el centro del restaurante. A mano izquierda, un comedor informal con mesas de madera; a la derecha, un par de mesas altas con la misma estética; y al fondo, la cocina. El ambiente del local es una mezcla de rústico y moderno, con unas paredes de ladrillo visto y unas mesas de madera que contrastan con las decoraciones de neón y la vitalidad de un equipo joven.

Interior del restaurante Catacroquet foto Jordi Domènech
Interior del restaurante Catacroquet / Foto: Jordi Domènech

Catacroquet abrió puertas ahora hace 10 años. Para celebrarlo, la artífice del proyecto y propietaria del restaurante, Andrea Pérez-Lorente, junto con la jefa de cocina, Andrea Zevallos, han ideado un menú especial con los platos más icónicos que el restaurante ha elaborado a lo largo de su década de historia.

Una gastronomía sorprendente

Catacroquet abrió como un restaurante especializado en croquetas. Y si bien es cierto que hoy día todavía son las protagonistas de la mayoría de platos, la croqueta es, en realidad, un reclamo para descubrir el amplio abanico de platos que se elaboran, desde pescado hasta carne, pasando por platos como el capipota o postres caseros. El menú que han creado para celebrar el 10.º aniversario, y que estará disponible hasta junio, lo conforman los platos más icónicos del local; algunos todavía están disponibles en la carta y otros los han recuperado para esta ocasión especial. Es el caso de la croqueta de meloso de rabo de buey, una bomba de sabor deliciosa que solo se puede probar estos días. También es deliciosa la croqueta de gambas, un bocado crujiente y jugoso que es como darle un bocado al mar. Siguiendo con los entrantes, los huevos de corral rotos con trufa negra son un plato contundente, pero igualmente rico.

Ternasco del restaurante Catacroquet foto Jordi Domènech
Ración de ternasco del menú especial del restaurante Catacroquet / Foto: Jordi Domènech

Un menú de 6 platos que se puede disfrutar por solo 30 €

Como platos principales, la crepe (que en realidad tiene forma de canelón) de cocochas de bacalao al pil-pil es otro de los que ya no está disponible en carta y solo se puede disfrutar durante estos meses. Pero el plato estrella del restaurante, sin duda, es el auténtico ternasco aragonés. Un plato contundente, pero servido en una ración pequeña y asequible, con la carne de cordero más tierna que te puedas imaginar. En realidad es un plato sencillo, cocinado durante 36 h, pero que con una materia prima de tan buena calidad es imposible que salga mal. Un ternasco que, además, rinde homenaje a las raíces aragonesas de la propietaria, Andrea, que es de Zaragoza. Como colofón, la tarta de queso cremosa de oveja es un espectáculo. Son unos postres a menudo maltratados, pero que aquí hacen con una finura excelente. Un menú de 6 platos que se puede disfrutar por solo 30 €, sin contar el maridaje opcional de vinos.

Catacroquet es un proyecto consolidado en el Poblenou que reúne a un público heterogéneo y familiar: grupos de universitarios, jubilados, turistas y familias llenan la terraza y el interior de un local dispuesto a seguir haciendo disfrutar al barrio durante, como mínimo, 10 años más.