A menudo, mucha gente me pregunta cuál es el trabajo de un periodista de gastronomía. De hecho, asumen que paso las semanas haciendo reseñas como esta. Y no es así. Como pensamos en comer, se suele asociar el oficio con el hecho de comer fuera todo el rato, y hablar con más o menos mala sombra. En mi caso, no es exactamente así, aunque con el fin de hacer estas reseñas, obviamente tengo que poner mi paladar y mi estómago a vuestra disposición. Ahora bien: más allá de dirimir si una cosa está buena o no, la escritura gastronómica tiene el propósito de explicar las historias que hay en torno a aquel bocado que nos ha encantado y que intentan mostrar qué es aquello que los hace tan especiales. Y esta es la historia del bánh mì.
Banh Mi Club: bocadillos de varias culturas en forma de ingredientes
El bánh mì es un bocadillo vietnamita que tiene casi un siglo. Entre miga y miga concentra varias culturas en forma de ingredientes: por una parte, el pan de baguette y el paté y la mayonesa con el que se unta cada rebanada son la herencia francesa de la época colonial: de la otra, el cilantro, la salchicha vietnamita, la pasta de Chile son propiamente vietnamitas. Pero todavía hay más: como casi todo es entrepanable, entre los panes del bánh mì también tienen cabida otras gastronomías, como la china, que ha llevado su cerdo en la barbacoa, denominado char siu. La historia del bánh mì es larga e interesante, y me extendería, pero como eso hemos dicho que es una reseña hará falta que volvemos al camino de antes.

Los rellenos de un bánh mì son numerosos, como se puede comprobar en el restaurante Banh Mi Club, donde también tienen el pollo con lemongrass, las gambas al ajillo, las albóndigas de cerdo especiadas, la merluza con galanga, el tofu con salsa de cacahuete o el salteado de ternera. Para dar un punto ácido no faltan los encurtidos de zanahoria y nabo daikon, que hacen el bánh mì un bocadillo fresco y sabroso para una noche de verano al fresco del Poblenou.
Los bocadillos de Banh Mi Club concentran entre miga y miga varias culturas en forma de ingredientes: por una parte, la herencia francesa de la época colonial; de la otra, la salchicha vietnamita y el cilantro son propiamente vietnamitas. Pero también tiene cabida la gastronomía china

En la terraza roja y reluciente del Banh Mi Club, que opera con un alta demanda de servicio de entrega a domicilio, también se sirven rollitos, como ahora los de champiñón negro, ensaladas donde la salsa de cacahuete lo liga a pesar de los boles de arroz con salteados y verduras, como el bún gá sà, de pollo a la citronela, que pide mi amigo, con menta y cilantro, lechuga y pepino, y unas rodajas de un chile que lo hizo poner tan encarnado como la silla.
La carta acaba con algunos platos de sopa y de fideos, un par de postres, los tés fríos e, incluso, el café vietnamita, que se toma, con una buena dosis de leche condensada, y frío.